viernes, 21 de septiembre de 2012
Date a volar - Alfonsina Storni
Anda, date a volar, hazte una abeja,
en el jardín florecen amapolas,
y el néctar fino colma las corolas;
mañana el alma tuya estará vieja.
Anda, date a volar, hazte paloma,
recorre el bosque y picotea granos,
come migajas en distintas manos
la pulpa muerde de fragante poma.
Anda, date a volar, sé golondrina,
busca la playa de los soles de oro,
gusta la primavera y su tesoro,
la primavera es única y divina.
Mueres de sed: no he de oprimirte tanto...
anda, camina por el mundo, sabe;
dispuesta sobre el mar está tu nave;
date a bogar hacia el mejor encanto.
Corre, camina más, es poco aquello...
aún quedan cosas que tu mano anhela,
corre, camina, gira, sube y vuela:
gústalo todo porque todo es bello.
Echa a volar... mi amor no te detiene,
¡cómo te entiendo, Bien, cómo te entiendo!
llore mi vida... el corazón se apene...
date a volar, Amor, yo te comprendo.
Callada el alma... el corazón partido,
suelto tus alas... ve... pero te espero.
¿Cómo traerás el corazón, viajero?
tendré piedad de un corazón vencido.
Para que tanta sed bebiendo cures
hay numerosas sendas para ti...
pero se hace la noche; no te apures...
todas traen a mí...
Canción de Samantha Navarro
letra: alfonsina storni
música: samantha navarro
disco: poemas
sello: perro andaluz
dirección: daniel umpiérrez y martín rivero — con Andrea 'Moonesia' Vaghi.
lunes, 17 de septiembre de 2012
Psicología femenina - Colección de frases

Ésta es una colección de frases encontradas en los planteamientos modernos de psicología femenina.
“En un pensamiento creativo viven mil noches de amor olvidadas, que lo llenan de altura y grandeza”.
Rainer María Rilke
“Debemos creer, honrar y cuidar de nuestros arquetipos”
M.Louise Von Franz
“Es necesario sustentar de forma inexorable y firme aquello que es nuevo y diferente”
M. Louise Von Franz
“Cuando afirmamos nuestra intuición somos como la noche estrellada: contemplamos el mundo a través de miles de ojos”
Clarissa Pinkola E.
“Ser auténtica no significa ser temeraria sino dejar que hable la voz mitológica”
Clarissa Pinkola E.
“Un tiempo para todas las cosas y cada cosa a su debido tiempo”
“Basta con permanecer inmóvil el tiempo suficiente como para que el espíritu nos encuentre”
Clarissa Pinkola E.

“La alegría es la sangre de la vida, el alimento del espíritu y la vida del alma, todo en una pieza”
Clarissa Pinkola E.
“No hay mayor tesoro que una vida vivida con amor, Tejida con amor.Amor joven y vibrante.Amor viejo y sabio.Amor resignado.Amor de raíz, amor profundo.Amor de piel…y hasta los huesos.Amor a la vida y amor a la muerte”.
Diosa
“El que no sabe aullar no encontrará su manada”
Clarissa Pinkola E.
“Me gusta mucho más mi vida creativa que el hecho de participar en mi propia opresión”.
Clarissa Pinkola E.
Alimento para la vida creativa:
- Tiempo
- Sentido de pertenencia
- Pasión
- Soberanía
- Alegría
Clarissa Pinkola E.
“El nacimiento es la muerte de la vida que conocíamos; la muerte es el nacimiento de la vida que aún no hemos vivido”.
Marion Woodman
“Lo que los demás piensan de ti, es problema suyo, no tuyo”.
Elisabeth KÜbler-Ross
“Un observador con experiencia puede percibir si el alma se ha instalado en el cuerpo o si la imagen de lo corporal es tan insoportable que apenas hay alguien en su interior”
Marion Woodman
“El cuerpo es un trozo de alma percibido por los cinco sentidos”
William Blake
“Toda herida corporal produce una enorme descarga de energía curativa en el Punto que se encuentra bloqueado. Eso es lo que pasa con un cuerpo enfermo”
Marion Woodman
“A menos que el cuerpo se sienta querido y sepa que sus respuestas son aceptables, la psique no encuentra en los instintos la base segura que necesita”
Marion Woodman

“Solamente lo que somos en realidad tiene el poder de curar”
C.G Jung
“El encierro, la metamorfosis y la emergencia son las fases cíclicas naturales del proceso de individuación. La psique es como un botón de rosa que va abriéndose pétalo por pétalo hasta florecer”
Marion Woodman
“Todas las mujeres podrían ser una encarnación de la Diosa, a quién los antiguos adoraban en sus tres aspectos de doncella, madre y anciana, siendo cada etapa una expresión de los misterios de sangre que definían a la mujer”.
