martes, 27 de noviembre de 2012

Extractos de: Marcela Lagarde, Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas, México, UNAM, 1997

Cuerpo, sexualidad y poder


"El más profundo de los secretos es el que se desarrolla en el interior del cuerpo." Elías Canetti,[11]


Las mujeres poseen el poder del subalterno, del dominado. Desde la especialización en un pequeño ámbito de la vida y del mundo, descubren y despliegan su fuerza. Las mujeres consagradas poseen el poder positivo emanado del espíritu, y las madresposas desarrollan el poder derivado de la maternidad, las prostitutas tienen el poder negativo que emana de su cuerpo erótico y del mal, y las locas desde el delirio y la sinrazón enfrentan con su poder desestructurante, al poder de la norma.




El poder femenino pertenece al género, al grupo social de las mujeres. Cada mujer desarrolla de manera diferencial, como todos los oprimidos, el potencial de poder surgido de lo que da al opresor . Así, bajo la dominación, los oprimidos son poderosos porque tienen aquello de lo cual carece, a la vez que necesita, quien tiene atributos considerados esencia del poder.

El poder de las mujeres emana de la valoración social y cultural de su cuerpo y de su sexualidad. Foucault (1980:32) analiza el poder en y desde el cuerpo:

... el cuerpo está inmerso en un campo político; las relaciones sobre de poder operan sobre él una presa inmediata, lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplicio, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos. Este cerco político del cuerpo va unido, de acuerdo con unas relaciones complejas y recíprocas, a la utilización económica del cuerpo; el cuerpo, en una buena parte, está imbuido de relaciones de poder y de dominación, como fuerza de producción; pero en cambio su constitución como fuerza de trabajo sólo es posible si se halla prendido en un sistema de sujeción (en el que la necesidad es también un instrumento político cuidadosamente dispuesto, calculado y utilizado). El cuerpo sólo se convierte en fuerza útil cuando es cuerpo productivo y cuerpo sometido.

El cuerpo y la sexualidad de las mujeres son, en efecto, un campo político definido, disciplinado para la producción y para la reproducción, construidos ambos campos como disposiciones sentidas, necesidades femeninas, irrenunciables. El cuerpo de las mujeres es un cuerpo sujeto y, ellas encuentran fundamento a su sometimiento en sus cuerpos, pero también su cuerpo y su sexualidad son el núcleo de sus poderes.

Así, considero con Foucault (1980:11-37) al cuerpo como un espacio político privilegiado. Más aún, las mujeres, a diferencia de los hombres, son su cuerpo. Para Franca Basaglia (1983:35), el cuerpo femenino es la base para definir la condición de la mujer y la apreciación patriarcal dominante que la considera un don natural: "El ser considerada cuerpo-para-otros, para entregarse al hombre o procrear, ha impedido a la mujer ser considerada como sujeto histórico-social, ya que su subjetividad ha sido reducida y aprisionada dentro de una sexualidad esencialmente para otros, con la función específica de la: reproducción".

Cuerpo y sexualidad sobrevalorados son ejes sobre los que se estructura su condición genérica y la opresión. Son los principios que las mantienen en la dependencia y son también los espacios en los cuales se funda y se desarrolla la opresión que totaliza sus vidas, como grupo social y como particulares. Por esto, al mismo tiempo cuerpo y sexualidad son sus instrumentos y sus espacios de poder, porque están a disposición de la sociedad y de la historia, en la forma en que cada sociedad ha necesitado y decidido que sea.

Son los elementos que tienen las mujeres para dar a los hombres y a los otros, y así relacionarse con ellos.

A pesar de la sujeción, de la disciplina de su cuerpo, de su subjetividad y de su ser todo, las experiencias vitales que experimentan las mujeres en su cuerpo son tan extraordinarias que desbordan el destino de la anestesia pecaminosa. Aun en esas condiciones la búsqueda del placer y el despliegue del erotismo rebasan los cautiverios mutilantes y el mundo es muy especial y diferente de la óptica masculina, desde un cuerpo que se transforma, desde un cuerpo de mariposa.

La mujer percibe un cuerpo de recovecos y cálidas oquedades que segrega y vibra en su interior. Un cuerpo al que siempre le ocurre algo directamente sexual y ocasionalmente erótico, además de un sinfín de cosas que le ocurren. La sensibilidad extendida por toda la piel, ligada a la afectividad, permite, a pesar de todo, experiencias de plenitud profundamente ligadas a la vida.

La mujer vive el mundo desde su cuerpo. El hombre también, pero para el hombre su vida no es su cuerpo y para la mujer la vida se despliega en torno a un ciclo de vida profundamente corporal. Por eso su sensibilidad, y por eso su cuerpo grita y le duele cuando .está inconforme, tanto como puede desplegar goces si logra vencer algunas chambras, algunos corsés, algunas camisas de fuerza y algunas mortajas.

Si la mujer elabora la fuerza del monopolio del ser-para-otros, impuesto por la hegemonía patriarcal, no vive desarmada. En la opresión tiene las armas de su cuerpo, de su sexualidad y de su subjetividad para intercambiar y negociar, con los hombres y con las otras mujeres en la sociedad. Con ese poder logra, aun en condiciones de sujeción desfavorables, la sobrevivencia, un lugar en el Estado y en la cultura, y una muy particular concepción del mundo y de sí misma.

La esencia política de la mujer se estructura sobre los mismos aspectos: tanto la identidad y la enemistad entre las mujeres, como la rivalidad de quienes compiten entre sí.

Sobre la historicidad del cuerpo, de la sexualidad y de la subjetividad, se desenvuelven contradicciones que confluyen de manera simultánea en un proceso liberador. Concepciones del mundo, como la ideología de la feminidad y el feminismo se organizan en torno a esos ejes históricos, vitales de las mujeres:

i) el cuerpo, como síntesis histórica de su condición;

ii) la subjetividad: consciente e inconsciente, individual y colectiva;

iii) la integración de cuerpo y subjetividad;

iv) la redefinición de su ser histórico;

v) las relaciones con los otros;

vi) el conocimiento, la fe y las creencias: la sabiduría;

vii) la individualidad, el género y la historia.


La sexualidad femenina escindida

Las mujeres constituyen su humanidad en primer término en torno a la sexualidad. A diferencia de los hombres que parten de ella y de su cuerpo para existir, la existencia de las mujeres está dominada por la sexualidad. Esto ocurre a tal punto que la historicidad de las mujeres radica en su sexualidad y, en ese sentido, en su cuerpo vivido.

El cuerpo y la sexualidad femeninos no son paradigma de la humanidad, son inferiorizados y su característica ES además, ser para los otros.

La sexualidad femenina tiene dos espacios vitales: uno es el de la procreación y otro es el erotismo. Estos ámbitos de la sexualidad son la base de la especialización sociocultural de las mujeres. En torno a la procreación se construye la maternidad como experiencia vital básica, "natural", como contenido de vida de todas las mujeres, como centro positivo de su feminidad, de su "naturaleza".

Se reconoce la procreación femenina como un deber ser y por su carácter natural es irrenunciable, debe ser realizada: todas las mujeres son madres de manera independiente de la procreación y de la edad.

El erotismo es el espacio vital reservado a un grupo menor de mujeres ubicadas en el lado negativo del cosmos, en el mal, y son consideradas por su definición esencial erótica como malas mujeres, se trata de las putas. Sin embargo, el erotismo está presente en la vida de todas las mujeres pero salvo el caso de las putas, en el resto está asociado de manera subordinada y al servicio de la procreación.

Así, es característica básica de la sexualidad de las mujeres la relación orgánica entre erotismo y procreación, la cual a nivel de los sujetos aparece escindida. Socialmente y como parte de una cultura binaria, la sexualidad femenina escindida produce grupos de mujeres especializadas en aspectos de la sexualidad desintegrada: las madres y las putas.

El cuerpo de las mujeres procreadoras es entonces cuerpo procreador, cuerpo vital para los otros, cuerpo útero, claustro. Espacio para ser ocupado material y subjetivamente, para dar vida a los otros. El cuerpo de las mujeres eróticas es un cuerpo erótico para el placer de los otros, espacio y mecanismo para la obtención de placer por otro.

El cuerpo escindido y el mito

En la ideología dominante de contenido católico, el cuerpo de la mujer es un espacio sagrado y, por ende, objeto del tabú: en él se verifica la creación de cada ser humano, una y otra vez, como un ritual. Es también, por la extensión de sus cualidades a todos los espacios de vida de las mujeres, de la sociedad y del universo, una matriz cultural cosmogónica. La mujer es, en este sentido, por la centralidad de su cuerpo, una matriz para cumplir la encomienda de la sociedad en atención a los designios de la naturaleza o de la divinidad engendrar a los hijos, ser su recipiente, su envoltura, su placenta, su leche. El hombre participa en el hecho, se trata de sus hijos y él es su padre. Lo que queda oculto en la mitología, es cómo llega el elemento creador del hombre a la matriz de la mujer. Este problema en torno a la antropogénesis está planteado en el mito de la Virgen María.

