miércoles, 7 de agosto de 2013

Imaginar Para Sanar




Si logramos crear imágenes que contribuyan al relajo del cuerpo se experimentan cambios positivos. Así lo sostiene la medicina, que en los últimos años ha estudiado por qué la visualización puede desde sanar un resfrío hasta calmar el asma.
Hagamos una prueba. Es algo simple, inocuo, nada de cosas raras. Lo primero es cerrar los ojos.Inhale despacio y exhale fuerte tres veces. Vaya relajándose, tranquilamente; no hay que llegar a la iluminación ni nada, no se exija. Sólo respire. Imagine que sus ojos comienzan a volverse agua. Vea luego cómo fluyen hacia adentro, convirtiéndose en dos ríos que bajan por la cavidad nasal, luego por la garganta, después por los pulmones. Esos ríos van arrastrando con lo tóxico, con el dolor y con la rigidez.


Los ríos descienden por su pecho, abdomen, piernas;
van pasando por todos sus órganos, por cada huequito,
dejando sus tejidos rosados y frescos. Y entonces los ríos
desembocan como un líquido negro que sale por sus pies y
es tragado por el suelo.

Abra los ojos, ya está. ¿Creería usted que lo que acaba de

imaginar puede calmar un resfrío?


Un cambio en la medicina

Cada vez que usted imagina algo, una serie de sucesos se

generan en el organismo. Miles de neuronas se comunican
entre sí, generando sustancias que luego afectarán al resto
del organismo. Si logramos, con cierta disciplina, pensar imágenes
que nos calmen, entonces el objetivo está logrado. Y
eso se llama visualización curativa.



No estamos hablando de energías divinas, de rayos violeta,
auras o chakras. Esto es biología pura.


Aunque por mucho tiempo la medicina tradicional se resistió

a unir el cuerpo y la mente como dos caras de una misma
moneda, hace un par de años la tendencia cambió. Cada vez
hay más preocupación por analizar los efectos que tienen en
el organismo prácticas como el yoga, ejercicios de relajación,
técnicas respiratorias, tai-chi, meditación o visualización.



El neurólogo de la Universidad Católica Jorge González ha
notado que en los últimos cinco años han proliferado los estudios
en revistas científicas sobre la relación mente y cuerpo.
Mind-Body Medicine es el concepto que se usa en inglés.
“La ciencia, para poder funcionar, necesita observar los
fenómenos. ¿Pero cómo se mide la conciencia? La medicina
recién se está atreviendo a entrar en la parte más ‘blanda’
de la mente”, explica González.



El neurólogo propone un ejemplo. Pensemos en una mujer
que está preocupada constantemente por su trabajo, duerme
mal, tiene problemas digestivos como hinchazón o estitiquez,
anda ansiosa, con contracturas musculares y dificultades
de memoria y concentración. O sea, con los clásicos síntomas
del estrés.


Probablemente, esa persona tiene un trabajo absorbente,
problemas económicos o familiares. Para tratarla, claro, hay
medicamentos. Pero es difícil cambiarle el ambiente y mandarla
por un mes a una playa con aguas cristalinas. “¿Pero
qué pasaría si esa mujer sentada en su sillón de oficina imagina
que de verdad está en esa playa? Podría sentir los beneficios
de bajar los niveles de ansiedad, tal como si estuviera
en otra parte”, agrega González.


Curar el cuerpo
Pero volvamos a lo de los ríos que limpian el cuerpo. Ese es un ejercicio de visualización curativa que se llama ‘El río de la vida’ y que fue creado por Gerald Epstein, un siquiatra estadounidense que se ha especializado en “curar el cuerpo a través de imágenes mentales”.

Epstein mantiene una consulta privada en Nueva York y es profesor asistente de psiquiatría en el Mount Sinai Medical Center. En su sitio www.drjerryepstein.org es posible encontrar cerca de 500 ejercicios que prometen disminuir desde el acné o la jaqueca hasta la hipertensión.


“Lo que sucede mentalmente se refleja en el organismo,
y viceversa. La imaginería –la actividad mental más poderosa–
tiene efectos directos que se pueden medir fisiológicamente”,
dice Epstein, e ilustra el tema contando de los estudios
clínicos que ha realizado. En uno de ellos, demostró que
un 50% de sus pacientes con asma consiguió reducir sustancialmente
su medicación con ejercicios de imágenes mentales.

En otro análisis, los pacientes mejoraron su función coronaria, también gracias a visualizaciones. Epstein ha publicado seis libros, además de discos compactos

con ejercicios (que se pueden comprar en su sitio
web) y publicaciones de artículos (que se pueden descargar).
En uno de sus libros más famosos, llamado Healing Visualizations,
explica que la visualización es una técnica que permite
eliminar pensamientos dañinos y reducir la ansiedad.
Para practicarla, hay que prepararse en cuatro aspectos: tener
la intención real de sanar una dolencia mental o física; permanecer
tranquilo; limpiarse lo más posible de los malos
hábitos en la alimentación o en las actitudes y estar dispuesto
al cambio. Los ejercicios (ver recuadro) deben hacerse
durante 21 días y luego descansar siete.

