martes, 25 de septiembre de 2018

Reconocer un Poder Superior o Sabiduría Interior como paso hacia la sanación - Christiane Northrup

“Existe una fuerza invisible, una dimensión espiritual, que nos guía como un progenitor amoroso guía a su hijo.”
Pythia Peay





“Nuestro cuerpo está impregnado y nutrido por una guía y energía espiritual. Tener fe y confianza en esta realidad es una parte importante de la creación de salud. Cuando la mujer tiene fe en algo superior a su intelecto o sus circunstancias presentes, está en contacto con su fuente interior de poder. Todas nosotras tenemos una chispa divina en nuestro interior. Somos intrínsecamente una parte de Dios, la Diosa o la Fuente. Jesús dijo que el reino de los cielos está dentro de nosotros; podemos hacer esta conexión espiritual mediante nuestra guía interior. No es necesario ir más lejos de nosotras mismas para encontrarlo. No es difícil aprender a conectar con nuestra sabiduría interior, con nuestra espiritualidad, pero nuestro intelecto y nuestro ego no pueden controlar ni la conexión ni los resultados. El primer paso es querer conectar con la guía divina. El segundo paso es liberarnos de nuestras expectativas de lo que va a ocurrir a continuación. El tercer paso es esperar una respuesta observando las pautas o formas de nuestra vida relacionadas con la intención inicial. Cada una de nosotras tiene a su disposición un ángel guardián para guiarla. Pero tenemos que pedir la orientación y estar receptivas para recibirla. Ver las pautas o formas que se conectan es una manera de con- templar la vida. Ese es el cambio de modelo del que ya he hablado. Comprender el cuadro completo significa no quedarse atascada en un determinado momento. Acceder a la orientación espiritual significa mirar la pauta de nuestra vida a lo largo del tiempo. David Spangler dijo: «Los sueños, los acontecimientos, un libro, las palabras de un amigo: todo eso podría ser una palabra de un ser angélico». Hace unos dos años, un viernes por la mañana estaba junto a mi cama preparándome para el día. Leí mis meditaciones favoritas que he escrito en una pequeña libreta de papel hecho a mano. Decidí decir en voz alta un párrafo tomado del libro The Game of Life and How to Play It, de Frances Scovell Shinn. Lo dije en voz alta y con sinceridad: «Espíritu infinito, dame una orientación clara, revélame mi autoexpresión perfecta. Muéstrame de qué talento voy a hacer uso ahora». Esa misma tarde me llamó por teléfono un conocido que es agente literario. «Creo que es hora de que escribas un libro», me dijo. Sólo fue mucho más tarde ese día cuando conecté esos dos episodios. A veces la orientación llega con facilidad y rapidez. Cuando eso ocurre, sin embargo, en ocasiones tenemos que ver más allá de esa parte del intelecto que nos dice que nos lo estamos inventando y que estamos locas por creer esas tonterías. Aunque cada persona forma parte de un todo más grande, también somos individuos. Esa parte única de ese todo que cada una encarna debe ser expresada plenamente para crear salud, felicidad y crecimiento interior, para nosotras y para los demás. La mejor manera de expresar esa parte divina de nosotras mismas es llegando a ser todo lo que somos. El propio cuerpo nos dirige hacia la expresión personal total haciéndonos saber qué encuentra agradable y «correcto» y qué no. La enfermedad suele ser una señal de que algo va descaminado de la finalidad de nuestra vida. Por eso el doctor Bernie Siegel dice: «La enfermedad es el botón de “reinicialización” de Dios». Muchos médicos están también abiertos a este ámbito de misterio, pero no se atreven a decir nada. Una intuitiva muy cualificada de Maine del sur me dijo una vez: «Algún día voy a dar un cóctel en mi casa e invitaré a todos los médicos de esta zona que vienen a verme para que les haga lecturas. Todos vais a estar en mi casa y os vais a sorprender de cuántos sois y de quiénes están». Cuando invitamos a lo sagrado a entrar en nuestra vida, pidiendo sinceramente orientación a nuestra sabiduría interior, nuestro poder superior o a Dios, invocamos un gran poder. Es algo que no se puede tomar a la ligera. El motivo de que las personas sean escépticas o se rían de esto es que tienen miedo. Cuando invitamos sinceramente a lo sagrado (guía o espíritu interior) a que nos ayude en la vida, le damos permiso para que cambie nuestra vida.
Es posible que comiencen a desintegrarse esos aspectos de nuestra vida que ya no sirven a nuestros propósitos superiores, y eso puede ser aterrador. Caroline Myss dice: «Acabar con un matrimonio o un trabajo es un día en la playa para un ángel». Creer en los ángeles o hacerse hacer la carta astral o una lectura intuitiva no excusa a nadie de trabajar en sanar y volverse íntegra. Ten presente que cualquier cosa se puede usar de forma adictiva, incluso la llamada «búsqueda espiritual»; demasiadas personas utilizan sus «prácticas espirituales» para evitar enfrentarse a los aspectos difíciles de su vida. Emplear cristales, la música de la Nueva Era y la astrología mientras te bebes medio litro de vino cada noche, no te va a servir para sanar; meditar fielmente dos veces al día mientras tu marido te golpea cada noche no te va a mantener sana. Toda la «espiritualidad» del mundo no te va a hacer el trabajo humano. Sólo cada persona individualmente puede tomar las medidas necesarias para arreglar su vida. Una de mis amigas de los Doce Pasos me dijo: «Dios mueve montañas; trae una pala». Para reconectar con su espiritualidad innata, muchas mujeres necesitan dejar atrás años de abuso religioso, sobre todo si han sido víctimas de sectas organizadas o religiones patriarcales. No es de extrañar que muchas estén furiosas con Dios y tengan dificultades para aceptar el concepto de un «poder superior» o «sabiduría interior», cuando Dios ha sido presentado como un ser vengativo y justiciero que está fuera del alcance de la comprensión y el conocimiento humanos. Algunas mujeres se quedan estancadas en una fase muy infantil en la que piensan: «Si existiera un Dios, jamás habría permitido que me ocurriera esto». Una de mis colegas dice: «Si hago de Dios algo separado de mí y exterior a mí, entonces tengo que acusar a Dios de castigarme cada vez que mi vida no va bien».