María concibe sin hombre, en una cultura que da múltiples testimonios de conocer el papel biológico del varón en la concepción. María no es espacio del eros, representado en la fragmentación de su cuerpo y de su subjetividad, en la vagina, en la vulva. María es sólo vientre, sólo matriz "...de tu vientre, Jesús". La mujer simbolizada en María concibe sin hombre, pero no lo hace sola sino "por obra y gracia del Espíritu Santo". Se realiza la unión deserotizada y asexuada, de la deidad con una mortal cuya pureza queda resaltada en que no se aproxima al erotismo, y tampoco al sexo, es virgen, núbil.

El mito recoge y consagra el tabú: el cuerpo embarazado de la mujer es signo y símbolo de la negación del erotismo humano, en particular del erotismo femenino. Se trata de su valoración negativa, con el fin de constreñirlo, de normarlo con una finalidad determinada: afirmar la castidad como esencia erótica de las mujeres y su cuerpo como espacio consagrado a la gestación. María no vive el coito. Su matriz es el espacio sagrado de la creación humana y por ende, de la divina. Es sagrado -separado diferente, sobrecargado de poder y de significados- porque el pecado no está presente, como lo está en la concepción de los seres humanos. Se elimina el erotismo de María, aquella marca negativa que la develaría esencialmente humana en su aspecto negativo: el pecado.




Uno de los significados implícitos de este mito, la humanidad de María, símbolo de la mujer y de las mujeres, queda centrado en su sexualidad erótica, la cual le es conculcada de manera simbólica, como había sido conculcada en la historia a las mujeres. El mito no miente, ni propone algo increíble, sólo purifica a María y la convierte en este estereotipo de identidad femenina. Al negar el hecho divino, el mito minimiza el hecho humano y casi lo oculta. ¿Es que acaso en la realidad las mujeres son eróticas, son sujetos del goce, existe su cuerpo como espacio del placer? No, la respuesta es no. Las mujeres no gozan, las mujeres buenas son como María.



En este marco, las mujeres son vírgenes, aunque cojan: no gozan su cuerpo ni el del otro, participan del coito de otro, no en el coito; lo sufren, obedecen y cumplen como un deber que, por otra parte el matrimonio santifica, pero con la finalidad implícita de tener hijos, de procrear. Eso sí, "los hijos que Dios quiera". Las partes del cuerpo femenino que intervienen en la procreación, según la cultura genital como la vulva o los senos, no existen. La mujer sólo es vientre y sus senos son fuentes de alimento, son senos nutricios para el hijo, dejan de ser parte de su eros. Su vulva no es florida, es negada, ocultada, tabuada hasta lograr su inexistencia. La vulva es sobrevalorada, por negación, como el centro fetiche del cuerpo y del universo femenino.

De esta forma, el erotismo genitalizado de las mujeres se consagra: por palabra de Dios, al negarlo se le magnifica, se le constriñe a las partes del cuerpo no dichas -implícitamente reconocidas como sexuales y como eróticas-, ocultas, silenciadas: la vagina, el clítoris, la vulva. Lo que destaca en María es el vientre florido, el vientre cuna. La sacralidad del cuerpo de la mujer se debe así a la eternidad del hijo de Dios y de los hombres, y a la exclusión del pecado mediante el interdicto de su capacidad erótica, sensual, cognoscitiva, y de goce.

El mito relata simbólicamente la mutilación de la Virgen y en ella, la de todas. En su nombre está el signo, virgen mujer que no ha conocido varón, mujer íntegra que pertenece así a la divinidad. ¿Y cómo podría ser propiedad de otro hombre, si está destinada a concebir y engendrar al hijo divino? La divinidad es quien la posee. Si hubiera conocido hombre, ya no sería plenamente de Dios, se habría entregado mediante su erotismo y sólo debe ser de Dios.

María tiene que ser virgen porque así se asegura que el hijo es verdaderamente de Dios, de manera directa, sin mediaciones, por eso es divino. Debe ser virgen porque al serlo asegura que no es de otro -ya que la mujer sólo puede ser de alguien, no puede ser autónoma-, su virginidad es signo de que no tiene dueño, su alma pertenece íntegra a la divinidad y la prueba de la pureza de su alma es su cuerpo intocado. El cuerpo de la mujer es su calca, por eso su cuerpo virgen es signo de la virginidad total de su ser.

El cuerpo virginal vivido así es símbolo y testimonio tanto de su completud como de su entrega a Dios. El himen es el sello de esa entrega absoluta.

Como sabiduría ligada al placer, la sexualidad erótica es concebida como mala. Es negada, porque puede subvertir la relación de dependencia que articula la sujeción y la obediencia al poder supremo. Subvierte a la vez un saber: el conocimiento de sí misma y de los otros.

La sexualidad erótica es un espacio en el cual la divinidad pierde su omnipotencia. Por su mediación y por su vivencia los seres humanos se humanizan, se afirman como los reales-concretos, como creadores frente al mito. Con el reconocimiento en acto de su diferencia frente al poder -aunque sí son del mismo sexo-, afirman sus identidades humanas, establecen pactos, se vuelven cómplices, se asocian por el placer compartido, y eso está prohibido. El dios de Occidente requiere la adoración de pueblos enteros, pero sólo a partir de la individualidad de cada quien en la soledad, en el extrañamiento, frente a la muerte.

Si se rompe la esencia de esa relación dios-ser humano, se subvierte el poder en que están fincadas ambas, esencia y relación. Si se unen hombre y mujer no sólo mediante el eras y otros saberes, se verifica el gran atentado, el deicidio. El mal se manifiesta pleno, total: los seres humanos sin el dios tutelar "no comerán del árbol del bien y del mal y del conocimiento".

El ser humano debe estar solo. Sólo debe existir para su dueño y no debe conocer.

Si se alían hombre y mujer, a través de sus cuerpos eróticos, de sus trascendencias, entonces reconocen su humanidad y transgreden los límites de la soledad. Dejan de vivir uno en el otro, al borde de la muerte (no como conciencia), no como muerte profundamente humana, sino como amenaza divina, como castigo al pecado. Si los seres humanos viven y construyen con los otros, trascienden su soledad y su sometimiento al gran poder. La cercanía los humaniza y se separan del mundo de lo sagrado.

Si mujer y hombre conocen por sí mismos, si representan la realidad y además la crean y la recrean, la creación les pertenece. Entonces, no hay más espacio para la divinidad.

Para evitar el deicidio, en el mito se simboliza el extrañamiento, el desencuentro, el desconocimiento entre hombre y mujer. Cada cual desobedeció, subvirtió y perdió. La mujer, sin embargo es más culpable, encarna el mal, es "la tentación" (para los hombres y para sí misma). La mujer es culpable de la seducción, de la autonomía de la iniciativa erótica, de la desobediencia, doblemente responsable porque ella debía esperar sumisa, obediente.

Al hombre y a la mujer del mito, los enemista la culpa de haber pecado. Extienden la acusación mutua y en esa circunstancia deben vivir eternamente juntos, enajenados de sus posibles encuentros…

El erotismo [12]

El erotismo consiste en la exaltación o inhibición de los impulsos libidinales. Tiene como base el ansia o excitación libidinal puesta de manifiesto en el sistema nervioso, en las membranas mucosas, en la piel y en los mas diversos órganos. El erotismo tiene por protagonistas a los sujetos particulares y a los grupos sociales; tiene como espacio al cuerpo vivido, y consiste en acciones y experiencias físicas,[13] intelectuales y emocionales, subjetivas y simbólicas, conscientes e inconscientes, así como formas de percibir y de sentir, tales como la excitación, la necesidad, y el deseo, que pueden conducir o significar por sí mismas goce, alegría, dolor, agresión, horror y, finalmente, pueden generar placer, frustración, o malestar de manera directa o indirecta.

Circunscribo lo erótico y el erotismo a la libido y a la libidinal.[14] Me parece más acertada esta designación, que la más generalizada de sexual (energía sexual, atracción sexual, prácticas sexuales, etcétera), ya que el contenido libidinal permite delimitar el campo específico erótico que es parte de la sexualidad, pero no la agota. Es necesario diferenciar lo sexual erótico delimitado por lo libidinal, del resto de la sexualidad.[15]

Así, es posible definir y distinguir el campo erótico -las relaciones, las prácticas, los conocimientos, las creencias, etcétera-, de otros campos de la sexualidad como la reproducción social, la procreación, las relaciones de parentesco, etcétera. En nuestra cultura lo erótico está indisolublemente ligado a la reproducción y, en el caso de las mujeres subordinado a ésta.

El principio erótico, Eros, simboliza para Freud el principio único que teniendo por energía la libido[16] (narcisista u objetal), somete todo al principio del placer y al impulso de conservación del individuo y de la especie.

