domingo, 28 de agosto de 2016

Enamórate de ti misma con Andrea Echeverri Arias



Pueden mirar este mensaje dirigido a todas las mujeres en el que la artista colombiana hace hincapié en la violencia psicológica y las presiones que las mujeres experimentan en sus vidas cotidianas. Echeverri Arias trae un mensaje positivo y llama a las mujeres a empoderarse mediante el enamorarse de sí mismas. La entrevista fue una colaboración conjunta entre el Centro de Capacitación de ONU Mujeres y la Oficina País de ONU Mujeres para Republica Dominicana, y fue grabada durante la celebración del Día Internacional de la Mujer en 2015, cuando Echeverri Arias se presentaba en Santo Domingo como parte de actividades en conmemoración de la fecha.




Inspirada en la feminista Florence Thomas, la cantante Andrea Echeverri Arias compuso esta canción en la cual se dirige a todas las mujeres para decirles que se olviden de las historias de amor romántico y del príncipe azul y que se enamoren primero de ellas mismas.

Este tema forma parte de Ruiseñora, el último disco de la popular artista colombiana, cuyo tema gira en torno de la condición femenina. Echeverri no duda en afirmar que “es importante seguir hablando de feminismo en el siglo XXI, porque el machismo existe, aplasta, viola, mata y golpea diariamente”, tal como declaró en una reciente entrevista.


«Florence»

Desde chiquitas nos meten en la película del romance y del príncipe azul.
Cenicienta, Blanca Nieves y la Bella Durmiente
son mentirosas ella mienten:
con un beso no nos salvan, no nos despiertan, no nos muestran la luz
porque los hombres no son el propósito de nuestra existencia.
Hay que dejar de vivir, pensar y actuar para a los hombres gustar.
El respeto a la mujer entre todas hay que imaginar, construir e instalar.

Primero enamórate, pero de ti misma.
Construye un mundo propio,
deja de ser el reflejo del otro.
Busca tu misión,
entre mujeres hagamos conexión.
Estudia y trabaja, lee a Florence y no uses faja.
Alimenta tu mente,
sé independiente económicamente.
Construye un mundo propio, de todas tus fuerzas haz acopio.
Mírate a ti misma a través de un nuevo prisma.
Defiende lo tuyo, a cada uno lo suyo,
a cada uno lo suyo.

El hombre y la mujer, ni uno es más que el otro, de esto yo doy fe.
El hombre y la mujer, ni uno es más que el otro, de esto yo doy fe.
La única manera, es de igual a igual es el ying y el yang.
La única manera, es de igual a igual es el ying y el yang.
La única manera es de igual a igual.
Es de igual a igual.
Es de igual a igual.
Es de igual.







Fuente: https://soyunachicamala.wordpress.com/2014/10/17/florence/

lunes, 22 de agosto de 2016

MUJERES de Maureen Murdock




Las mujeres somos tejedoras, nos tejemos con hombres, niños, y unas con otras para proteger la tela de la vida.
Las mujeres somos creadoras, damos a luz a nuestros niños y a los hijos de nuestros sueños,
Las mujeres somos sanadoras conocemos los secretos del cuerpo, de la sangre y del espíritu porque son uno y el mismo.
Las mujeres somos amantes, nos abrazamos con gozo unas a otras, a los hombres, a los niños, a los animales y árboles escuchando con nuestros Corazones sus triunfos y penas.
Las mujeres somos alquimistas, desenterramos las raíces de la violencia, de la destrucción y la profanación de lo femenino y transformamos las heridas culturales.
Las mujeres somos las protectoras del alma de la tierra, sacamos la oscuridad de su escondite y honramos los reinos invisibles
Las mujeres somos buceadoras nos sumergimos en los misterios, donde nos encontramos seguras, maravilladas y plenas de nueva vida.
Las mujeres somos cantantes bailarinas, profetas y poetas, recordamos quienes somos mientras viajamos por la vida

Maureen Murdock

DEJAR ATRÁS FALSAS NOCIONES DE LO HERÓICO - Fragmento de "Ser Mujer: un viaje heróico" de Maureen Murdock

Reacción a la mística femenina

El culto a la supermujer de los años ochenta prometió a las jóvenes que podrían "tenerlo todo": carreras lucrativas y de realización personal, estables matrimonios amorosos en plano de igualdad, y una maternidad satisfactoria. Muchas de las heroínas de hoy se transformaron en supermujeres, en reacción a la mística femenina que sus madres habían soportado o disfrutado en los años cincuenta. Al no haber tenido sus madres la opción de competir en un mundo masculino, ni tampoco de tener o no hijos, se volvieron dependientes del hombre que las mantenía y de los hijos que criaron. Así que compensaron el poder que no pudieron tener en el mundo externo de los hombres, con el poder que ejercieron en la familia.