Jean Shinoda Bolen
“Cuando reina el amor la voluntad de poder no tiene cabida y cuando prevalece la voluntad de poder el amor está ausente”
C.G.Jung
“Lo contrario del amor no es el odio sino el poder. El poder destruye la individualidad de los demás”
Marion Woodman
“El despertar físico y espiritual son inseparables”
Marion Woodman
“El proceso de individuación es un opus contra naturam, lo que significa que debemos hacer un esfuerzo consciente para no actuar instintivamente”
Carl G Jung
“El cuerpo no miente”
Marion Woodman
“No hay psicoterapia ni análisis que puedan curar a un corazón incapaz de confiar”
Marion Woodman

“La sabiduría femenina que nace del amor de Sofía acepta la realidad: Ésta soy yo. No les pido que me aprueben. No tengo que justificar mi existencia. Quiero conocer y quiero que me conozcan tal cual soy”.
Marion Woodman
“El hijo de María es la naturaleza aceptada conscientemente”
Marion Woodman
“La conciencia femenina es conciencia lunar, el brillo transparente de la perla que ilumina con delicados rayos plateados. La conciencia solar analiza, distingue, corta y aclara, establece límites bien definidos; la conciencia lunar une, piensa con el corazón y la reflexión desde el corazón une el pasado, el presente y el futuro. Se mueve en lo temporal para huir de lo temporal, Y, aunque las lágrimas pueden ser parte de ese movimiento, las lágrimas del corazón reflexivo no son sentimentales. El corazón sabe qué es real. Late en la realidad del ahora y cuando pensamos con el corazón no miramos hacia atrás a través de los confusos pasadizos de la mente. Estamos en la realidad del ahora; lo que fue real ya es real para siempre. Toda persona que pueda actuar desde ese punto fijo tiene la libertad necesaria para ser virgen, libertad para amar y ser amada, para moverse desde un centro de gravedad interior y dejar que los demás se muevan desde el suyo”
Marion Woodman
“El sufrimiento auténtico es un fuego limpio; el sufrimiento neurótico produce más y más hollín”
Marion Woodman
“El misterio del amor se marchita bajo el brillo analítico del sol, pero vibra bajo el resplandor de un corazón comprensivo”
Marion Woodan
“El desapego libera al corazón del pasado y del futuro. Nos da libertad para ser quienes somos y para querer a los demás por ser como son. Ése es el salto que nos lleva al ahora, el fluir del Ser en el que todo es posible. El reino de la virgen embarazada”.
Marion Woodman
“Cuando se renuncia a una relación íntima, lo más importante es sacrificar la relación sin sacrificar el amor. Si la vida es abrirse como una rosa que ya no puede estar más tiempo cerrada, todo aquello que amamos es un pétalo que se abre”
Marion Woodman
“La diosa es el destino biológico elevado al nivel de la conciencia, el destino biológico transformado en libertad”
Marion Woodman
“Fuera de las leyes de la sociedad, el amor sólo acata sus propias leyes, creando así relaciones únicas”
Marion Woodman
“La conciencia femenina no tiene que transformar la materia en espíritu, ni el espíritu en materia, sino ver al espíritu en la materia y la materia en el espíritu”.
Marion Woodman

“En el baile, el cuerpo de la mujer se convierte en el eje central que une al cielo y la tierra. De esa unión nace la creación. Como en todos los verdaderos ritos, el movimiento del cuerpo surge de su centro arquetípico. El cuerpo deja de bailar y se deja llevar”.
Marion Woodman
“Cuando se destierra a la Diosa, el placer y el lenguaje del amor desaparecen de la vida de la gente”
Nancy Qualls-Cobertt
“En la adoración de las Diosas, el sexo se ofrecía abiertamente y con reverencia ante el altar de las divinidades”
Nancy Qualls-Cobertt
“Las manifestaciones culturales de cambio dependen de la amplitud de las modificaciones psicológicas en las actitudes conscientes de los individuos”
Nancy Qualls-Cobertt
“La mujer virgen –una en sí misma- no es la contraparte del hombre, ya sea el padre, el amante o el marido. Permanece como una igual en su propio derecho. No está gobernada por una idea abstracta de lo que ‘tendría que ser’ o de lo que ‘la gante pensará’”.
Nancy Qualls-Cobertt
“La mujer que conoce a la Diosa de la luna es consciente de sus propias fases lunares. Sabe de los ritmos cíclicos en su cuerpo e intuitivamente se mueve con su propia marea y fluye con los humores cambiantes de su energía”
Nancy Qualls-Cobertt
“La risa amorosa, de la Diosa radiante, constituye un principio psíquico vital en hombres y mujeres. Ella es el principio activo de Eros que nos prepara para relacionarnos con nuestras emociones e incluso para tocar la sustancia emocional del otro”.