Eros es concebido como el contrario de Tánatos, destrucción. Freud llegó a usar como homónimos eros y libido y más tarde a plantear una continuidad o contemporaneidad entre ambos principios. Una concepción binaria de la vida y del psiquismo se encuentra claramente expresada en su concepción sobre la vida como una lucha permanente entre los principios vitales del placer y los impulsos de destrucción y de muerte, ambos constitutivos de la existencia humana. La contradicción entre ellos marca la experiencia de los sujetos.

Erotismo genérico


El erotismo esta constituido por las más diversas experiencias de acuerdo con las épocas históricas y con las culturas. Cada cultura incluye una cultura erótica específica conformada por relaciones sociales, normas (prescripciones y prohibiciones ), códigos, preferencias, prácticas, conocimientos, sabiduría, concepciones, lenguajes y tabúes. A pesar de la división de las sociedades en grupos sociales (clases, castas, sectas), el bloque político cultural dominante impone por medio de sus instituciones, una cultura erótica dominante. En general, aunque se crea que es homogénea, que los mismos principios son válidos para todos, el erotismo en nuestro mundo, es patriarcal, clasista, genérico,[17] racista, específico y distintivo para los grupos de edad, y para los sujetos, de acuerdo con el tipo de conyugalidad y con sus particulares tradiciones. Las definiciones esenciales de la sociedad, de la cultura, y de los sujetos particulares, lo constituyen.

Es importante señalar la dificultad para analizar el erotismo femenino desde concepciones como la freudiana[18] en que el paradigma humano (lo erótico) no sólo está encarnado por el hombre, sino que además los intereses patriarcales han marcado las reglas que lo contienen. Finalmente, la problemática se complica porque trata del erotismo de las mujeres, realmente sujetas social y culturalmente a los hombres, con quienes deben relacionarse eróticamente, de manera positiva.

Una contradicción básica para las mujeres consiste en que deben orientar y definir su erotismo de acuerdo con las normas dominantes y simultáneamente, con las específicas de su género. Las mujeres tienen así una doble asignación erótica. Están definidas en función de un erotismo pretendidamente neutro, que abarca a todos, y de un erotismo asignado a su género. Es decir, las mujeres tienen deberes, límites, y prohibiciones, eróticos, generales y específicos.

Kollontai[19] detectó este hecho y lo llamó doble moral sexual. Aunque no es sólo un problema ubicado en la dimensión ética o moral. Se trata de relaciones, prácticas, normas, creencias y tabúes que conforman un erotismo que, a más de diferente al paradigma, es ubicado en la naturaleza (animalidad femenina),[20] y es valorado como inferior. El erotismo dominante recrea en su asimetría, la discriminación, la subalternidad, la dependencia y la sujeción de las mujeres. Es un erotismo de la opresión.

El erotismo puede satisfacerse o verse frustrado en su propia dimensión erótica, sin embargo, también puede desembocar en otros fenómenos a través de mecanismos como la compensación o la sublimación. La compensación actúa a partir de la frustración y consiste en que se compensa la pérdida o la insatisfacción a través de otros objetos o actividades. Los mecanismos de compensación son los que prevalecen en el erotismo femenino. La sublimación consiste en que el impulso erótico moviliza para la realización de actividades diversas y en ellas encuentra el placer: el trabajo, la mística, creación artística, y cualquier otra actividad erotizada. La búsqueda erótica inconsciente de un objeto, la pulsión básica, compartida por hombres y mujeres, encuentra una explicación en el hecho señalado por Bataille (1980:29) en cuanto a que somos seres que morimos de manera aislada y tenemos la nostalgia de la continuidad perdida: "lo que está siempre en cuestión es sustituir el aislamiento del ser, su discontinuidad, por un sentimiento de continuidad profunda".

Así, el erotismo como creación de la continuidad del sujeto consigo mismo o en relación con otros, involucra aspectos de la experiencia únicos, que tienen que ver con la integridad de los sujetos. La experiencia erótica acontece en la intimidad más interior y está normada desde la sociedad y la cultura, por un saber hecho conciencia por el sujeto y está determinada por necesidades inconscientes ignoradas. Ambos principios, conscientes e inconscientes actúan a la vez aleatoria y contradictoriamente, en toda experiencia erótica.

El erotismo es entonces, un espacio político privilegiado porque toca la intimidad más profunda de cada cual y porque por su mediación, el sujeto queda totalmente involucrado: desnudo, más o menos marcado por sus pulsiones.

En el caso de relaciones eróticas, se trata de una dimensión privilegiada para el establecimiento de pactos que obligan compulsivamente, y para la acción directa sobre el otro -ya sea constructiva y satisfactoria, o aniquilante-, dada la vulnerabilidad de los sujetos que tienen a la vez una experiencia interior y otra experiencia con lo externo.


Pies de página

En la línea de considerar la sexualidad como un hecho histórico de carácter social y cultural fundado en la norma y no en una supuesta animalidad humana. Agnes Heller (19800:92) plantea que "El surgimiento de la sexualidad coincide con el surgimiento del tabú del incesto, y es por lo tanto, contemporáneo de la regulación social y no de la regulación instintiva".
Mead (1975:694) señala el horror como característica común a todas las prohibiciones: "tabú nos parece más adecuada que prohibición, ya que lo que pesa sobre el incesto, que con frecuencia carece de sanción legal va siempre acompañado de un sentimiento de intenso horror". Para un resumen sobre incesto, psicoanálisis y antropología, véase Vázquez, 1986.
Y, de acuerdo con Canetti (1981:286), "el secreto ocupa la misma médula del poder".
La palabra erotismo "...fue acuñada en el siglo XIX a partir del adjetivo erótico, empleado hasta entonces sólo en medicina (locura erótica) o en crítica literaria (poesía erótica, referente al amor) y copiado del griego eros, dios del deseo sexual en el sentido más vago" (Léxico sucinto del erotismo, 1974:37). El concepto erotismo viene de "Eros Dios griego del amor, hijo de Marte y de Venus. Mensajero y servidor de Venus, era el confidente y sostén de los enamorados. Los antiguos le atribuían además, una función cosmogónica. Eros y Tánatos forman los dos polos de la vida y de la muerte respectivamente en la existencia humana.
El erotismo tiene bases físicas. La excitación se produce en ocasiones por la acción de las hormonas sexuales, en especial las andróginas. sobre el sistema nervioso. La erotización perdura aún cuando desaparezcan o se reduzcan dichas hormonas del organismo como ocurre en la andropausia y la menopausia (del griego meno=mes, mensual y pausis=cesación)= "fin de los meses". El erotismo está ligado a la lujuria, según la Enciclopedia Ilustrada de Sexología y Erotismo. Es el apetito desordenado de los deleites carnales. Se trata, desde luego, de una concepción ligada a una valoración moral y ética del pecado. Kinsey definió al comportamiento sexual erótico como el comportamiento que conduce al orgasmo, con seis salidas principales: masturbación, sueños sexuales. caricias. coito. Las actividades homosexuales y los contactos animales" (citado en Katchadourian, 1984:19).
El concepto libido (libido-inis, deseo) se deriva del latín (desiderium) y significa deseo, que significó en un principio "puesta de un astro", luego "pesar", y tardíamente "deseo", En el Léxico sucinto del erotismo {1974:32) se le define como "la tendencia profunda, invencible y muchas veces espontánea, que empuja a un ser a apropiarse de la manera que sea de un elemento del mundo exterior, o de otro ser, Esta tendencia cuhnina y se desarrolla en la sexualidad... define al individuo humano. Para algunos tiene valor por sí mismo, y es un medio de conocimiento". La libido es la energía que emana de la búsqueda del placer en general; Freud le dio el sentido de energía sexual e impulso de la sexualidad humana, mismo que por sublimación podrá convertirse en otras formas de la experiencia humana.
Bataille (1980:23) afirma que sólo los seres humanos "han hecho de la actividad sexual una actividad erótica, y que la diferencia entre el erotismo y la actividad sexual simple es una investigación o búsqueda psicológica independiente del fin natural dado en la reproducción y en el ansia por tener niños".
Freud (1905) impregnó de valores patriarcales sus categorías; de ahí que la libido sea para él un principio masculino: "La libido es de naturaleza masculina, aparezca en el varón o en la mujer e independientemente de su objeto, sea éste el hombre o la mujer", Juliet Mitchel (1977a) fue precursora en la crítica feminista positiva a las teorías freudianas, y se encargó de limpiar categorías como la libido de ese contenido.
Alberoni (1986:9) reconoce la diferencia como un hecho definitorio del erotismo: "El erotismo se presenta bajo el signo de la diferencia. Una diferencia dramática. violenta. exagerada y misteriosa. Por cierto establece una diferencia cultural entre hombres y mujeres a partir de preferencias, lecturas, actitudes, manejo del cuerpo, del maquillaje...
La dificultad de hacer una traducción femenina del complejo de Edipo, sobre todo por lo que se refiere al cambio de objeto que deben realizar las mujeres al desplazar su interés libidinal de la madre (otra, igual) al padre (otro, diferente), manteniendo una identidad de género con la madre. El psicoanálisis contemporáneo desarrollado entre otros por Karen Horney, Melanie Klein. Nancy Chodorow y Christiane Olivier han contribuido a develar esta problemática y a señalar su importancia en la conformación de la identidad de las mujeres. Por el contrario, psicoanalistas como Marie Bonaparte (1977) y Marie Langer (1980 y 1983) tradujeron para el análisis de la sexualidad femenina los esquemas freudianos.
"La moral sexual actual, como moral que sirve únicamente a los intereses de la propiedad... asida en el matrimonio monógamo indisoluble que rara vez está basado en el amor y la institución de la prostitución tan extendida y organizada, no sólo no contribuye al saneamiento y mejoramiento, sino que conduce a la degeneración" (Kollontai. 1918:66).
"El erotismo es un aspecto 'inmediato' de la experiencia interior que se opone a la sexualidad animal" (Bataille 1980). En relación con la sexualidad erótica, Germaine Greer (1985:226) considera que "el sexo es realmente una idea mágica, sugestiva y altamente indefinible. Incluye género, erotismo, genitalidad, misterio, lujuria, fecundidad, virilidad, estremecimiento, neurología, psicopatología, higiene, pornografía y pecado, suspendido todo ello en experiencias reales de la más intratable subjetividad".