Todos somos seres espirituales. La conexión con el espíritu es una parte intrínseca del ser humano. Durante siglos, nuestra cultura ha tratado de dominar nuestra espiritualidad innata mediante la religión. Aunque algunas mujeres pueden acceder a su espiritualidad a través de las religiones organizadas, demasiadas religiones dependen de dogmas y normas estáticas que sirven para alejarnos de nuestra espiritualidad diaria. La espiritualidad fluye libremente y es siempre cambiante. Aunque está claro que en su nacimiento muchas religiones estaban basadas en las percepciones espirituales inmediatas y profundas de sus fundadores, en la actualidad la mayoría de ellas carecen de la flexibilidad y la constante evolución necesarias para estar de verdad conectadas espiritualmente. En parte como reacción a tantos años de religiones dominadas por los hombres, muchas mujeres se sienten atraídas hacia los diferentes aspectos de «la Gran Diosa». Como mujeres necesitamos «una imagen sexualmente afirmadora de poder y belleza como foco para la oración y la meditación», dice Patricia Reis. Habiendo interiorizado a un Dios masculino, las imágenes de la Diosa que están surgiendo representan un equilibrio muy necesario. Personalmente he descubierto que las cartas del tarot Motherpeace son un paso intermedio muy útil para conectar con mi guía interior. Este tarot lo constituyen 78 imagenes originales, creadas por Vicki Noble y Karen Vogel, e incorpora imágenes visuales tomadas de la mitología, el arte y la teología que se basan en la cultura de las mujeres a lo largo de la historia. Dado que son imágenes arquetípicas y tienen un simbolismo universal, reflejan en la conciencia nuestra estructura inconsciente. El libro de referencia y guía de las imágenes que acompaña a este tarot (Motherpeace: A Way to the Goddess Through Myth, Art and Tarot), presenta una gran cantidad de estudios eruditos que respaldan la sabiduría femenina. Cuando tengo dificultades para tomar una decisión o me encuentro ante un dilema que no tiene fácil respuesta, suelo extender ante mí las cartas de mi tarot Motherpeace. Después de calmarme, hago la pregunta: «¿Cuál es la mayor enseñanza que me ofrece esta situación?». Después, saco una carta.