Nancy Qualls-Cobertt
“La mujer que ha llegado a conocer la presencia del poder masculino en su interior es su propia autoridad y permanece constantemente junto a su naturaleza femenina. Quizás no pueda cambiar el sistema patriarcal que la rodea pero hace algo aún más importante: no permite que el sistema la cambie a ella”
Nancy Qualls-Cobertt
“Las fantasías inconscientes de las personas son sus destinos”
M. Louise Von Franz
“Si el ánima es deficiente el resultado es siempre la esterilidad”
M. Louise Von Franz
“Yo diría que en esencia, el ánima en el hombre y lo femenino en la mujer llevan las cosas a la realidad”
M.Louise Von Franz
“El cuerpo conoce todo lo que le ha sucedido, pero no puede expresarlo con palabras”
Alice Miller
“El castigo físico crea miedo y sumerge al niño en un estado de estupor y espanto en el que se hace imposible cualquier reflexión serena porque el terror absorbe toda la conciencia”
Alice Miller
“Actualmente nos hallamos ante el mandato bimilenario de la ignorancia y la abundancia de información sobre los efectos destructivos de la ceguera emocional y de la falta de sensibilidad ante el sufrimiento del niño. Podemos utilizar esta información para ahorrar a nuestros hijos y nietos el daño innecesario y el mal con el que han crecido nuestros abuelos. Ésta es una deuda que hemos contraído con las siguientes generaciones”
Alice Miller
“No llegaremos muy lejos si queremos huir de la realidad que llevamos dentro de nosotros mismos…en cambio si nos enfrentamos a ella tendremos la oportunidad de reconocer finalmente lo que había y lo que ha conducido a una vida emocionalmente vacía”
Alice Miller
“La bruja en una mujer es esa parte de su psique que no se identifica con ninguna relación ni se halla limitada por ningún vínculo”.
Marion Woodman
“La forma de la imagen de la bruja es la raja que queda de la luna, lo mismo que la de la virgen o la niña es el primer cuarto creciente de la misma luna. La luna llena representa la robustez de la mujer madura; podría decirse que su forma se asemeja a la forma redonda de la luna llena de la recolección. Por contraste la luna nueva, la hoz, recuerda los días en que la mujer portaba al niño en su seno; y se asocia con el color negro, lo mismo que a la mujer robusta con el rojo y a la virgen con el blanco”
Robert Bly
“Una noche de luna llena es la noche más femenina de todas”
Daniela Dunn Mascetti
“La sabiduría de la tierra es la que proviene del cuerpo, sabiduría que proviene de la vida. La sapiencia femenina está vinculada a la naturaleza al estar en un cuerpo que es una vasija para la vida. Esta es una sabiduría que afirma la condición sagrada del mundo físico”
Jean Shinoda Bolen
“El feminismo nos hizo conscientes del patriarcado y sus efectos negativos y represivos en las mujeres. Con su orientación de poder y énfasis en el dominio y la jerarquía, el patriarcado es visto cada vez más como destructivo para los hombres y también para el planeta”.
Jean Shinoda Bolen.
“Las mujeres de este siglo emergen de un largo período de clandestinidad, de sometimiento y servidumbre a un sistema social que las creía de importancia secundaria”
Manuela Dunn Mascetti.
1. Qualls-Cobertt, Nancy. La prostituta Sagrada. Ed. Obelisco. España, 2004
2.Woodman, Marion. Los Frutos de la Virginidad. Ed. Luciérnaga. España, 1990
3. Harding, Esther. Los Misterios de la Mujer. Ed. Obelisco. España, 1995
4. Miller, Alice. La Madurez de Eva, una interpretación de la ceguera emocional. Ed. Paidós. Buenos Aires, 2002.
5.Shinoda Bolen, Jean. Las Diosas de Cada Mujer.
6. Pinkola Estes, Clarissa. Mujeres que Corren con los Lobos.
7. Von Franz, María Louise. La Gata. una historia de redención femenina. Ed.
8. Maitreyi D. Piontek. El Tao de la Mujer. Ed. Luciérnaga. España, 1997.
9. Bly, Robert y Marion Woodman. La Doncella Rey. La reunión de lo masculino y lo femenino. Ediciones Edad S.A. España, 2000.
10. Shinoda Bolen, Jean. Viaje a Avalón. Ediciones Obelisco. Barcelona, 1988.
11. Shinoda Bolen, Jean. El Anillo del Nibelungo. Ediciones Obelisco S.L. Barcelona, 1999.
12. Wolf, Beverly H. La Vida de la Mujer Pielrroja. José J. de Olañeta, Editor. España, 1998.
13. Simmer-Browm, Judith. El Cálido Aliento de La Dakini. El principio femenino en el budismo tibetano. Mtm editores.es. Barcelona, 2002.
14. Argüelles, Miriam y José. Lo femenino. Editorial Kairós. Barcelona, 1989.
15. Bornay, Erika. Las Hijas de Lilith. Ediciones cátedra S.A. Madrid, 1990.
16. Merida Jiménez,Rafael M. El Gran libro de las Brujas. RBA libros, S.A. Barcelona, 2004.
17. Dunn Mascetti, Manuela. DIOSAS, la canción de Eva. El renacimiento del culto a lo femenino. Ediciones Robinbook, S.L./Circulo de Lectores, S.A. Barcelona, 1992.