Bibliografía

Lagarde, Marcela, Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas, México, UNAM, 1997.




Marcela Lagarde es autora del libro «Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas», Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1990, y de múltiples trabajos de investigación sobre la condición de la mujer y la situación de las mujeres, así como sobre política y género.

(Bajado de Articuloteca Feminista, http://articulotecafeminista.blogspot.com/2007/04/la-sexualidad.html

La Verdadera Paz Se Fundamenta En La Espiritualidad Y En El Paradigma Femenino Del Cuidado - Leonardo Boff

La espiritualidad en la construcción de la paz


Todos los factores y prácticas en los distintos sectores de la vida personal y social deben contribuir a la construcción de la paz tan ansiada en los días actuales. Los esfuerzos serían incompletos si no incluyésemos la perspectiva de la espiritualidad.

La espiritualidad es aquella dimensión en nosotros que responde a las preguntas últimas que acompañan siempre a nuestras búsquedas. ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? ¿Cuál es el sentido del universo? ¿Qué podemos esperar más allá de esta vida?




Las religiones suelen responder a estas inquietudes, pero ellas no tienen el monopolio de la espiritualidad. Ésta es un dato antropológico de base como la voluntad, el poder y la libido. Emerge cuando nos sentimos parte de un Todo mayor. Es más que la razón; es un sentimiento oceánico de que una Energía amorosa origina y sustenta el universo y a cada uno de nosotros.



En el proceso evolutivo del que venimos, irrumpió un día la conciencia humana. Hay un momento de esta conciencia en que ella se da cuenta de que las cosas no está lanzadas aleatoriamente ni yuxtapuestas, al azar, una al lado de la otra. Ella intuye que un «Hilo Conductor» pasa a través de ellas, las liga y las religa.

Las estrellas que nos fascinan en las noches cálidas del verano tropical, la selva amazónica en su majestad e inmensidad, los grandes ríos como el Amazonas, llamado con razón río-mar, la profusión de vida en los campos, el vocerío sinfónico de los pájaros en la selva virgen, la multiplicidad de las culturas y de los rostros humanos, el misterio de los ojos de un recién nacido, el milagro del amor entre dos personas que se quieren, todo eso nos revela cuán diverso y uno es nuestro mundo universo.

A este «Hilo Conductor» los seres humanos le han dado mil nombres, Tao, Shiva, Alá, Yahvé, Olorum y muchos más. Todo se resume en la palabra Dios. Cuando se pronuncia con reverencia este nombre algo se mueve dentro del cerebro y del corazón. Neurólogos y neurolingüistas han identificado el «punto Dios» en el cerebro. Es un punto que hace subir la frecuencia hertziana de las neuronas como si hubiesen recibido un impulso. Esto significa que en el proceso evolutivo surgió un órgano interior mediante el cual el ser humano capta la presencia de Dios dentro del universo. Evidentemente Dios no está solamente en este punto del cerebro, sino en toda la vida y en el universo entero. Sin embargo a partir de este punto quedamos habilitados para captarlo. Y todavía más, somos capaces de dialogar con Él, de elevarle nuestras súplicas, de rendirle homenaje y de agradecerle el don de la existencia. Otras veces no decimos nada. Silenciosos y contemplativos, lo sentimos solamente. Y entonces nuestro corazón se dilata a las dimensiones del universo y nos sentimos grandes como Dios o percibimos que Dios se hace pequeño como nosotros. Se trata de una experiencia de no-dualidad, de inmersión en el misterio sin nombre, de una fusión de la amada y el Amado.

Espiritualidad no es solamente saber, sino principalmente poder sentir las dimensiones de lo humano radical. El efecto es una profunda y suave paz, que viene de lo Profundo.

La humanidad necesita con urgencia esta paz espiritual. Ella es la fuente secreta que alimenta a la humanidad en todas sus formas. Irrumpe desde dentro, irradia en todas las direcciones, eleva la calidad de las relaciones y toca el corazón de las personas de buena voluntad. Esa paz esta hecha de reverencia, de respeto, de tolerancia, de comprensión benevolente de las limitaciones de los otros, y de la acogida del Misterio del mundo. Ella alimenta el amor, el cuidado, la voluntad de acoger y de ser acogido, de comprender y de ser comprendido, de perdonar y de ser perdonado.

En un mundo perturbado como el nuestro, nada hay de más sensato y noble que anclar nuestra búsqueda de la paz en esta dimensión espiritual.

Entonces la paz podrá florecer en la Madre Tierra, en la inmensa comunidad de la vida, en las relaciones entre las culturas y los pueblos, y aquietará el corazón humano cansado de tanto buscar.





La paz fundada en el paradigma del cuidado


La humanidad nunca tuvo tantos ni tan peligrosos conflictos en los últimos 200 años, ni tanta beligerancia y guerrerismo como en los últimos 196 mil años, durante el tiempo de la cosmovisión matriarcalista. Hoy retornar parcialmente a la cosmovisión matriarcalista es una necesidad urgente.

La voluntad de poder de un país sobre otro, el patriarcalismo cultural que todavía margina a la mujer y la explotación de la naturaleza para conseguir beneficios materiales son factores de violencia e impedimentos para la paz. El patriarcalismo debilitó la dimensión de lo femenino, que nos hace más sensibles a todos, y rebajó la inteligencia emocional, nicho del cuidado y de la experiencia ética y espiritual.

Esta parcialidad, negando la dimensión anima (lo femenino), no ha dejado de afectar fuertemente a la ética. El núcleo de la moralidad clásica heredada de los griegos y perfeccionada por Kant, Habermas y Rorty tiene como base inconsciente la experiencia del animus (lo masculino). Por eso se funda sobre dos pilastras básicas: la justicia, que se expresa en los derechos y en los deberes de los hombres (dejando invisibles a las mujeres), y la autonomía del individuo, en la idea de que solamente un ser libre puede ser un ser ético.

Pero esta visión es parcial pues deja fuera dimensiones fundamentales, propias mas no exclusivas de lo femenino (anima), como son las relaciones afectivas que se dan en la familia, con los otros, con la naturaleza y con todos los que nos sentimos relacionados. Sin tales relaciones, la sociedad pierde su rostro humano. Aquí más que justicia se necesita la categoría mayor, que es la del cuidado. El cuidado es un paradigma que se opone al de la dominación. Es aquella relación que se preocupa y se responsabiliza por el otro, que se envuelve y se deja envolver con la vida en sus muchas formas, que muestra solidaridad y compasión, cura heridas pasadas y previene heridas futuras.


La base empírica es la experiencia –tan finamente analizada por el psicoanalista inglés D. Winnicott– de que todos necesitamos ser cuidados, acogidos, valorizados y amados, y deseamos cuidar, acoger, valorar y amar. Portadoras privilegiadas, mas no exclusivas, de esta experiencia son las mujeres. Ellas están ligadas directamente a la vida que necesita cuidado, como la maternidad, la alimentación, el desvelo en la enfermedad, el acompañamiento de la educación. Estas características son propias del principio femenino (anima) que se encuentra también en el hombre y que las realiza a su manera.