Hace poco estaba tratando de decidir si hacer o no un vídeo sobre la salud de las mujeres que había proyectado con un productor de California cuya obra admiro y que deseaba crear algo conmigo. Una parte muy pequeña de mí vacilaba respecto a seguir adelante. Saqué una carta para que me guiara con toda claridad en ese asunto. Era el Hierofante, una carta en la que aparecen dos jovencitas arrodilladas ante una figura sacerdotal masculina, que lleva ropajes característicos de la Diosa. Esto simboliza la manera como el poder de las mujeres ha sido usurpado a lo largo de las edades por el sacerdocio masculino. Para mí, la carta significaba que o bien yo ponía al productor en un pedestal, o que producir ese vídeo podría ponerme a mí en un pedestal, como una autoridad para las demás mujeres. Dado que la esencia de mis enseñanzas es que cada una debe convertirse en su propia autoridad, sacar el Hierofante era una señal de cautela que me enviaba mi guía interior; me confirmó la sutil vacilación que ya sentía respecto a seguir adelante con el proyecto. Algún aspecto de mí o del proyecto tenía que cambiar para que yo pudiera seguir con él. Otra manera muy eficaz de ayudarse en las decisiones usando las cartas es escribir las opciones en papelitos, doblarlos y, después de un momento de meditación sobre el tema, colocar una carta sobre cada papelito. Esto sirve para apartar al intelecto del asunto y da más información. Mi madre es zahori y suele utilizar un péndulo para guiarse intuitivamente. La orientación espiritual se presenta en todas las formas, de modo que usa la forma que te dé mejores resultados. Al margen de lo que uno crea sobre la espiritualidad, es importante introducir un sentido de lo sagrado en la vida cotidiana. La espiritualidad impregna todo lo que hago. Mi espiritualidad no está reservada para días especiales como Navidad, ni la practico solamente en edificios especiales llamados iglesias, sinagogas o templos. Mi espiritualidad está en cada parte de mí. En cierto modo me siento parte de Dios/la Diosa/Todo lo que Existe, no separada de ello. Cuando lleno formularios para el seguro, estoy conectada con mi espiritualidad (a veces). Cuando estoy en el quirófano, estoy muy conectada con mi espiritualidad. Y estoy particularmente conectada con mi espiritualidad cuando ayudo a mujeres a abrirse a su sistema de guía interior. Esto se debe a que echar una mano a otra mujer para ayudarla a sanar y conectar con su espiritualidad también me ayuda a mí a sanar y conectar con la mía. Como muchas mujeres, siento una especial conexión espiritual con la naturaleza. Muchas personas encuentran paz y consuelo en un lugar especial, un lugar al que tal vez iban en su infancia para sentirse abrazadas por las propiedades sustentadoras de la naturaleza. Las mujeres suelen hablarme de árboles, rocas, colinas u otros lugares especiales que las conectan muy fuertemente con su espiritualidad. El tiempo pasado sola en un lugar natural suele activar la conexión con la propia espiritualidad. Una poderosa manera de sintonizar con el mundo natural es observar en qué fase está la Luna y ver si su ciclo produce algún efecto en nuestro cuerpo, nuestras emociones o nuestras percepciones.14 Observa el efecto que tienen en ti las estaciones. La llegada del otoño, ¿te despierta los sentidos y te encuentra preparada para nuevos comienzos? ¿O eso te ocurre en primavera? Descubre cuáles son los equinoccios y los solsticios. Durante siglos, la gente pensaba que en esas fechas tenían acceso a más poder espiritual. Todas las principales festividades religiosas se celebran alrededor de esas fechas. No tienes por qué estudiar nada, simplemente toma conciencia de la Luna y de los ritmos de la naturaleza. Yo vivo junto a una ría y disfruto mirando por la ventana los cambios de marea, sabiendo que están, como mi cuerpo, conectados con las fases de la Luna. Cuando era niña y adolescente, mi padre solía ir a la iglesia los domingos, porque le gustaba y su familia siempre había ido allí. Mi madre, por su parte, solía ir a pasear por el bosque. «Él tiene su iglesia y yo tengo la mía», decía. Cada mujer debe encontrar su centro espiritual y su guía interior propios. Y para cada mujer será diferente. Al margen de que creamos en los ángeles, en Dios, en Jesucristo, en el espíritu humano, en la Virgen, en el Gran Espíritu o en la Diosa Gaia, estar sintonizadas con nuestros recursos espirituales es una fuerza vital sanadora. Comprometernos a recordar nuestro yo espiritual y a recibir orientación para nuestra vida forma parte de la creación de salud.”