18. Kübler-Ross, Elisabeth. La Muerte: Un Amanecer.
19. Rilke, Rainer María. Cartas a un joven poeta. Alianza Editorial. Madrid, 1998.
20. Millar, Jean Baker. Psicología de la Mujer. Editorial Paidós, 2004.
21. Shinoda Bolen, Jean. Las Diosas de la Mujer Madura: arquetipos femeninos a partir de los cincuenta. Editorial Kairós, 2003.
22. Ramos, Jesús. Un Encuentro con el Placer: la masturbación femenina. Editorial Espasa.
23. Dolto, Francoise. La Imagen Inconsciente del Cuerpo. Editorial Paidós.
24. Dolto Francoise. Lo Femenino. Ed. Paidós Ibérica.
25. Dolto Francoise. Sexualidad Femenina: la libido genital y su destino femenino. Ed. Paidós Ibérica.
26. Thomas, Ann G. Esas Mujeres en que nos Convertimos: mitos, cuentos y leyendas sobre las enseñanzas de la edad. Ed. Paidós Ibérica.
27. Murdock, Maureen. El viaje Heroico de la Mujer: etapas claves en el proceso femenino. Gaia Ediciones.
28. Cada Día Un Nuevo Comienzo: meditaciones diarias para mujeres. Ed. Sirio.
29. Ealy, Diane. La Creatividad de la Mujer. Ediciones B.S.A.
30. Boss, Suzie y Maltz, Wewndy. El Mundo Íntimo de las Fantasías Sexuales Femeninas. Ed. Paidós Ibérica.
31. Williamson, Marianne. El Valor de lo Femenino. Ed. Urano.
32. “Dioses y Diosas de la Vieja Europa”, 7000-3500a.c. Ed. Istmo.
33. “Ser Mujer”. Ed. Kairós.
34. Lysebeth V, André. TANTRA, El Culto de lo Femenino. Ed. Urano. Barcelona, 1990.
Fuente:http://psicologia-junguiana.blogspot.com/2010_05_01_archive.html
domingo, 9 de septiembre de 2012
AL RESCATE DE LO FEMENINO - Por Teresa León

La esencia femenina existe tanto en hombres como en mujeres. Al vivirla y equilibrarla con nuestro lado masculino, nos hacemos seres más sanos, con relaciones y vidas más satisfactorias.
Todo ser humano tiene un lado masculino y uno femenino. El masculino está vinculado con el hacer, pensar, razonar, planificar, dirigir, producir, orientado a los resultados, la búsqueda de lo objetivo, de la razón e involucra un mayor uso del hemisferio cerebral izquierdo. El femenino, con la intuición, la receptividad, agudeza sensorial y emocional, globalidad, espiritualidad, valorización de lo subjetivo y del proceso, no sólo del resultado; este lado opera en el hemisferio cerebral derecho.
No es de extrañar la “masculinización” de la mujer en un mundo basado en el patriarcado, en el que Dios es considerado masculino y en el que ese lado femenino antes descrito es menospreciado en toda la sociedad tanto por hombres como por mujeres. La esencia femenina se desprecia a favor de la objetividad, la razón, la competitividad; es decir, a favor de la esencia masculina.
El lado femenino es el arquetipo de Eva, esa “voz interior” que le dice a Adán (el que emprende la acción) que tome la manzana. Es lo femenino lo que nos dice qué hacer y lo que requerimos como seres humanos. Si no escuchamos sus mensajes, tanto hombres como mujeres terminamos actuando por inercia, por lo que dicta la sociedad, lo que pensamos que es mejor, pero que no necesariamente es lo más adecuado para cada uno. Terminamos inconformes, lo que se manifiesta muchas veces en nuestras relaciones interpersonales y laborales.
Gracias a las nuevas tendencias de psicología y desarrollo personal ha quedado comprobada la importancia de las emociones y la intuición, incluso en la gerencia empresarial. El término inteligencia emocional es aceptado por ejecutivos y líderes de todos los ámbitos, y la autoestima es clave en la educación para el éxito.
Connie Zweig, coautora del libro Ser Mujer (editorial Kairós) señala que “lo femenino y masculino no se refieren a los órganos sexuales, sino a la estructura de nuestra conciencia”. Existen dos maneras de ver y de reaccionar a nuestra experiencia.“Por ejemplo, nuestro lado femenino tal vez reaccione ante una enfermedad contemplando su significado simbólico y cuidándolo para restablecer la salud lentamente; el masculino quizá responda actuando rápidamente con mediosinvasivos para eliminar los síntomas. Ambos enfoques tienen su propio valor según las circunstancias. (...) Si una persona es consciente de sus dos polos masculino y femenino, existe dentro de su psique una dinámica armoniosa”.
Obviamente, en el equilibrio está la clave. Se necesita el raciocinio, la mente, la búsqueda de lo objetivo, el cálculo matemático, la cabeza fría para tomar ciertas acciones, lo macro, el hacer, en todas las esferas del quehacer humano. Pero igualmente se requiere la valoración de las emociones (el respeto al duelo, la aceptación de la depresión, el entusiasmo, la pasión), la estima del corazón, de lo sujetivo, la intuición, el contacto íntimo con el cuerpo y sus necesidades, los detalles.