Las mujeres que no pudieron poner a prueba sus propias capacidades y saberes en el mundo de la remuneración determinado por los hombres, crecieron teniendo expectativas desmesuradas sobre sus maridos, hijos e hijas; esperaban de sus familias lo que no habían podido realizar por sí mismas. Para ello, controlaban y manipulaban, sin tener en cuenta los sentimientos de los demás. En "La segunda fase", Betty Friedan escribe sobre la tiranía de este machismo material:

Ese control, esa perfección sobre la casa y los hijos, esa insistencia en tener siempre razón, eran su versión del machismo; una especie de virtuosismo exagerado, equivalente a la fuerza y poder del hombre, que ella utilizaba para contrarrestar y ocultar su propia vulnerabilidad, su dependencia económica y el desprecio por parte de la sociedad y de sí misma. Al carecer de poder masculino en la sociedad, el único que entonces era reconocido, obtuvo su poder en la familia, manipulando y negando el sentimiento de los hombres y de los niños, junto con sus propios sentimientos reales, tras la máscara de una superficial y dulce rectitud de acero.

Estas madres no podían expresar directamente su soledad, su abandono, su sentimiento de haber perdido. Todo lo que podían hacer era expresar su rabia, que se manifestaba en forma de violentos estallidos frente a sus respectivos maridos e hijos, o como una especie de entumecimiento inducido por el alcohol, la comida, o un exceso de gastos. Sus hijas observaban mientras se oía decir: "No hagas lo que hice yo"... "Haz una carrera"... "Vive tu propia vida"... "Las mujeres no tienen ningún poder"... "No te cases ni tengas hijos hasta que sepas quién eres".

Estos mensajes confundían a la hija. ¿Es que a su  madre no le gustaba ser una mujer, tener un marido y cuidar de sus hijos? ¿Eran sus hijos quienes habían arruinado su vida? ¿Acaso era horrible ser una mujer? ¿Sería que su vida era un fracaso por el simple hecho de ser una mujer? La autodesvalorización y el odio de la madre por sí misma convencieron a la hija de no parecerse a ella. En lugar de ello, sería perfecta. Friedan continúa:

He notado que las mujeres que se sienten menos seguras de sí mismas como mujeres -a la sombra de la autodestrucción de esas madres que no se sintieron suficientemente bien consigo mismas como para querer intensamente a sus hijas-, son las que más tienden a caer en la trampa de la supermujer, intentando ser las "madres perfectas" que no eran sus madres; también intentan ser perfectas en el trabajo, de un modo que no hacen ni siquiera los hombres, que ya han sido habituados desde su infancia a esa clase de juegos. Este machismo femenino, transmitido de madre a hija, esconde el mismo odio inadmisible por uno mismo, la misma debilidad y sentimiento de impotencia, que el machismo esconde en los hombres.


Desafortunadamente, en un esfuerzo por no parecerse en nada a sus madres, muchas jóvenes llegaron a parecer hombres. Midieron su autoestima, su propia definición y valía, en comparación con los patrones masculinos de productividad. Al principio, sus éxitos eran estimulantes, pero cuanto más triunfaban, más se les exigía en tiempo y energía. Los valores femeninos, como las relaciones y el cuidado de los demás, pasaron a un segundo lugar en el logro de sus objetivos. Muchas mujeres empezaron entonces a sentir que nunca llegarían a ser "completas".

(...)

Peg es una mujer de unos cuarenta y cinco años, arquitecto con éxito. durante doce años ha estado diseñando complejos industriales. Tiene hijos adolescentes y un marido que le apoya en su trabajo. Económicamente ha triunfado y le encanta la arquitectura, pero tiene el sentimiento de no haber llegado. "Con independencia de lo que trabaje y de lo profesional que haya llegado a ser, siempre me quedo corta. Trabajo muchas horas, consigno nuevos clientes, mi trabajo es creativo, pero tal como está establecido el sistema, no puedo ganar. Mi padre trabajaba muchas horas, y cuando llegaba a casa, su mujer le tenía la comida preparada, se encargaba de su ropa, y atendía las necesidades de los hijos y de la casa. Yo no tengo una mujer que me haga todo esto. Mis hijos están apenas atendidos, mi marido y yo no tenemos tiempo para hacer el amor, y ni siquiera pienso cómo sería la posibilidad de tener tiempo para mí misma. Tengo la sensación de que la única manera en que podría continuar mi actividad profesional y tener una familia, sería desdoblándome y siendo dos personas a la vez. Quiero a mi familia y me encanta mi trabajo, pero me gustaría que alguien me cuidase".