Christiane Northrup, fragmento de pasos para sanar / Paso 6: Reconocer un Poder Superior o Sabiduría Interior de “Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer Una guía para la salud física y emocional”


Arte: Daria Hlazatova

miércoles, 5 de septiembre de 2018

USOS DE LO ERÓTICO: LO ERÓTICO COMO PODER* (1978) POR AUDRE LORDE (1934-1992)



"Existen muchas clases de poder; los que se utilizan y los que no se utilizan, los reconocidos o los que apenas se reconocen. Lo erótico es un recurso que reside en el interior de todas nosotras, asentado en un plano profundamente femenino y espiritual, y firmemente enraizado en el poder de nuestros sentimientos inexpresados y aún por reconocer. Para perpetuarse, toda opresión debe corromper o distorsionar las fuentes de poder inherentes a la cultura de los oprimidos de las que puede surgir energía para el cambio. En el caso de las mujeres, esto se ha traducido en la supresión de lo erótico como fuente de poder e información en nuestras vidas.

En la sociedad occidental, se nos ha enseñado a desconfiar de este recurso, envilecido, falseado y devaluado. Por un lado, se han fomentado los aspectos superficiales de lo erótico como signo de la inferioridad femenina; y, por otro, se ha inducido a las mujeres a sufrir y a sentirse despreciables y sospechosas en virtud de la existencia de lo erótico.

De ahí sólo hay un paso a la falsa creencia de que las mujeres sólo podemos ser realmente fuertes si suprimimos lo erótico de nuestras vidas y conciencias. Pero esa fortaleza es ilusoria, ya que se concibe en el contexto de las pautas de poder masculinas.

Las mujeres hemos llegado a desconfiar de este poder, que surge de nuestro conocimiento más profundo y no racional. El mundo masculino nos ha prevenido contra él durante toda la vida; los hombres valoran los sentimientos profundos y desean que las mujeres los practiquen en beneficio suyo, pero al propio tiempo los temen y no se atreven a indagar, en ellos personalmente. Así pues, a las mujeres se las mantiene en una posición distante/inferior para exprimirlas y sacarles toda la sustancia, como si fueran esas colonias de pulgones que las hormigas ordeñan para alimentarse.

En realidad, lo erótico ofrece un manantial de fuerza inagotable y provocadora a la mujer que no teme descubrirlo, que no sucumbe a la creencia de que hay que conformarse con las sensaciones.

Los hombres han acostumbrado a definir erróneamente lo erótico y a emplearlo en contra de las mujeres. Lo han equiparado con una sensación confusa, trivial, psicótica, artificial. Por este motivo, muchas veces renunciamos a indagar en lo erótico y a considerarlo una fuente de poder e información, confundiéndolo con su antítesis, la pornografía. Ahora bien, la pornografía es la negación directa del poder del erotismo, ya que representa la supresión de los sentimientos verdaderos. La pornografía pone el énfasis en la sensación sin sentimiento.

Lo erótico es un espacio entre la incipiente conciencia del propio ser y el caos de los sentimientos más fuertes. Es una sensación de satisfacción interior que siempre aspiramos a recuperar una vez que la hemos experimentado. Puesto que habiendo vivido la plenitud de unos sentimientos tan profundos y habiendo experimentado su poder, por honestidad y respeto a nosotras mismas, ya no podemos exigirnos menos.



Frase tomada de Audre-lee-ando

No es fácil exigirse rendir al máximo en nuestra vida, en nuestro trabajo. Aspirar a la excelencia supone superar la mediocridad fomentada por nuestra sociedad. Dejarse dominar por el miedo a sentir y a trabajar al límite de la propia capacidad es un lujo que sólo pueden permitirse quienes carecen de objetivos, quienes no desean guiar sus propios destinos.