¿Cómo vive la mujer su parte femenina?
Si las mujeres sofocamos nuestro lado femenino, la suavidad, intuición; si estamos en un hacer constante y agotador, viviendo como super-mujeres que atendemos todo muy eficientemente, no nos queda mucho tiempo ni energía para tomar un descanso, estar con nosotras mismas y “sentirnos”. No hay espacios suficientes para vivenciar el cuerpo (por lo que se somatizan angustias), para el silencio, y oír nuestra voz interior. Queda relegado ese lado de nosotras que sabe que es parte de la madre naturaleza, parte de algo inmenso, del universo, que se siente completa, plena, dadora de vida y protección, receptiva. Permanece a la sombra esa esencia femenina que muchas veces no podemos distinguir en nosotras mismas.
Connie Zweig así lo describe: “En la primitiva transición de la conciencia matriarcal a la conciencia patriarcal (...) se sacrifica y abandona lo femenino. Tanto en los hombres como en las mujeres, es expulsado de la conciencia y se sumerge para pasar a ser parte del mundo de la sombra”.

Esto no tiene que ver con los estereotipos. Una mujer puede representar el papel que se le ha asignado tradicionalmente y vivir por inercia, sin sueños ni satisfacciones propios, sin estar en contacto con su lado femenino realmente. De igual modo, una mujer que no asuma su lado masculino en este mundo de hombres, del hacer constante, se está anulando profesionalmente. En todas las esferas de la vida es necesario que la persona sea activa, tome decisiones, tenga sus metas claras y planifique y defina una estrategia para alcanzarlas.
No se trata de los roles, ni con la cantidad de horas dedicadas al culto al cuerpo. Se trata de vivir nuestroser masculino y femenino. Podemos ser excelentes profesionales, llevar el timón de una empresa, una hacienda, una casa, sin descuidar la intuición, la suavidad con nosotras mismas, nuestra feminidad.
Lo mismo vale para ellos: un hombre que tiene desarrollado su lado femenino disfruta de la poesía, de las flores, es intuitivo y receptivo a las opiniones de los demás; es exitoso porque sabe lo que quiere realmente, se deja guiar por su propia voz, no por el “qué dirán”.
No es extraño que la balanza de la mujer se incline hacia su lado masculino cuando es ella la que tiene que asumir la responsabilidad de la crianza de los hijos y el sostén económico de la casa en muchísimos hogares de esta sociedad, en los que la ausencia del padre es una realidad.
A veces la mujer entra en un cúmulo de actividades que no son más que una evasión de su realidad o una justificación a la vida que lleva. En ocasiones, ese desequilibrio se basa en la desvalorización de la parte femenina. Con tantos mensajes escuchados por tantas generaciones de desvalorización de la mujer, puede entrar en una lucha para convencerse y convencer a los demás de que sí vale. Es una campaña muchas veces inconsciente por hacerse escuchar, para que la valoren, para sentirse apreciada. Dice tanto a él como a ella misma: “Yo sí puedo, yo sé, yo soy”.
Según los parámetros de esta sociedad, la mujer puede ser mejor: decidida, que resuelve, estudia, trabaja, cría a los hijos muchas veces sola, va más a su interior (o al exterior: a las terapias) a buscar respuestas y soluciones profundas no efectistas. En la mayoría de los grupos y corrientes de desarrollo personal y espiritual, es mucho mayor el número de mujeres que de hombres. Al parecer, son ellas las que leen más sobre psicología y libros de autoayuda en general.
¿Cómo se manifiesta este desequilibrio en las relaciones de pareja?
Debido a que nuestra cultura está estructurada alrededor del principio masculino, muchas personas otorgan poco valor a las cualidades femeninas. Para los hombres, esto significa un rechazo de aquellas partes de sí mismo que pueden ser nutrientes, receptivas y aptas para prestar cuidados y, al mismo tiempo, un excesivo desarrollo de las partes correspondientes que se consideran masculinas. Además, esto significa que la mayoría de los hombres buscan esas cualidades enterradas, fuera de sí mismos y en las mujeres, al tiempo que las desvalorizan.
El fuerte desequilibrio interno puede llevar a conflictos tanto internos como externos. En una relación de pareja, la mujer que está muy enfocada en su lado masculino puede enviar el mensaje: “Aquí la única que decide soy yo, la que hace, sabe, produce, compra apartamento, carro, etc, soy yo”. Un resultado posible: competencia y lucha de poder.
Si el hombre no tiene una autoestima óptima, puede sentirse opacado frente a esta supermujer y se dice a sí mismo: “Ella puede más que yo”, “es más que yo”. Entonces comienza a competir para reafirmar su valor o para imponer su supuesta supremacía.