En el trasfondo de esta ética del cuidado hay una antropología más fecunda que aquella tradicional, base de la ética dominante: parte del carácter relacional del ser humano. Él es fundamentalmente un ser de afecto, portador de pathos, de capacidad de sentir y de afectar y ser afectado. Además de la razón intelectual (logos) está dotado de la razón emocional, sensible y de la razón espiritual. Es un ser-con-los-otros y para-los-otros en el mundo. No existe aislado en su espléndida autonomía, vive siempre dentro de redes de relaciones concretas y se encuentra permanentemente conectado. No necesita un contrato social para poder vivir junto a otros. Su naturaleza consiste en vivir comunitariamente.

Sin duda, para tener una cultura de la paz duradera necesitamos instituciones justas, pero el funcionamiento de éstas no puede ser formal ni burocrático sino humano, cuidadoso y sensible a los contextos de las personas y de sus situaciones. Más que nada, debemos alimentar una cultura generalizada de cuidado para con la Tierra, y las personas, especialmente las más vulnerables, y de atención a las relaciones entre los pueblos para evitar la guerra.



En vez del gana-pierde pasa a funcionar el gana-gana. Con esta estrategia se disminuyen los factores de tensión y de conflicto. Para llegar a la paz son relevantes las virtudes asumidas conscientemente, como la transparencia, la disposición al diálogo y a la escucha, la acogida cálida del otro. Lo enfatizó el presidente Lula al abordar la cuestión de Irán bajo la amenaza de la truculencia estadounidense y sus aliados por causa del enriquecimiento de uranio para fines pacíficos (pretexto para controlar el petróleo y el gas).


Pero hay una dimensión subjetiva y espiritual que refuerza la búsqueda de la paz. Es la capacidad de perdón y de olvido de viejas disputas y conflictos. Hoy que las culturas se encuentran, hacen patentes las tensiones históricas que separan a los pueblos. Hay que mirar siempre hacia delante en la construcción de una nueva relación fundada en una alianza de cuidado entre todos.

Vivir este tipo de humanismo necesario está dentro de las posibilidades de nuestro ser. Es la condición de la paz duradera, considerada ya por Kant como el fundamento de la República mundial.




La paz fundada en el paradigma del cuidado



La voluntad de poder de un país sobre otro, el patriarcalismo cultural que todavía margina a la mujer y la explotación de la naturaleza para conseguir beneficios materiales son factores de violencia e impedimentos para la paz. El patriarcalismo debilitó la dimensión de lo femenino, que nos hace más sensibles a todos, y rebajó la inteligencia emocional, nicho del cuidado y de la experiencia ética y espiritual.

Esta parcialidad, negando la dimensión anima (lo femenino), no ha dejado de afectar fuertemente a la ética. El núcleo de la moralidad clásica heredada de los griegos y perfeccionada por Kant, Habermas y Rorty tiene como base inconsciente la experiencia del animus (lo masculino). Por eso se funda sobre dos pilastras básicas: la justicia, que se expresa en los derechos y en los deberes de los hombres (dejando invisibles a las mujeres), y la autonomía del individuo, en la idea de que solamente un ser libre puede ser un ser ético.

Pero esta visión es parcial pues deja fuera dimensiones fundamentales, propias mas no exclusivas de lo femenino (anima), como son las relaciones afectivas que se dan en la familia, con los otros, con la naturaleza y con todos los que nos sentimos relacionados. Sin tales relaciones, la sociedad pierde su rostro humano. Aquí más que justicia se necesita la categoría mayor, que es la del cuidado. El cuidado es un paradigma que se opone al de la dominación. Es aquella relación que se preocupa y se responsabiliza por el otro, que se envuelve y se deja envolver con la vida en sus muchas formas, que muestra solidaridad y compasión, cura heridas pasadas y previene heridas futuras.


La base empírica es la experiencia –tan finamente analizada por el psicoanalista inglés D. Winnicott– de que todos necesitamos ser cuidados, acogidos, valorizados y amados, y deseamos cuidar, acoger, valorar y amar. Portadoras privilegiadas, mas no exclusivas, de esta experiencia son las mujeres. Ellas están ligadas directamente a la vida que necesita cuidado, como la maternidad, la alimentación, el desvelo en la enfermedad, el acompañamiento de la educación. Estas características son propias del principio femenino (anima) que se encuentra también en el hombre y que las realiza a su manera.


En el trasfondo de esta ética del cuidado hay una antropología más fecunda que aquella tradicional, base de la ética dominante: parte del carácter relacional del ser humano. Él es fundamentalmente un ser de afecto, portador de pathos, de capacidad de sentir y de afectar y ser afectado. Además de la razón intelectual (logos) está dotado de la razón emocional, sensible y de la razón espiritual. Es un ser-con-los-otros y para-los-otros en el mundo. No existe aislado en su espléndida autonomía, vive siempre dentro de redes de relaciones concretas y se encuentra permanentemente conectado. No necesita un contrato social para poder vivir junto a otros. Su naturaleza consiste en vivir comunitariamente.

Sin duda, para tener una cultura de la paz duradera necesitamos instituciones justas, pero el funcionamiento de éstas no puede ser formal ni burocrático sino humano, cuidadoso y sensible a los contextos de las personas y de sus situaciones. Más que nada, debemos alimentar una cultura generalizada de cuidado para con la Tierra, y las personas, especialmente las más vulnerables, y de atención a las relaciones entre los pueblos para evitar la guerra.



En vez del gana-pierde pasa a funcionar el gana-gana. Con esta estrategia se disminuyen los factores de tensión y de conflicto. Para llegar a la paz son relevantes las virtudes asumidas conscientemente, como la transparencia, la disposición al diálogo y a la escucha, la acogida cálida del otro. Lo enfatizó el presidente Lula al abordar la cuestión de Irán bajo la amenaza de la truculencia estadounidense y sus aliados por causa del enriquecimiento de uranio para fines pacíficos (pretexto para controlar el petróleo y el gas).


Pero hay una dimensión subjetiva y espiritual que refuerza la búsqueda de la paz. Es la capacidad de perdón y de olvido de viejas disputas y conflictos. Hoy que las culturas se encuentran, hacen patentes las tensiones históricas que separan a los pueblos. Hay que mirar siempre hacia delante en la construcción de una nueva relación fundada en una alianza de cuidado entre todos.

Vivir este tipo de humanismo necesario está dentro de las posibilidades de nuestro ser. Es la condición de la paz duradera, considerada ya por Kant como el fundamento de la República mundial.




lunes, 26 de noviembre de 2012

El escritor vive dos veces - Natalie Goldberg

• El escritor vive dos veces. Lleva su propia vida cotidiana y en ella corre como todo el mundo yendo a comprar, atravesando la calle, vistiéndose por la mañana para ir a trabajar. Pero el escritor ha entrenado, al mismo tiempo, otra parte de sí mismo. La que vuelve a vivir todo esto por segunda vez. La que se sienta y vuelve a recorrer mentalmente todo lo que ha sucedido, deteniéndose a observar su consistencia y sus detalles.

Cuando estalla un temporal, todos corren por las calles de aquí para allá con paraguas, impermeables, diarios en la cabeza. El escritor vuelve a salir bajo la lluvia con la libreta de apuntes en la mano y la pluma entre los dedos. El escritor observa los charcos, los ve llenarse, ve cómo las gotas de lluvia puntúan la superficie. Se podría decir que el escritor se ejercita en ser estúpido. Sólo un estúpido se quedaría bajo la lluvia mirando un charco. Si uno es listo, intenta no quedarse bajo la lluvia para evitar los resfriados y, de todas formas, en caso de enfermedad se ha asegurado de antemano. Si uno es tonto, se interesa más por los charcos que por su propia salud, las pólizas de seguro o la puntualidad en el trabajo.

Por último, uno está más interesado en volver a vivir su propia existencia escribiendo que en hacer dinero. Bueno, entendámonos: también a los escritores les gusta hacer dinero; también a los artistas, contrariamente a lo que normalmente se piensa, les gusta comer. Sólo que, para ellos, el dinero no es la motivación principal. Personalmente, si tengo tiempo para escribir me siento muy rica, mientras que me siento muy pobre si tengo un sueldo regular pero no tengo tiempo para mi verdadero trabajo. Pensad en ello. El patrono nos da un sueldo a cambio de nuestro tiempo. El tiempo es la mercancía de mayor valor que un ser humano tiene para ofrecer.

Trocamos el tiempo de nuestra vida por dinero. El escritor se detiene en el primer paso, el propio tiempo, y le atribuye un valor aún antes de recibir a cambio un dinero. El escritor tiene muchísimo aprecio a su propio tiempo, y no tiene tanta prisa por venderlo. Es como heredar un terreno de la familia. Este terreno siempre ha pertenecido a la familia, desde tiempo inmemorial. Viene alguien y ofrece comprarlo. El escritor, si es listo, no venderá demasiado. Sabe bien que, una vez vendido el terreno, podrá comprarse un segundo coche, pero no tendrá un lugar donde refugiarse, ya no tendrá un lugar donde soñar.