Esta aspiración interna a la excelencia que aprendemos de lo erótico no debe llevarnos a exigir lo imposible de nosotras mismas ni de los demás. Una exigencia así sólo sirve para incapacitarnos. Porque lo erótico no sólo atañe a lo que hacemos, sino también a la intensidad y a la plenitud que sentimos al actuar. El descubrimiento de nuestra capacidad para sentir una satisfacción absoluta nos permite entender qué afanes vitales nos aproximan más a esa plenitud.

El objetivo de todo lo que hacemos es que nuestras vidas y las de nuestros hijos sean más ricas y menos problemáticas. Al disfrutar de lo erótico en todos nuestros actos, mi trabajo se convierte en una decisión consciente –en un lecho anhelado en el que me acuesto con gratitud y del que me levanto fortalecida.

Por supuesto, las mujeres con tanto poder son peligrosas. De ahí que se nos enseñe a eliminar la exigencia erótica de la mayoría de las áreas de nuestra vida, excepción hecha del sexo. Y la falta de atención a las satisfacciones y fundamentos eróticos de nuestro quehacer se traduce en el desafecto a gran parte dedo que hacemos. Por ejemplo, ¿cuántas veces amamos realmente nuestro trabajo cuando nos plantea dificultades?

Éste es el horror máximo de cualquier sistema que define lo bueno en función de los beneficios en lugar de las necesidades humanas, o que define las necesidades humanas excluyendo de ellas sus componentes psíquicos y emocionales; el principal horror de tal sistema es que priva a nuestro trabajo de su valor erótico, de su poder erótico, y a la vida de su atractivo y su plenitud. Un sistema así reduce el trabajo a una parodia de las necesidades, a un deber mediante el que nos ganamos el pan y la posibilidad de ‘olvidarnos de nosotras mismas y de quienes amamos. Esto equivale a vendar los ojos a una pintora y pedirle después que mejore su obra y que, además, disfrute al pintar. Lo cual no sólo es imposible, sino profundamente cruel.

Como mujeres, debemos examinar los medios para que nuestro mundo sea auténticamente diferente. Me refiero a la necesidad de reevaluar la calidad de todos los aspectos de nuestra vida y de nuestro quehacer, y también cómo nos movemos en ellos y hacia ellos.

El término erótico procede del vocablo griego eros, la personificación del amor en todos sus aspectos; nacido de Caos, Eros personifica el poder creativo y la armonía. Así pues, para mí lo erótico es una afirmación de la fuerza vital de las mujeres; de esa energía creativa y fortalecida, cuyo conocimiento y uso estamos reclamando ahora en nuestro lenguaje, nuestra historia, nuestra danza, nuestro amor, nuestro trabajo y nuestras vidas.

Se tiende a equiparar la pornografía con el erotismo, dos usos de lo sexual diametralmente opuestos. Como consecuencia de esta equiparación se ha puesto de moda separar lo espiritual (lo psíquico y emocional) de lo político, viéndolos como aspectos contradictorios o antitéticos, “¿Un revolucionario que es poeta? ¿Un traficante de armas místico? Eso no tiene ni pies ni cabeza”. De la misma forma, hemos tratado de separar lo espiritual de lo erótico y, así, hemos reducido lo espiritual a un mundo de afectos insípidos, al mundo del asceta que aspira a no sentir nada. Pero nada podría estar más lejos de la verdad. Porque la postura del asceta consiste en llevar el miedo y la inmovilidad a sus extremos. La obsesión que lo domina es la más severa abstinencia. Y no es una postura que se base en la autodisciplina, sino en la abnegación.

La dicotomía entre lo espiritual y lo político es asimismo falsa, ya que deriva de una falta de atención a nuestro conocimiento erótico. Pues el puente que conecta lo espiritual y lo político es precisamente lo erótico, lo sensual, aquellas expresiones físicas, emocionales y psicológicas de lo más profundo, poderoso y rico de nuestro interior, aquello que compartimos: la pasión del amor en su sentido más profundo.

Más allá de lo superficial, la expresión “me hace sentir bien” reconoce el poder de lo erótico como un conocimiento auténtico, pues el significado que encierra dicha expresión es la guía primera y más poderosa hacia el entendimiento. Y el entendimiento no es más que una sirviente que cuida del conocimiento nacido de lo más profundo. Y, a su vez, lo erótico es el ama de cría o la nodriza de nuestro conocimiento profundo.