Los hombres pueden interpretar la forma de vivir de la mujer como una competencia y aunque ni siquiera se lo puedan confesar a sí mismos; piensan “en esta relación ya hay un masculino (ella), ¿para qué me voy a esforzar?, que ella decida, haga, produzca: no me necesita”.
Otro posible resultado es la manipulación. Cuando la voz femenina no es escuchada por la parte masculina, la persona puede volverse manipuladora. “Si te dijo directamente lo que quiero no me escuchas o no me complaces, entonces te lo hago saber sin que te des cuenta”. La persona que manipula busca anular la capacidad y el derecho del otro de decir no. Por supuesto, la manipulación se observa tanto en hombres como en mujeres, y son múltiples sus causas.
Machistas, ¿sólo ellos?
La mujer también puede ser muy agresiva, crítica, controladora, sobreprotectora. En las relaciones desequilibradas, ellos tienen opacado su hacer, han entrado en la inercia, en la pasividad, en su “zona de comodidad”. La mujer puede terminar convirtiéndose en la terapeuta, o en la mamá. Es típico ver cómo algunas mujeres tratan a sus compañeros como si fueran niños, incapaces de ocuparse, por ejemplo, de su ropa, de su comida, sus medicinas, y un largo etcétera. ¿Qué mensaje le envía? “No hagas nada, yo todo lo puedo; es más, yo puedo más que tú”. Hasta que el cansancio se convierte en resentimiento y lanza una de sus quejas “¡Este machismo latinoamericano!”
En cuanto a la salud, nuestro lado femenino, nuestra guía interior, a veces nos habla a través de molestias en el cuerpo. La doctora Christiane Northrup, científica y escritora, autora del libro Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer, nos explica: “La dificultad para pensar, los mareos, las palpitaciones, el acné y los dolores de cabeza, de espalda, de estómago y de pelvis, son algunos de los síntomas comunes pero sutiles que suelen señalar que es hora de que dejemos lo que no deseamos en la vida”.
Nuestro lado femenino oprimido puede manifestarse en enfermedades en el área genital y en la garganta; además de que la espalda se afecta con tantas cargas que asumimos. La rabia contra nuestras parejas muchas veces se manifiesta en infecciones. “Nuestro cuerpo está impregnado y nutrido por una guía y energía espiritual. Tener fe y confianza en esta realidad es un parte importante en la creación de salud”, señala Northrup.
Según la teoría de Platón, éramos una sola célula y nos separamos para vivir nuestra individualidad como un ser femenino y como un ser masculino. Pero dentro de cada una de esas mitades está la esencia del otro, ying y yang en equilibrio. Al buscarnos y encontrarnos como hombres y mujeres, nuestro masculino abraza al femenino del otro, nuestra fémina acoge al varón del otro.
Si estamos en equilibrio no buscamos afuera un masculino o un femenino para llenar un vacío interno. Buscamos para danzar en armonía. Para estar en pareja, alguien que esté a la par, que no esté ni por encima ni por debajo, que camine a nuestro lado, aunque a ritmos diferentes a veces, muchas veces de la mano.
A lo largo de la historia ha habido eras patriarcales y otras matriarcales. Este planeta necesita un cambio. Hace ya varias décadas la gente sintió las pulsaciones de esa nueva consciencia femenina queriendo nacer y manifestarse en hombres y mujeres. Muchos captaron las señales de cambio. Algunos supieron que el principal cambio era interno, otros comenzaron la justa búsqueda de la igualdad de géneros. Mientras hubo quien creyó que la mujer tenía que asumir siempre una actitud, postura y hábitos de la masculinidad. Algunas creyeron que se trataba de una guerra contra ellos. Muchas no se dieron cuenta de su propia masculinización, que en la búsqueda de la valoración de la mujer estaban oprimiendo a su propia feminidad interior. Más que la mujer, lo que se necesita rescatar son los valores femeninos tanto en hombres como en mujeres.Ahora más que nunca necesitamos una consciencia más equilibrada en el planeta; una sociedad en la que se valore la espiritualidad en su concepción más amplia. Requerimos una sociedad más humanizada. Un exceso en las características típicas de lo masculino: la guerra, competitividad feroz, necesidad de dominio y control, nos llevaría a la destrucción. No por casualidad grandes empresas en el ámbito mundial se están inclinando a la atención del trabajador como un ser social, con familia y vida personal, no solo una máquina que produce, compite, que piensa (si acaso) y hace.

El femenino interno
• Subjetividad
• Corazón, emoción
• Valoración del proceso
• Valoración de los detalles
• Globalidad
• Usa más el hemisferio cerebral derecho
• Receptividad
• Intuición
• Creatividad
• Ser, estar, sentir
El masculino interno
• Objetividad
• Cerebro, razón
• Valoración del resultado
• Valoración de lo macro
• Fragmentación
• Usa más el hemisferio cerebral izquierdo
• Acción
• Pensamiento lógico
• Análisis
• Hacer, pensar
Una manera de empezar
• Vive tu espiritualidad, de la manera como prefieras. Busca el contacto con ese algo superior a ti, que algunos llamamos Dios
• Medita. Hay algunas meditaciones específicaspara el equilibrio femenino-masculino
• Tómate unos cinco minutos al día para sentir el cuerpo. Respira conscientemente por unos minutos.
