jueves, 11 de abril de 2013

EL DESPERTAR DE LAS MUJERES - Texto de Marianne Williamson





Ha llegado la hora de empezar. Ha llegado el momento de despertar. No esperes más. Recupera tu corazón y tu gloria. Tienes todo lo que necesitas. Bendice a otras mujeres. Recuerda que ellas y tú sois lo mismo –tus hermanas, maestras, madres, hijas-.

La mujer que llevamos dentro es diferente de la que se ve a la luz del día. Es más auténticamente sexual, más encantadora, mas resplandeciente, y sabe más. Tiende a esperar que su amado la obligue a salir de su caparazón; pero si el mundo la respetara más, no sería así. Teme que se rían de ella, salvo cuando es claramente deseada.


El crecimiento espiritual es como un parto. Te dilatas y te contraes. Te dilatas y te contraes otra vez. Por muy doloroso que sea es el ritmo necesario para lograr el objetivo de abrirse totalmente. El dolor del parto es más soportable cuando sabemos adonde nos lleva. Darnos a luz a nosotras mismas, dar a luz a nuestro nuevo yo, nuestro auténtico yo, seamos hombres o mujeres es bastante parecido a parir a un hijo. Se concibe una idea, después madura. El parto es difícil, pero tener un hijo hace que el dolor valga la pena.

Lo mismo sucede cuando al fin vislumbramos nuestra realización como seres humanos, independientemente de que tengamos o no marido, novio, trabajo, dinero, hijos o lo que creamos necesario para prosperar y ser felices. Cuando finalmente nos acercamos a una altura espiritual real y duradera, sabemos que el dolor de llegar hasta allí ha valido la pena y que los años venideros jamás serán tan solitarios.


Creo que las profundidades de lo que somos y lo que ansiamos ser están tan inexploradas y desatendidas como una mina de diamantes subterránea. En ellas yacemos todas en estado latente. Pero a nuestro alrededor está surgiendo un brillo a través de las rocas, y empezamos a ver, conocer y compartir su luz.


Extraído de “El valor de lo femenino” de Marianne Williamson
Ilustración: Tamara Adams

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