A mi juicio, lo erótico actúa de diversas maneras, la primera de las cuales consiste en proporcionar el poder que deriva de compartir profundamente cualquier empeño con otra persona. Compartir el gozo, ya sea físico, emocional, psicológico o intelectual, tiende entre quienes lo comparten un puente que puede ser la base para entender mejor aquello que no se comparte y disminuir el miedo a la diferencia.

Otra función importante de la conexión erótica es que hace resaltar con sinceridad y valentía mi capacidad de gozar. Así como mi cuerpo reacciona a la música relajándose y abriéndose a ella, atento a sus más profundos ritmos, todo aquello que siento me abre a la experiencia eróticamente satisfactoria, ya sea al bailar, al montar una estantería, al escribir un poema o al-analizar una idea.

El hecho de poder compartir esa conexión íntima sirve de indicador del gozo del que me sé capaz de sentir, de recordatorio de mi capacidad de sentir. Y ese conocimiento profundo e irreemplazable de mi capacidad para el gozo me plantea la exigencia de que viva toda la vida sabiendo que esa satisfacción es posible, y no hay por qué llamarla matrimonio, ni dios, ni vida después de la vida.

Éste es uno de los motivos por los que lo erótico despierta tantos miedos y a menudo se relega al dormitorio, si es que llega a reconocerse. Pues cuando comenzamos a sentirlo profundamente en todos los ámbitos de nuestra vida, también empezamos a exigir de nosotras mismas y de nuestros empeños vitales que aspiren al gozo que nos sabemos capaces de sentir. Nuestro conocimiento erótico nos fortalece, se convierte en una lente a través de la cual escudriñamos todos los aspectos de nuestra existencia, lo que nos obliga a evaluarlos honestamente y a adjudicarles el valor relativo que poseen en el conjunto cíe la vida. Y obrar así es una gran responsabilidad que surge de nuestro interior: la responsabilidad de no conformarnos con lo que es conveniente, falso, convencional o meramente seguro.

Durante la segunda guerra mundial comprábamos paquetitos de plástico herméticamente cerrados de margarina incolora, con una densa cápsula de colorante amarillo que pendía como un topacio sobre la margarina, bajo el envoltorio transparente. Dejábamos que el paquete se reblandeciera y luego pinchábamos la cápsula para que derramase su tinte amarillo sobre el pálido trozo de margarina. Luego amasábamos con cuidado el paquete, una y otra vez, hasta que el color se mezclaba uniformemente con la libra de margarina.

Para mí, lo erótico es como una semilla que llevo dentro. Cuando se derrama fuera de la cápsula que lo mantiene comprimido, fluye y colorea mi vida con una energía que intensifica, sensibiliza y fortalece toda mi experiencia.

Nos han educado para que temamos el sí que llevamos dentro, nuestros más profundos anhelos. Pero cuando llegamos a identificarlos, aquellos que no mejoran nuestro futuro pierden su poder y pueden modificarse. Es el miedo a nuestros deseos el que los convierte en sospechosos y les dota de un poder indiscriminado, ya que cualquier verdad cobra una fuerza arrolladora al ser reprimida. El miedo a no ser capaces de superar las falacias que encontramos en nuestro interior nos mantiene dóciles, leales y obedientes, definidas desde fuera, y nos induce a aceptar muchos aspectos de la opresión que sufrimos las mujeres.

Cuando vivimos fuera de nosotras mismas o, lo que es lo mismo, siguiendo directrices externas en lugar de atenernos a nuestro conocimiento y necesidades internos, cuando vivimos de espaldas a esa guía erótica que hay en nuestro interior, nuestras vidas quedan limitadas por factores externos y nos adaptamos a las imposiciones de una estructura que no sé basa en las necesidades humanas, y mucho menos en las individuales. Mas, si comenzamos a vivir desde dentro hacia fuera, en contacto con el poder de lo erótico que hay en nosotras, y permitimos que ese poder informe e ilumine nuestra forma de actuar en relación con el mundo que nos rodea, entonces comenzamos a ser responsables de nosotras mismas en el sentido más profundo. Porque al reconocer nuestros sentimientos más hondos no podemos por menos de dejar de estar satisfechas con el sufrimiento y la autonegación, así como con el embotamiento que nuestra sociedad suele presentar como única alternativa. Nuestros actos en contra, de la opresión se integran con el ser, empiezan a estar motivados y alentados desde dentro.