Biología pura
El estrés es una reacción normal del organismo que se prepara para defenderse. Es algo que viene desde los inicios del hombre, cuando tenían que cazar animales para comer o correr para salvarse de las bestias.
Por eso, frente a una situación que el cuerpo (y la mente)
conciben como amenazante –desde un terremoto hasta un
examen en la universidad–, hay todo un sistema que se pone
en acción: los músculos se tensionan para arrancar si es necesario,
las pupilas se agrandan para ver mejor, el corazón late
más rápido para irrigar de sangre a los distintos órganos del
cuerpo humano. En el cerebro se liberan muchas sustancias,
entre ellas una llamada cortisol.



En la vida moderna ya no andamos arrancando de bestias,
pero sí tenemos trabajos estresantes, problemas familiares
y muchas responsabilidades que cumplir. Aquí, el organismo
reacciona igual, y eso está bien. El estrés cumple su función.
Sin embargo, cuando el estrés no se pasa, y día tras día estamos
en estado de alerta, el cuerpo se va resintiendo.



Aquí es cuando se habla de estrés crónico; ese que dura
meses y que no se acaba cuando concluye determinado
momento de exigencia. El problema es que acá el cortisol
sigue actuando. Como explica el neurólogo Pedro Maldonado,
del Centro de Neurociencias Integradas de la Universidad
de Chile, en este momento los músculos ya no necesitan
estar tensos ni el corazón irrigar tanta sangre. El cortisol
excesivo que se genera complica la función del sistema inmune,
favorece la aparición de diabetes y baja las defensas. En
el fondo, el cuerpo está actuando como si estuviera frente
a una amenaza y con eso deja de darle prioridad a que otros
órganos para que funcionen como corresponde.



“Lo que hacen estas técnicas, como la visualización o la
meditación, es reducir el cortisol en el cuerpo. No implican
mejoría en todas las enfermedades ni van a curar el cáncer,
pero sí reducen el estrés crónico y, por lo tanto, el riesgo de
estresar los órganos y producir enfermedades”, comenta
Maldonado.



González agrega que el estrés puede ser la gota que falta
para que, con otras variables, se desarrolle desde un resfrío
hasta un cáncer. Por eso es tan importante mantenerlo a
raya. Como la visualización es una buena forma de reducir el
cortisol podemos ayudar a sanar nuestro cuerpo.


EJERCICIOS DE VISUALIZACIÓN
“Sea su propio héroe”
Propósito: estimular el amor propio o la confianza en sí mismo.
Frecuencia: dos veces al día, entre uno y dos minutos, por 21 días. Cierre los ojos. Exhale tres veces. Imagine que usted es su propio héroe. Actúe como lo haría un héroe. No como un superhéroe, pero sí con la capacidad de superar los obstáculos y adversidades que le salgan al paso en su vida.

Luego, abra los ojos.

“La luz en el lago”
Propósito: respirar normalmente

(problemas de asma)
Frecuencia: según sea necesario,
durante dos o tres minutos.
Cierre los ojos, exhale tres
veces e imagínese mientras se
sumerge en un un lago. Quédese
en el fondo envuelto en una luz
dorada. Cuando salga, acérquese
a un arce, tome una hoja y siéntese
bajo su sombra. Toque la
hoja, pálpela y experimente su
textura. Luego entre en la hoja y
asimílese al proceso de respiración
de la misma. Entre en ella,
comosi fuera uno solo con la hoja.
Seguidamente, abandone la hoja,
consciente de que su respiración
está regulada. Abra los ojos.


“Tormenta del desierto”

Propósito: controlar la
ansiedad.
Frecuencia: diariamente, según
sea necesario, hasta por tres
minutos.
Cierre los ojos y exhale tres
veces. Imagínese entrando en el
desierto, con una mochila. Al
caminar, observa que se acerca
una tormenta y, tranquilamente,
usted saca una carpa de la mochila
y la arma. Se instala ahí, imaginando
cada detalle, hasta que
pase la tormenta.


“Regreso a la naturaleza”

Propósito: normalizar la producción
de insulina en el páncreas
(diabetes).
Frecuencia: dos veces al día (a
primera hora y al atardecer)
durante uno a dos minutos, por
21 días. Luego de siete días,
repita si es necesario.
Cierre los ojos, exhale tres veces
e imagine que está en un prado.
Sitúese en el medio, en contacto
con la naturaleza y con su propio
estado naturalmáselevado. Conozca
y sienta su belleza y la del prado.
Exhale una vez. Asimile, guste
y experimente la dulzura de la vida
a través de este contacto. Sepa que
su flujo de insulina se está normalizando.
Abra los ojos en cuanto
sienta su flujo normal.


“Cubitos de hielo”

Propósito: restablecer el nivel
normal de la presión sanguínea
(hipertensión).
Frecuencia: tres veces al día, y
en cualquier momento en que
sienta la presión elevada,
durante tres a cinco minutos.
Cierre los ojos, exhale tres
veces e imagine que va hacia el
refrigerador y saca tres o cuatro
cubitos de hielo. Lávese la cabeza,
el cráneo, la cara y el cuello
con el hielo, y sienta y experimente
el frío filtrándose por cada poro.
Vea este frescor azul bajando desde
el cerebro por el cuello, por el
tronco, por las extremidades hasta
la punta de los dedos de manos
y pies. Su presión sanguínea habrá
vuelto a la normalidad.

Revista Mujer.
Por Daniela González Albornoz / Caco Huerta.
http://mujer.latercera.com/2010/06/20/01/contenido/23_1155_9.shtml

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