Por eso, si queremos escribir, no es malo que seamos un poco tontos. Dentro de nosotros existe una persona a la cual no se le puede dar prisa, una persona que necesita tiempo y nos impide entregarlo todo. Esta persona necesita un sitio a donde ir, y nos obliga a mirar fijamente los charcos bajo la lluvia, casi siempre sin sombrero, y a sentir las gotas que caen sobre la cabeza.


• ¿Por qué escribo? Escribo porque tengo la boca cerrada desde toda una vida, y la verdad es que, en secreto, quisiera de un modo egoísta vivir eternamente, y quisiera que mis seres queridos vivieran eternamente. Me hace daño la provisionalidad, el paso del tiempo. Dentro de cada una de mis alegrías asoma el continuo tormento de que todo pasará. Todo, incluso el Croisant Express en la esquina de Hennepin Avenue de Minneapolis, una gran ciudad del Midwest de la mítica america, donde, antes o después, ya no vendré a tomarme mi chocolate caliente. Me trasladaré a New Mexico, donde nadie sabe lo que se siente estando aquí, con la luz violeta de la tarde entrando por las ventanas, los reflejos del techo plateado, el aroma leve de los croissant que se doran en el horno.

Escribo, porque estoy sola, y sola recorro las calles de este mundo. Nadie nunca sabrá lo que ha pasado a través mío, y, cosa aún más sorprendente, yo tampoco lo sé. Ahora que es primavera, ya no me acuerdo de lo que se sentía con cuatro grados bajo cero. Aún con la calefacción encendida, se podía sentir la mortalidad aullar a través de las delgadas paredes de mi casa.

Escribo porque estoy loca, esquizofrénica, lo sé y lo acepto, y tengo que utilizar de alguna forma esta locura en lugar de ir al manicomio.

Escribo porque hay historias que la gente ha olvidado relatar, porque soy una mujer que intenta vivir con dignidad. Escribo porque dar forma a una palabra con los labios y la lengua, o pensar algo y a continuación atreverse a escribirlo, para no volver a comérselo a veces, es la experiencia más intensa que conozco. Estoy intentando convertirme en algo vivo, descubrir lo que se esconde en los rincones de mi interioridad, sacarlo y conferirle forma y color.

Escribo por mi total incredulidad frente al hecho de que incluso el amor no me basta, y que al final escribir podría ser todo lo que me queda, y esto no sea todavía suficiente. Nunca consigo sacarlo todo, y además, hay momentos en los que tengo que dejar el cuaderno sobre el escritorio y volverme para enfrentarme realmente con mi existencia. Y, luego, hay momentos en los que la única forma de enfrentarme realmente con mi existencia es volviendo al cuaderno.

Escribo porque sufro, y escribir es un modo para transformar este sufrimiento en un tesoro. Escribo para volverme fuerte y volver al hogar, y éste podría muy bien ser el único verdadero hogar que tendré.


• Ser escritor y escribir significa sentirse libre. Significa cumplir la propia función. Hace tiempo, creía que la libertad consistía en hacer todo lo que uno quisiese. Sin embargo la libertad consiste en entender quiénes somos, entender lo que tendríamos que hacer en esta tierra y, por fin, simplemente hacerlo.

• Cuando escribáis, utilizad detalles originales. La vida es tan rica que, si conseguimos escribir los detalles reales de la forma en la que las cosas eran y son, ya no hace mucho más.



• Relajaos, gozad, estad presentes y abrid vuestro corazón. Espontáneamente iréis absorbiendo el ambiente que os rodea y, más tarde, sentaos a frente a la mesa de escribir, conseguiréis recordar, con la máxima precisión.

• Nuestra vida es ordinaria y al mismo tiempo mítica. Vivimos y morimos, envejecemos maravillosamente o nos llenamos de arrugas. Nos despertamos por la mañana, compramos algo y esperamos tener en la cartera lo bastante para pagarlo. Y al mismo tiempo el corazón, máquina perfecta, sigue latiendo a través de todos los dolores y todos los inviernos que vivimos sobre esta tierra. Nosotros somos importantes, y nuestras vidas son importantes, mejor dicho, magníficas, y vale la pena registrar sus detalles. He aquí cómo tiene que pensar el que escribe, he aquí cómo hay que sentarse con la pluma entre los dedos. Estamos aquí, somos seres humanos; así es como hemos vivido, que todo el mundo lo sepa; el mundo ha pasado delante de nosotros. Nuestros detalles son importantes. De lo contrario, si no lo fueran, podríamos dejar caer una bomba y no cambiaría absolutamente nada.

• El escritor debe decir sí a la vida, a cada aspecto de la vida. Tenemos que convertirnos en escritores que aceptan las cosas como son, que consigue apreciar el detalle y avanzar con un sí en los labios, de forma que alrededor nuestro ya no hayan más negaciones, negaciones que le quitan valor a la vida y borran estos detalles de nuestro mundo. “Acariciad los detalles”, dice Nabokov, rozadlos tiernamente.

• El escritor vive dos veces. Lleva su propia vida cotidiana, y en ella corre como todo el mundo yendo a comprar, atravesando la calle, vistiéndose por la mañana para ir a trabajar. Pero el escritor ha entrenado, al mismo tiempo, otra parte de sí mismo. La que vuelve a vivir todo esto por segunda vez. La que se sienta y vuelve a recorrer mentalmente todo lo que ha sucedido, deteniéndose a observar su consistencia y sus detalles.

• Igual que las obsesiones, también nuestros sueños tienden a volver a aflorar. Haríamos mejor en prestarles atención, y a actuar en consecuencia. Es una forma de penetrar en nuestra vida; de otro modo, podríamos ir a la deriva con nuestros sueños durante toda la eternidad.

• Es mucho mejor ser escritores tribales, que escriben para todos y reflejan muchas voces en la propia, que vivir en el aislamiento, a la búsqueda de una miga de verdad en nuestra mente individual. Hay que crecer, expandirse, y escribir abrazando al mundo entero.

• Si en nuestro barrio hay otras personas que escriben, es bueno conocerlas y encontrarse, para ayudarse unos a otros. Es muy difícil perseverar en la soledad. Guardad en el desván la idea del artista solitario y sufridor. El sufrimiento es parte de la condición humana. No hagáis que las cosas sean más difíciles de lo que son.

• Olvidémonos de nosotros mismos. Sumerjámonos en lo que miramos, hasta desaparecer.

• Aunque no escribamos, seguimos siendo escritores. No es algo que podamos sacudirnos de encima. Caminemos cono lo haría un animal. Hagamos que todo lo que nos rodea se convierta en presa. Utilicemos los sentidos como los utiliza un animal.

• Crearse un espacio para escribir es otro signo de un compromiso mayor.

• El trabajo del escritor consiste en dar vida a lo banal, en volver a despertar al lector a la excepcionalidad de lo existente.

• Saca otro bloc, coge la pluma, y escribe, escribe, escribe. En el centro del mundo, es suficiente con dar un solo paso positivo. En el centro del caos, es suficiente con hacer un sólo acto definitivo. Escribe y basta. Di que sí, quédate vivo, mantente despierto. Escribe y basta. Escribe, escribe.

• Cuando estamos realmente dentro de lo que estamos escribiendo, no importa dónde nos encontremos, porque de todas maneras es perfecto. Saber que podemos escribir en todas partes, nos da una sensación de gran autonomía y seguridad. Si queremos escribir, al final encontraremos, sin duda, la oportunidad de hacerlo.

• Os doy este consejo por experiencia personal. Avanzad siempre más allá de donde creéis poder llegar.

• Hay una frase se Gore Vidal que cito a menudo: “Como todo autor (y todo lector) sabe, escribir bien es el viaje más bonito que existe”. No nos creemos el problema de escribir “bien”; simplemente escribir, ya es el paraíso.

• Nuestro secreto más profundo es que escribimos porque amamos el mundo. ¿Y por qué, entonces, no decidirse a sacar este secreto que hay en nosotros, y llevarlo a las salas y las galerías, el jardín y el mercado? Que todo florezca.

• Cuando aceptamos estar predestinados para escribir, tras haberlo probado todo, nos encontramos frente a un camino obligado.

• Dedicarse a la práctica de la escritura significa, en última instancia, dedicarse a la propia existencia en su integridad.

• Cuando estamos presentes, el mundo está verdaderamente vivo.

•Escribir cualquier cosa que os atraviese el cuerpo y la mente en ese preciso instante. No intentéis controlar lo que escribís.

•Hay que tener fe en el proceso evolutivo.

• Fundamentalmente, si queremos aprender a escribir bien, hay que hacer tres cosas: leer bastante, escuchar bien e intensamente, y escribir mucho. Y no pensar demasiado.

• Para escribir mejor, hay que hacer ejercicio, (escribir) como en cualquier otro deporte. Pero no hay que dejarse atrapar por el sentido del deber y transformar el ejercicio en una rutina que sea un fin en sí misma.