Al estar, en contacto con lo erótico, me rebelo contra la aceptación de la impotencia y de todos los estados de mi ser que no son naturales en mí, que se me han impuesto, tales como la resignación, la desesperación, la humillación, la depresión, la autonegación.

Sí, existe una jerarquía. No es lo mismo pintar la verja del jardín que escribir un poema, pero la diferencia sólo es cuantitativa. Y, para mí, no hay diferencia alguna entre escribir un buen poema o tenderme al sol junto al cuerpo de una mujer a la que amo.

Esto me lleva a una última consideración sobre lo erótico. Compartir el poder de los sentimientos con los demás no es lo mismo que emplear los sentimientos ajenos como si fueran un pañuelo de usar y tirar. Cuando no prestamos atención a nuestras experiencias, eróticas o de otro tipo, más que compartir estamos utilizando los sentimientos de quienes participan con nosotras en la experiencia. Y utilizar a alguien sin su consentimiento es un abuso.

Antes de utilizar los sentimientos eróticos es necesario reconocerlos. Compartir los sentimientos profundos es una necesidad humana. Pero, en el marco de la tradición europeo-norteamericana, esa necesidad se satisface mediante encuentros eróticos ilícitos. Estas ocasiones casi siempre se caracterizan por la recíproca falta de atención, por la pretensión de darles el nombre de lo que no son, ya sea religión, arrebato, violencia callejera o incluso jugar a médicos y enfermeras. Y al dar un nombre falso a la necesidad y al acto, surge una distorsión que conduce a la pornografía y a la obscenidad, al abuso de los sentimientos.

Cuando no prestamos atención a la importancia, de lo erótico en el desarrollo y el mantenimiento de nuestro poder, o cuando no nos prestamos atención mientras satisfacemos nuestras necesidades eróticas interactuando con otros/as, nos usamos mutuamente como objetos de satisfacción en lugar de compartir nuestro gozo en la satisfacción y de establecer conexiones entre nuestras similitudes y diferencias. Negarse a ser consciente de lo que sentimos en cualquier momento, por muy cómodo que parezca, supone negar buena parte de la experiencia y reducirla a lo pornográfico, al abuso, al absurdo.

Lo erótico no se puede experimentar de segunda mano. En mi condición de feminista Negra y lesbiana, tengo unos sentimientos, un conocimiento y una comprensión determinados de aquellas hermanas con las que he bailado, he jugado o incluso me he peleado a fondo. Haber participado profundamente en una experiencia compartida ha sido muchas veces el precedente para realizar acciones conjuntas que, de otro modo, habrían sido imposibles.

Mas las mujeres que continúan actuando de acuerdo con la tradición europeo-norteamericana masculina no tienen facilidad para compartir esta carga erótica. Sé por experiencia que yo no alcanzaba a sentirla cuando estaba adaptando mi conciencia a este nuevo modo de vivir y sentir.

Ahora, al fin, voy encontrando más y más mujeres identificadas con las mujeres que tienen la valentía necesaria para compartir la carga eléctrica de lo erótico sin disimular y sin distorsionar la naturaleza tremendamente poderosa y creativa de esos intercambios. Reconocer el poder de lo erótico en nuestra vida puede proporcionarnos la energía necesaria para acometer cambios genuinos en nuestro mundo en lugar de contentarnos con un cambio de papeles en el mismo y manido escenario de siempre.

Pues al reconocerlo nos ponemos en contacto con nuestra fuente más profundamente creativa y, a la vez, actuamos como mujeres y nos autoafirmamos ante una sociedad racista, patriarcal y antierótica."

NOTA
* Ponencia presentada en el Cuarto Congreso de Berkshire sobre la Historia de las Mujeres, Mount Holyoke College, 25 de agosto de 1978. Publicada en forma de folleto por Out & Out Books (disponible en The Crossing Press).