• Sé consciente de tus emociones, vívelas.Piensa en las personas que amas, concéntrate en ese amor unos minutos al día
• Cuando tengas que tomar una decisión, pregúntate qué te dice tu intuición
• Antes de actuar, concéntrate en tu interior y pregúntate qué quieres realmente
• Trátate con suavidad
• Déjate ayudar, consentir
• Disfruta de estar, de ser simplemente, por lo menos de vez en cuando
Fuentes consultadas
•Ser Mujer. Editorial Kairós
•Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer. Christiane Northrup. Ediciones Urano
• Lexicon Jungiano, por Daryl Sharp. Cuatro Vientos editorial
• Vivo bien, ¿por qué me siento mal? Steve Pieczenik. Editorial Grijalbo
• Meditaciones. Shakti Gawain
Ilustraciones: Marc Chagall
Fuente: http://www.eluniversal.com/estampas/anteriores/261106/psicologia.shtml
jueves, 30 de agosto de 2012
El mito del orgasmo vaginal por Anne Koedt

Orgasmo vaginal - Por Sonia R. Arjonilla Fuente de la ilustración:
http://www.pikaramagazine.com/?p=6630
Creo que el chiste de Sonia R. Arjonilla ilustra una realidad.
Hace muchos años leí en una biblioteca pública un ensayo llamado "El mito del orgasmo vaginal" de Anne Koedt.
Hasta el día de hoy no he vuelto a leer ningún material similar. Parece que el tema ha sido sistemáticamente silenciado, no solo por parte de los hombres sino por parte de las mujeres también.
El trabajo, que ya se ha convertido en un clásico del feminismo, se puede leer aquí:
"Siempre que se discute sobre el orgasmo y la frigidez femenina se hace una falsa distinción entre el orgasmo vaginal y el clitoridiano. La frigidez ha sido generalmente definida por los hombres como el fracaso de la mujer para obtener orgasmos vaginales.
En realidad, la vagina no es un área de alta sensibilidad y no está preparada para lograr orgasmos. Es el clítoris el centro de la sensibilidad sexual y el que constituye el equivalente femenino del pene.
Pienso que esto explica muchas cosas: primero que nada, el hecho de que la tasa de la llamada frigidez sea tremendamente alta entre las mujeres. En vez de buscar el origen de la frigidez femenina en suposiciones falsas sobre la anatomía femenina, nuestros "expertos" han declarado que la frigidez es un problema psicológico de las mujeres. A
aquellas que se quejaron de sufrirla se les recomendó consultar al psiquiatra, de manera que pudieran descubrir su "problema", generalmente diagnosticado como el fracaso para ajustarse a su papel como mujeres.
Los hechos sobre la anatomía femenina y la respuesta sexual cuentan una historia diferente. Aunque hay muchas zonas erógenas, sólo existe una para el clímax: el clítoris. Todos los orgasmos son extensiones de la sensación en esta zona. Debido a que el clítoris no es necesariamente estimulado de manera suficiente en las posiciones sexuales convencionales, se nos deja "frígidas".
Además de la estimulación física, que constituye la causa más común de orgasmo para la mayoría de las personas, también existe la estimulación a través de procesos mentales. Algunas mujeres, por ejemplo, pueden alcanzar un orgasmo mediante fantasías sexuales o fetiches.
De cualquier manera, aunque la estimulación sea psicológica, el orgasmo se manifiesta físicamente. Así, aún cuando la causa sea psicológica, el efecto sigue siendo físico, y el orgasmo necesariamente tiene lugar en el órgano sexual equipado para el clímax sexual: el clítoris. La experiencia del orgasmo puede variar en grados de intensidad, algunos más localizados, y otros más difusos y sensibles, pero a todos se les llama orgasmos clitoridianos.

Todo esto conduce a algunas preguntas interesantes sobre el sexo convencional y nuestro papel en él. Los hombres llegan al orgasmo esencialmente debido a la fricción con la vagina, no con la zona clitoridiana que es externa e incapaz de causar fricción como lo hace la penetración. Las mujeres han sido, así, definidas sexualmente en términos de lo que complace a los hombres; nuestra propia biología no ha sido analizada correctamente. En lugar de ello, se nos alimenta con el
mito de la mujer liberada y su orgasmo vaginal, un orgasmo que de hecho no existe.
Lo que debemos hacer es redefinir nuestra sexualidad. Debemos descartar los conceptos "normales" de sexo y crear nuevas pautas que tomen en cuenta el goce sexual mutuo.
Aún cuando la idea del goce sexual mutuo es liberalmente aplaudida en los manuales sobre el matrimonio, ésta no se sigue hasta su conclusión lógica. Debemos comenzar
a exigir que si ciertas posiciones, que ahora se califican de "estándar", no conducen a ambos al orgasmo, ya no sean calificadas como tales.
