miércoles, 14 de agosto de 2013

Los Cuatro Ríos



"Parte de la temática del alma consiste en ser modificadores de las formas. Cuando nos conectamos con los niveles más profundos de nuestras vidas, no podemos evitar actuar honestamente, hablar “desde el alma”. El trabajo del espíritu es identificar y eliminar aquello que nos impide ser nosotros mismos.

En nuestra cultura, no tenemos mucha ayuda para “encontrarnos” con nuestras almas, conectarnos con lo que nos hace auténticos, y reconocer y eliminar lo que nos frena. Las culturas indígenas pueden ofrecernos pistas importantes para observar la espiritualidad en nuestras vidas. Así como cuentan con elementos de rastreo externos para hallar alimento y agua, los pueblos indígenas también poseen formas de rastreo interno que les permiten integrar sus experiencias, aprender de ellas y avanzar.

He encontrado cuatro caminos centrales de “rastreo” en varias culturas indígenas. Podemos verlos como cuatro “ríos”, en los cuales debemos aprender navegar para mantener nuestras almas nutridas y saludables, y mantener vivo nuestro verdadero ser.

Uno es el río de la inspiración: sé que aún vivo si los acontecimientos, la belleza y otras personas pueden inspirarme, expandirme y elevarme.
Luego el río del desafío: estoy vivo si puedo emplear energía para las experiencias de ser testeado y desafiado. Navegar por este río implica poder aceptar una invitación para flexibilizarnos, trascender lo familiar, crecer.

El tercer río es el de la sorpresa. A los niños les encantan las sorpresas; los adultos, lamentablemente, en general perdemos este goce. Navegar el río de la sorpresa implica deshacernos de nuestra necesidad de control, para despertar al asombro por lo inesperado.

El último río es el del amor. Todavía estoy vivo si puedo conmoverme profundamente por la vida. Si no me conmuevo por la vida, mi corazón ha comenzado a cerrarse. Los indígenas creen que el corazón es el puente entre el “padre cielo” y la “madre naturaleza” y que, por esto, si deseamos permanecer en contacto con nuestros aspectos místicos y prácticos, nuestros corazones deben estar sanos y abiertos.

Cuando por cualquier motivo, no podemos navegar por esos cuatro ríos (inspiración, desafío, sorpresa y amor), hemos comenzado a desconectarnos de nuestras almas. Nos perdemos la belleza y las oportunidades del mundo; estamos presos en la cárcel de nuestra propia conciencia.

A pesar de nuestros intentos, el alma nos reclama. Nuestros instintos pueden estar tan dañados y nuestros espíritus tan heridos, que no escuchemos el llamado de la primavera. Pero la primavera, igualmente, nos llama.

Todos tenemos, dentro de nosotros, un remedio curativo original que no ha sido copiado en ningún lugar del planeta. Cuando vivimos desde el alma, cada uno de nosotros puede crear instantes sagrados, sanadores. Y así comprometernos, momento a momento, con ese grandioso regalo que llamamos vida."

Angeles Arrien

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