REFERENCIA
El texto y la nota proceden de: Audre LORDE, “Usos de lo erótico: lo erótico como poder” (1981/1984/2003), en Audre Lorde, La hermana, la extranjera. Artículos y conferencias, traducción de María Corniero, revisión de Alba V. Lasheras y Miren Elordui Cadiz, Ed. Horas y horas, Madrid, 2003, pp. 37-46. (Texto original: “The Uses of the Erotic: The erotic as Power”, en Audre Lorde, Sister Outsider: Essays and Speeches, 1984) ♀

Fuente: SENTIPENSARES FEMCom

martes, 4 de septiembre de 2018

"Sacerdotisa de Copas" (personaje de la corte) según el Tarot Madre Paz



"La Sacerdotisa de Copas es todo agua –canaliza sentimientos y emociones, deseos, sueños y visiones interiores. Ella es la Musa arquetipo, una que inspira desde dentro, el “Ánima” o guía interior femenina y Diosa. Su forma como sirena es anfibia –puede nadar a través de las profundas aguas del inconsciente como un pez, y puede respirar aire con sus pulmones y comprometerse con pensamientos humanos. Más aún, la sirena (mermaid) es una versión corta de la “doncella alegre” (Merry Maid), este es el nombre brujo para la Gran Sacerdotisa del aquelarre. Aunque esta sacerdotisa puede inspirar poesía y verso, no confía en la comunicación verbal. En su mano izquierda, sostiene una lira, uno de los instrumentos de cuerda más antiguos del mundo. Sus siete cuerdas producen los más hermosos sonidos conocidos por el oído humano. El sonido hecho por la Sacerdotisa de Copas es oído por la ballena que hace círculos bajo ella, comunicándose a niveles psíquicos y musicales.

Ella representa el alma –la parte interior del ser, que media entre el mundo de los espíritus y los acontecimientos diarios, el cielo y la tierra. Como en el “koan” zen del pote en el océano, la Sacerdotisa de Copas representa una vasija donde lo que está afuera se funde con lo que está adentro.

La Sacerdotisa de Copas es una hechicera, quien como la Diosa sus sacerdotisas, huyó de los invasores patriarcales a las islas sagradas y secretas. Allí, detrás de los bosquecillos y zarzas, continuaron practicando la religión de la Diosa. Su cola de pez significa que la huida fue a través del mar, un tema que aparece en la imagen de la Torre. En la mitología, la Sacerdotisa "encantada" de la Antigua Religión una vez más hace noticia cuando varios héroes son expulsados de sus islas sagradas. Atraído por la metafórica isla interna de la Madre-Amor, el héroe busca islas nuevas en el Mediterráneo y Mar Adriático, entre otros.

Así, Odiseo es arrastrado por la hechicera Calipso a la isla Ogygia (que según Robert Graves era otro nombre de Egipto y adonde Osiris fue llamado por la misma "sirena"). Ulises es similarmente seducido por la “gimiente” Circe, hija de Hécate y permanece en su isla por siete años. Todas las historias con este tema implican un lapsus en la rigidez del héroe, un retorno al amoroso nido de la Madre en forma de Diosa del Mar. En la imagen de la Madre Paz, la Torre tras la Sacerdotisa de Copas representa lo que Graves podría llamar “el altar oracular de su isla sepulcral”.

El mensaje de la Sacerdotisa de Copas es que el “ánima” llama, el inconsciente atrae y lleva hacia sí mismo, el poder de lo femenino seduce aún después que ha sido conscientemente rechazado y supuestamente vencido. La Sacerdotisa de Copas representa a Afrodita, Diosa del Mar nacida de la espuma, que no sólo se comunica con la ballena, sino que toma la forma de la Diosa ballena que se tragó a Jonás y todos los otros héroes que intentan escapar de la fuerza femenina.

Cuando obtienes esta carta en una lectura, sugiere contemplación interior, la conciencia gestadora de una Madre, lo nutriente de la matriz. Tus pensamientos están enfocados hacia el interior, tu mente sumida por el poder de la imaginación. Tus emociones son ahora importantes, tus sentimientos y deseos centrales. Puedes sentirte “alucinada” y encontrar que es difícil funcionar en el plano físico. Vertical, es una carta de Madre amor y de inspiración divina; sugiere que cedas al océano de la memoria y de la experiencia colectiva representada por el inconsciente donde algo nuevo pronto será concebido.”

Texto: Fragmento de “Madre Paz: un camino hacia la Diosa a través del mito, arte y tarot” de Vicki Noble