Lo que muchas heroínas quieren es exactamente lo que sus padres querían y dieron por sentado: alguien que cuidara de ellos; alguien amoroso y enriquecedor para escuchar sus penas, dar masaje a sus cuerpos cansados, apreciar sus éxitos y hacer desaparecer el dolor de los contratiempos. Quieren una relación con lo femenino. Quieren poderse relajar, ser cuidadas y ser aceptadas por lo que son, no por lo que han hecho. Existe un enorme anhelo por lo que se siente como "algo perdido", pero que no se sabe exactamente qué es, y por ello, alivian el dolor con más actividad.




La Gran Simuladora

Nuestra heroína ha aprendido a actuar con eficacia, así que cuando siente una sensación de incomodidad, se lanza al siguiente desafío: un nuevo título académico, una posición de mayor prestigio, un desplazamiento geográfico, una aventura sexual, u otro hijo. Aplaca su sentimiento de vacío mimando su ego con nuevos actos de heroísmo y nuevas realizaciones; se encandila con las ventajas que conlleva el ganar. Existe un flujo súbito de adrenalina cuando se persigue un objetivo, y esta "chispa" enmascara el dolor profundo de no sentirse suficiente. Apenas se da cuenta de este bajón energético que se produce tras la consecución de un objetivo, cuando ya está persiguiendo uno nuevo.

Esta obsesiva necesidad de permanecer siempre ocupada y de ser productiva le protege de tener que experimentar la sensación de pérdida. Pero ¿de qué pérdida se trata? Seguramente ha conseguido todo lo que se proponía, pero a cambio de un enorme sacrificio para su alma; se ha cortado de su relación con su propio mundo interno.

La reacción de la heroína a la dependencia total que su madre tenía de su marido e hijos para su propia realización le hace proponerse ser más independiente y autosuficiente que cualquier hombre, para conseguir cualquier cosa. No dependerá de nadie y actuará hasta estar extenuada. Olvida cómo decir no, será todo para el todo el mundo, ignorando su propia necesidad de ser cuidada y querida. Ha llegado a perder el control, y su relación con su parte masculina interna se ha distorsionado haciéndose tiránica; nunca se permite descansar. Se siente oprimida, pero no comprende el origen de su estado de víctima.

(...)




La mayoría de las historias de heroínas se refieren a la primera parte de sus vidas, cuando construyen una identidad y establecen su papel en el mundo. Esta tarea implica salir a él, adquirir una formación y lograr la máxima profesionalidad; todo ello se convierte en parte de su personalidad y cuando la heroína lo hace concientemente, forma parte de su proceso de la "formación del alma"; después, se convierte en una persona "capaz de dar más y que ya no necesita compulsivamente a otra persona": Esto le da confianza en su poder de elegir y de actuar y una especie de convicción en su propia autonomía.

Las mujeres han de encontrar su autonomía antes de poder lograr su total realización. Y examinar qué significa esta autonomía significa frecuentemente descartar las viejas ideas del éxito. Muchas mujeres han sacrificado una parte excesiva de sus almas en nombre del éxito. Las recompensas del viaje externo pueden ser seductoras, pero en algún punto del mismo la heroína despierta y dice no a las heroicidades del ego: ha tenido que pagar por ellas un precio demasiado elevado.

La heroína puede decir no a los patrones de la supermujer en el trabajo o en la casa, cuando se siente bien consigo misma como mujer y reconoce sus limitaciones humanas; esto puede implicar, incluso, dejar un trabajo y renunciar al poder y al prestigio para volver a sentir de nuevo. O puede que decida que no está obligada a tener la casa más limpia del vecindario, y que su marido y sus hijos deben empezar a compartir las faenas domésticas que les correspondan.

Encontrar la dicha interior del éxito exige sacrificar las falsas nociones de lo heroico. Cuando una mujer puede encontrar la valentía de saberse limitada y darse cuenta de que es suficiente ser tal como es , descubre uno de los verdaderos tesoros del viaje de la heroína; puede desligarse de los caprichos del ego y alcanzar las fuerzas más profundas que se hallan en el origen de su vida. Puede decir: "No soy todo... pero soy suficiente" Entonces se vuelve real, abierta, vulnerable y receptiva a un verdadero despertar espiritual.