•… hay que volver continuamente a los libros, a los buenos libros. Y releer a menudo aquellas visiones que nos dicen quiénes somos, lo que podemos ser.

 • En el centro del mundo, es suficiente con dar un solo paso positivo. En el centro del caos, es suficiente con hacer un solo acto definitivo. Escribe y basta. Di que sí, quédate viva, mantente despierta. Escribe y basta. Escribe, escribe.

• En cierto momento de nuestra vida, tenemos que enloquecer, tenemos que perder el control, salirnos de nuestra forma acostumbrada de ver, y entender que el mundo no es como creemos.

• Escribir es un acto de descubrimiento.

• Una poesía es un breve momento de iluminación.

• Si la energía de una poesía se encuentra toda en un solo verso, corta todo lo demás, y deja solo aquel verso.

Fuente: "El gozo de escribir",  Natalie Goldberg.




• No conozco a ningún escritor que sea feliz.

• Si hay algún destino claro para mí en esta vida, lo alcanzaré a través de la escritura.

• Estás ante un camino sin indicaciones, donde las únicas señales válidas son las calaveras de aquéllos que no regresaron.

• Abandoné porque en realidad no tenía ni la más remota idea sobre cómo empezar un libro o sobre cómo acabarlo.

• A menudo luchamos contra nosotros mismas debido a la ignorancia o a las enseñanzas que hemos recibido de la sociedad.

• Debemos estar dispuestas a descartar todas las páginas que haga falta, por mucho que hayamos trabajado en ellas. No pienses que es trabajo malgastado. Porque es el camino que te conducía a la puerta de entrada.

• El camino del escritor requiere concentración, paciencia, compromiso, consciencia, aislamiento, fe y distancia respecto a las percepciones comunes.

• Nunca se acobardó, se mantuvo fiel al apasionado impulso de la creación.

• Cuanto más regularmente escribo más real me parece la historia.

• Tener tiempo para escribir es simplemente eso. Una hora por aquí, media hora por allá.

• Nunca afirmes nunca que escribirás cada día porque cuando no lo hagas -y te aseguró que habrá días que no lo harás- te odiarás a ti misma. Y en vez de escribir cada día, terminarás por no escribir nunca.

• Si pierdes una oportunidad tienes que recuperarla.

• En las estanterías se amontonan buenos libros esperando ser leídos. Podríamos acercar nuestra mente a la de esos autores y sacarles provecho.

•Mi lástima por una ciudad sin librerías.

• Absorber ese libro con todos mis sentidos para comprender al autor y cómo este tejé su historia.

• Es asombroso lo que leen algunas personas -personas que en teoría quieren escribir- y, si lo hacen, la poca atención que prestan a lo que leen.

• La práctica de la escritura nos obliga a ser nosotras mismas. No importa lo que hagamos para ocultarnos o disimular porque cuando escribimos perdemos el control.

• Que una vez que lo hemos dado todo, tenemos que buscar ayuda para continuar.

• Nunca me he avergonzado de leer un libro varias veces.

• El secreto es que todos estamos perdidos.

• Era como si se cumpliese el mandato de Hemingway: escribe con claridad y contundencia sobre lo que más duele.

• Me encontré inmersa en una tarea que me superó aunque pensaba que era capaz de hacer.


Fuente: “El rayo y el trueno”, Natalie Goldberg.



• Cuidado con el uso que le dan a la palabra porque: los escritores no tiene necesidad de explicar las cosas. Tienen necesidad de afirmarlas. “No el porqué sino el qué”. Por ejemplo: Fui a una tienda porque necesitaba algo. La odio porque es una zorra. Verónica compró pan integral porque tiene invitados a comer.

• Porque no es una palabra necesaria en las frases anteriores. En su lugar: fui a la tienda. Necesitaba algo./ La odio. Es una zorra. / Verónica compró pan integral. Tiene invitados a comer. Puedes hacer afirmación tras afirmación. Escribir es la práctica de afirmarse uno mismo.

• No tienen que unir las frases ni razonarlas. La yuxtaposición habla por sí sola. No se dejen empantanar por la necesidad de explicar. Limítense a escribir la frase tal cual es. Sean intrépidos.

• Aconsejo ser cuidadosos con la palabra muy. Generalmente no la necesitamos. Es una palabra que recalca algo que ya se ha anunciado. “El muchacho era muy tímido”. Tampoco añade gran cosa y lo cierto es que “el muchacho era tímido” nos ofrece una afirmación más directa. Oímos mejor tímido sin la fanfarria del muy. Muy disminuye la presencia de la palabra a la que modifica. “Es muy bueno” Quitad la palabra muy. Es bueno. Esta es una aseveración valiente que rara vez se utiliza. Simple, directa, al grano. Nada de elaborados adornos en torno a la cualidad de bueno. Sencillamente bueno.

• Ocurre lo mismo con la palabra realmente. “Estuvo realmente bien”. Casi parece que el escritor no se crea que estuvo bien…, “Lo prometo, realmente estuvo bien”. “Estuvo bien” es una afirmación simple y directa que podemos sostener. No hace falta inflarla. Las palabras y la estructura de las frases revelan la identidad del escritor. Enuncien claramente lo que tienen que decir. No tengan miedo. Avancen.

• Encuentro que cuando hablo utilizo mucho realmente porque  en mi fuero interno no espero la atención de la gente. Intento conseguir que realmente escuche. Y escuchan o no escuchan. No tenemos que lograr que realmente lo hagan.

• Podemos asentarnos en el interior de nuestro cuerpo y escribir. No ocultarlo ni exteriorizarlo. Solo estando presentes. Entonces escribimos por puro vacío. Escribimos porque escribimos y por ninguna otra razón. Eso es bueno.

Fuente: “La escritura, una terapia creativa”,  Natalie Golberg.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Imágenes de la Diosa





"Todos somos seres espirituales. La conexión con el espíritu es una parte intrínseca del ser humano. Durante siglos, nuestra cultura ha tratado de dominar nuestra espiritualidad innata mediante la religión. Aunque algunas mujeres pueden acceder a su espiritualidad a través de las religiones organizadas, demasiadas religiones dependen de dogmas y normas estáticas que sirven para alejarnos de nuestra espiritualidad diaria. La espiritualidad fluye libremente y es siempre cambiante. Aunque está claro que en su nacimiento muchas religiones estaban basadas en las percepciones espirituales inmediatas y profundas de sus fundadores, en la actualidad la mayoría de ellas carecen de la flexibilidad y la constante evolución necesarias para estar de verdad conectadas espiritualmente. 


En parte como reacción a tantos años de religiones dominadas por los hombres, muchas mujeres se sienten atraídas hacia los diferentes aspectos de "la Gran Diosa". Como mujeres necesitamos "una imagen sexualmente afirmadora de poder y belleza como foco para la oración y la meditación" dice Patricia Reis. Habiendo interiorizado a un Dios masculino, las imágenes de la Diosa que están surgiendo representan un equilibrio muy necesario."

Fragmento de "Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer. Una guía para la salud física y emocional" de Christiane Northrup.



Ilustración: “Atabey” Taina goddess of Puerto Rico
by Lydia Ruyle

Fragmento de "Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer. Una guía para la salud física y emocional" de Christiane Northrup.






Resolver problemas, ya sea con fármacos, cirugía o hierbas, es totalmente diferente a crear salud. Crear salud exige un cambio de modelo, o un cambio de sistema, hacia una nueva forma de pensar y ser en relación con nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro espíritu y nuestra conexión con el Universo. Muy pocas personas mantienen o recuperan la salud y la integridad mientras no hacen este cambio.

Crear salud significa aceptar que en la vida de toda persona hay acontecimientos que no se pueden explicar ni cambiar, y al mismo tiempo comprender que cada uno de nosotros interviene en su estado de salud mediante la elección de relaciones, pensamientos, alimentos y actividades que nos sostengan y nutran naturalmente. Crear salud también se basa en la siguiente verdad eterna: agradecer, sentir y dejar marchar la rabia, el sentimiento de culpabilidad, las pérdidas, la ira y la aflicción es la clave de toda sanación. En los siguientes capítulos encontrarás ideas, ejemplos y programas de sanación para el cuerpo, la mente y el espíritu, que han ayudado a mujeres en su viaje hacia la salud.

Capítulo 15

Pasos para sanar

(fragmento)

¿Estás realizando la finalidad de tu vida?

Nuestro cuerpo está hecho para funcionar mejor cuando nos ocupamos en actividades y trabajos que son idóneos para nosotras, que nos hacen sentir a gusto. La salud mejora cuando la mujer realiza un trabajo muy creativo que la satisface a ella, en lugar de hacerlo solamente por complacer a su jefe, a su marido o a su madre. Este trabajo puede ser muchas cosas, desde ocuparse del jardín hasta programar ordenadores o hacer soldaduras.

