La autora de Mujeres que corren con los lobos, la psicoanalista jungiana Clarissa Pinkola Estés –también reconocida como poeta, contadora y guardiana de antiguos cuentos de la tradición latinoamericana–, comparte fascinantes y conmovedores relatos, su viaje por la vida con la Santa Madre, también nombrada como María, Guadalupe, la Virgen y de varias maneras más. Con experiencias de alegría, sufrimiento y muerte y por medio de oraciones, poemas y emotivos exvotos, hace una cálida invitación para los que han estado apartados de Ella y para los que aman a la mujer portadora de múltiples rostros, cientos de vestimentas, y que han sido testigos de sus manifestaciones por todo el mundo. Un libro que, ante las fallas de los hombres de Dios, pretende que la Mujer Fuerte te proteja, te inspire y te abrace con la energía sagrada que nutre. “¡Llámala y Ella acudirá!”, dice la autora.
Fragmento de “Desatando a la mujer fuerte”, Clarissa Pinkola Estés
Muchas veces estamos encarcelados por ataduras a nuestro pasado, a nuestras heridas, a quienes no nos entienden y a quienes no aceptamos como son. Tenemos que intentar restaurar la esencia sagrada interior y, si es necesario, volver a aprender que somos almas preciosas y únicas con un destino para vivir y crear y con una bendición sobre nuestras espaldas.
Las almas pueden muchas veces sentir lo sagrado de manera palpable: “el yo verdadero”. Esta velada fuerza psíquica, espiritual, religiosa, psicológica y encarnada sostiene enormemente a las almas durante los desafíos, tribulaciones e incomprensiones.
A veces, para conquistar a un pueblo o a una persona,un invasor tuvo que “des-madrar” a la gente. Son las mismas estrategias que se utilizan para abusar de un niño.
La Santa Madre es una medicina, una guía e inspiratriz fortalecedora de las personas. En ella, la gente sabe que sus vidas son sagradas. En ella, la gente sabe que puede levantarse y hablar. En ella, no se postran, más bien se llenan de gracia, y en consecuencia son capaces de decir y hacer y reunirse y actuar y vivir: por consiguiente, es una fuerza femenina muy peligrosa.
En cada etapa histórica de una invasión, los saqueadores frenéticos tuvieron que correr de aquí para allá destrozando, desfigurando, cubriendo imágenes sagradas. Pues lo sagrado para muchas personas del mundo es lo que, suave y dulcemente, vierte y vuelve a verter el sentido de verdadera individualidad, que nos permite a todos elevarnos a la mejor humanidad y humildad: la visión más adecuada de los hechos y la fiera resistencia por nosotros y por los demás.
La suprema destrucción de lo sagrado por los invasores (aunque no hayamos vivido invasiones de este tipo, muchas veces las heridas de nuestra niñez o de la vida tienen el mismo efecto que los invasores) dejó hecho trizas el hermoso vínculo entre el espíritu y lo sagrado, el alma y la psique (“des-madrar”).
Sanar el “Yo verdadero“
El “Yo verdadero” no le teme a otros seres humanos; al contrario, sólo teme no escuchar o no honrar a su propia alma y su propio sentido de lo santo, el impulso creativo y sus propias personas santas. La Santa Madre es capaz de ayudar y cuidar todo, pero hay que proporcionarle escaleras: voces que animen, manos que apoyen, con la audaz certeza de que lo santo es un derecho de nacimiento para todos.
Tips / Rituales
- Hablar verdades hermosas: recuperar los cuentos y parábolas.
- Recordar emociones, sensaciones y juegos gratificantes, cada vez que sientas un vacío.
- Hacer rituales de purificación y de reconsagración: repite los Ave Marías en forma de mantra, camina en la naturaleza dando gracias Dios.
- Hacer silencio y meditar; crear tu propio espacio sagrado: encender una vela, poner una música suave e imaginar que te acurrucas en los brazos de tu Santa Madre.
Todo esto nos llevará a restaurar el sentido de lo sagrado, buscándolo con corazón sincero. Para comenzar: busca a la Santa Madre, colócate bajo su manto y su círculo de estrellas, penetra en su inmaculado corazón y repite esta oración:
Sólo las cosas recordadas
con Amor
son reales.
Sólo los actos recordados
con Amor
con Reales.
Ningún muro contra lo sagrado nos puede alejar de lo sagrado.
Podrás encarcelar al hombre, pero no hay prisión que pueda encerrar su mente o su corazón. Su alma, su Espíritu, su mente, su corazón, se deslizarán entre los barrotes, porque todos nacieron con alas.
viernes, 14 de diciembre de 2012
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Magnifico,gracias por compartirlo,y todo el blog en general.
ResponderEliminarUn saludo afectuoso y toda la LUZ....
Ana.
bello profundo reitalizante misterioso y necesario
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