Por desgracia, nuestra cultura no considera valiosa la creatividad en sí misma: para que una actividad se considere valiosa, debe ir unida a la productividad o a recompensas tangibles. Evaluamos el valor de una actividad según la cantidad de dinero que reporta. Para muchas personas, ir a trabajar es más "ganarse la muerte" que "ganarse la vida". Se suelen aguantar ambientes laborales muy insatisfactorios por los "beneficios". Yo a eso lo llamo "morir por los beneficios". La salud económica y ginecológica están estrechamente ligadas. El estrés económico afecta a la zona del segundo chakra (útero, ovarios, parte baja de la espalda). Creamos salud en esa zona cuando utilizamos nuestra capacidad para ser creativas y prósperas al mismo tiempo.





Ser a la vez creativa y próspera suele requerir, como primer paso, un cambio de actitud con respecto al dinero y el trabajo. Para hacer eso necesitamos comprender la dinámica del trabajo y el dinero, un campo dominado por los hombres desde hace mucho tiempo. Hemos de tener muy clara la predilección de nuestra cultura por el modelo de la escasez y cómo nos afecta eso. Por ejemplo, mucha gente cree: "Si a mí me va bien, otra persona tiene que sufrir. La cantidad de bienes es limitada". O viceversa: "Si a otra persona le va bien, entonces yo no tengo ninguna oportunidad de que me vaya bien también. No hay manera de salir adelante". Cada cual debe ver hasta qué punto tiene arraigadas estas creencias y en qué grado dominan su realidad económica mientras no decida cambiarlas.

Los medios de comunicación nos informan diariamente de cuántas personas están en paro y lo mal que está la economía. Esto nos afecta a todas, y es evidente que estamos en medio de un cambio económico importante. Al mismo tiempo, cada día veo a mujeres que han tenido un año más lucrativo que nunca usando sus dones y talentos. Cuando nos dejamos disuadir por los medios de comunicación y no explotamos el pozo de creatividad que tenemos dentro para que nos surjan ideas que nos sustenten y apoyen, cedemos nuestro poder y nos convertimos en parte del problema.



El trabajo de Joe Dominguez, ex analista de Wall Street y coautor con Vicki Robin del libro Your Money or Your Life (Tu dinero o tu vida), es un buen comienzo para examinar estas destructivas creencias y cambiarlas. De Joe y Vicki he aprendido que el dinero es la substancia por la que canjeamos nuestra energía vital; después, calcular cuánto nos cuesta nuestro trabajo en energía vital. Si trabajamos tantas horas que necesitamos vacaciones caras y enfermar con frecuencia para compensar la energía que nos chupa el trabajo, bien podría ser que descubriéramos que recibimos mucho menos por hora de lo que en realidad nos pagan, una vez calculado el coste "oculto" de nuestras vacaciones y enfermedades. El programa entonces nos ayuda a equilibrar nuestra relación con el dinero determinando cuánta satisfacción obtenemos de cada compra, en comparación con lo que nos cuesta en energía vital.

El siguiente paso es tomar conscientemente la decisión de gastar más dinero en las cosas o actividades que nos producen más satisfacción y menos en las cosas que en último término no tienen ningún sentido. El resultado entonces es que disminuyen nuestros gastos y aumenta la satisfacción que de ellos obtenemos. Cuando se considera de esta manera el dinero, cambia toda la relación con él. Se comienza a ver que no es necesario dejar "para más adelante" las cosas que uno siempre ha deseado hacer. Algunos de mis grandes placeres, como caminar por la playa, leer e ir al cine, no cuestan casi nada. No tiene por qué costarte mucho dinero comenzar a vivir tu vida de modo más satisfactorio. Siguiendo el programa de Domínguez y Robin comprendí que mi tiempo libre no tiene precio para mí, y que nunca seré capaz de tener un trabajo que no satisfaga también mi alma y me deje mucho tiempo para crear mi vida como yo quiero, por altos que sean el salario y los beneficios. Fundamentalmente he comprendido que la verdadera abundancia, en todos los niveles, también el económico, viene de dedicar el tiempo, el pensamiento y la energía a esos aspectos de la vida que más nos satisfacen. En una reciente conferencia titulada "Empowering Women", celebrada en Atlanta, Louise Hay dijo que cada año afirma que sus ingresos van a aumentar y que se verá abundantemente recompensada y gratificada por su trabajo, y que cada año eso ocurre. Louise celebró su 70 cumpleaños en 1996, y su obra y su vida son un ejemplo vivo y estimulante de las leyes de la atracción y la prosperidad.

Hoy en día el trabajo de atender a la familia y preparar la comida (que no figura en el producto nacional bruto) no se reconoce, no se remunera ni se reparte con equidad entre ambos sexos. Una amiga mía ha comenzado a corregir esta situación a nivel personal obteniendo un "salario" de su marido por su trabajo diario como ama de casa, madre y secretaria social. Yo, por mi parte, estoy comenzando a enseñar a mis hijas la importancia de la independencia económica, de no depender de los hombres. Toda mujer necesita considerar cómo puede contribuir a cambiar esta mentalidad cultural.



¿Has programado tu vida de manera que satisfaga al mismo tiempo tus necesidades más íntimas y tu deseo de ser de utilidad a los demás?

Es totalmente posible desarrollarse en plenitud, satisfacer las necesidades emocionales más íntimas y al mismo tiempo trabajar con los demás para el bien común. Nuestra cultura ha enseñado a las mujeres justamente lo contrario: que debe sacrificarse y sacrificar sus necesidades por el bien de los demás. Pero no se puede calmar la sed de los demás cuando el propio vaso está vacío. Muchos estudios han demostrado, por ejemplo, que las mujeres que sacrifican el trabajo que les gusta y su propio desarrollo óptimo para atender y cuidar a los demás corren un mayor riesgo de cáncer de mama. No es sólo el sacrificio lo que crea el problema de salud, sino también el resentimiento no expresado que genera. Cuando la mujer cree que no tiene derecho a progresar, ni siquiera va a permitirse reconocer ese resentimiento. La sabiduría de su cuerpo deberá entonces llamarle la atención sobre eso para que pueda equilibrarlo.






¿Valoras tus fuerzas, dones, talentos y consecuciones?

Una parte muy importante de la creación de la salud, y de cualquier otra cosa, es reconocernos los méritos. Saber aceptar los elogios, permitirnos sentir realmente, de una forma física, el éxito y la realización, es una habilidad que se puede aprender. Annie Gill-O´Toole, asesora de empresas que ha trabajado con nosotras en Women To Women y nos ha ayudado a desarrollar nuevas formas y estructuras que sirven a nuestros objetivos, dice que un importante motivo de que las personas se queden estancadas y no logren crearse una vida mejor es que no se reconocen el mérito de lo que ya han creado. Si uno permanentemente se salta el paso de reconocer sus creaciones y continúa concentrándose en lo que le falta por hacer, entonces su inconsciente sólo escucha algo parecido a esto: "Vales muy poco. Aún no haces lo suficiente. Queda muchísimo por hacer. Jamás serás capaz", en lugar de escuchar: "Buen trabajo. Has avanzado muchísimo".

Muchas mujeres viven con la creencia de que hay demasiado trabajo por hacer, que jamás lo van a acabar y que, por lo tanto, nunca podrán descansar ni valorarse a sí mismas. Esta creencia procede directamente de nuestra obsesión cultural con la productividad y el creer que nuestra valía depende de lo que podemos producir para los demás, sean hijos, bienes o servicios. Actuando con ese sistema de creencias, nos creamos más y más trabajo que nunca se siente completo ni satisfactorio. Pero la salud óptima de los ovarios, por ejemplo, precisa que reconozcamos nuestra creatividad como una manifestación externa de nuestra profundísima necesidad interior de autoexpresión. Esa creatividad no tiene por qué medirse en dinero ni en productividad para ser una valiosa contribución a nuestra salud y a la de los demás. Cuando permitimos que otras personas exploten, juzguen y controlen nuestros dones y talentos innatos, ponemos en peligro nuestra salud.

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Es necesario que las habilidades y voces de las mujeres se hagan oír en todos los ámbitos de acción: en la industria, la educación, la medicina y otras profesiones. Las mujeres deben comenzar por escucharse a sí mismas y oír sus propias voces. Nuestro desarrollo es una prioridad planetaria. Tenemos mucho para contribuir, pero con demasiada frecuencia nos sentimos inseguras de nosotras mismas.

Piensa en algo que hayas realizado hoy, esta semana o este año y de lo que te sientas orgullosa. Siente totalmente tu logro. Asimílalo, hasta que sea algo más que sólo un conocimiento intelectual. Acéptate a tí misma en tu corazón. Si nosotras no podemos sentirnos a gusto con nuestras habilidades y nuestros logros, nadie podrá hacerlo tampoco.


Fragmento de "Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer. Una guía para la salud física y emocional" de Christiane Northrup.

Ilustraciones: Manisha Raju