Deben usarse o inventarse nuevas técnicas para transformar este aspecto particular de nuestra explotación sexual presente.
Freud: padre del orgasmo vaginal
Freud sostenía que el orgasmo clitoridiano era adolescente y que en la pubertad, cuando las mujeres comenzaban a tener relaciones sexuales con los hombres, debían transferir el centro del orgasmo a la vagina. Se daba por hecho que la vagina era capaz de producir un orgasmo paralelo, pero más maduro que el clítoris. Se trabajó mucho en la elaboración de esta teoría, pero se ha hecho poco por disputar sus suposiciones básicas.
Para comprender por completo esta increíble invención, quizá se debiera recordar primero la actitud general de Freud hacia las mujeres.
Mary Ellman en Thinking About Women lo resume de esta manera :
Toda la actitud condescendiente y temerosa de Freud hacia las mujeres proviene de que carecen de pene, pero es únicamente en su ensayo "La psicología de las mujeres", que Freud hace explícita . . . su desaprobación ya implícita en su obra. Es entonces cuando prescribe para ellas el abandono de la vida de la mente, que interferiría con su función sexual. Cuando el paciente psicoanalizado es un hombre, el analista se propone la tarea de desarrollar sus capacidades; pero con las pacientes, la labor es ayudarlas a resignarse a los límites de su sexualidad. Como lo plantea Mr. Rieff: para Freud, "el análisis no puede estimular en las mujeres nuevas energías para el logro y el éxito, sólo puede enseñar la lección de la resignación racional" .
Fueron los sentimientos de Freud sobre la relación secundaria e inferior de las mujeres con los hombres los que constituyeron la base para sus teorías acerca de la sexualidad femenina.
Una vez establecida la ley sobre la naturaleza de nuestra sexualidad, Freud descubrió, nada casualmente, un tremendo problema de frigidez en las mujeres . La cura que él recomendaba para una mujer frígida era la atención psiquiátrica, puesto que sufría de incapacidad para ajustarse mentalmente a su rol "natural" como mujer.
Frank S. Caprio, un seguidor contemporáneo de estas ideas, afirmaba: cuando una mujer sea incapaz de lograr un orgasmo vía coito, a condición de que su marido sea una pareja adecuada, y prefiera la estimulación clitoridiana a cualquier otra forma de actividad sexual, se la puede considerar frígida y requiere ayuda psiquiátrica (The Sexual Adequate Female, p . 64).
La explicación dada era que las mujeres tenían envidia de los hombres :
"renunciación a la feminidad" . De este modo, la frigidez fue diagnosticada como un fenómeno antimasculino.
Es importante enfatizar que Freud no basó su teoría en el estudio de la anatomía femenina, sino más bien en sus ideas sobre la mujer como un apéndice del hombre, y su consecuente rol social y psicológico. En sus intentos por lidiar con el problema de la frigidez masiva, los freudianos se embarcaron en elaboradas gimnasias mentales. Marie Bonaparte, en Female Sexuality, llegó incluso a sugerir la cirugía para
ayudar a las mujeres a regresar al camino correcto. Habiendo descubierto una extraña conexión entre la mujer no frígida y la localización del clítoris cerca de la vagina,
después se me ocurrió que en los casos en que, en ciertas mujeres, este espacio
era excesivo y la fijación clitoridiana obstinada, podía efectuarse una reconciliación clitoridiana-vaginal por medios quirúrgicos, lo que beneficiaría la función erótica normal. El profesor Halban, de Viena, biólogo y cirujano, se interesó
en el problema y desarrolló una técnica quirúrgica sencilla . En ésta, se cortaba
el ligamento suspensorio del clítoris y el clítoris se prendía a las estructuras
subyacentes, fijándolo así, en una posición más baja, con una eventual reducción de los labios menores (p . 148).
Pero el daño más severo no se daba en el área de la cirugía, en la que los freudianos daban absurdas vueltas en círculos intentando cambiar la anatomía femenina para que cuadrara con sus suposiciones básicas. El daño más grave fue el que se infligió a la salud mental de las mujeres, que bien sufrían en silencio culpándose, bien corrían en
busca de un psiquiatra tratando desesperadamente de encontrar la oculta y terrible represión que las había mantenido alejadas de su destino vaginal.
Falta de evidencia
Se podría afirmar en un principio que éstas son áreas desconocidas e inexploradas, pero si se realiza un examen más profundo esto es sin lugar a dudas falso, tal como lo era en el pasado. Por ejemplo, los hombres sabían que las mujeres sufrían de frigidez con frecuencia durante el coito. Así que el problema ahí estaba. Además, hay mucha evidencia específica. Los hombres sabían que el clítoris era y es el órgano esencial para la masturbación, ya fuera en niñas o en mujeres adultas. Así que evidentemente las mujeres dejaron en claro en dónde pensaban ellas que se localizaba su sexualidad. Los hombres también parecen estar sospechosamente conscientes de los poderes clitoridianos durante el "juego previo" al coito, cuando desean excitar a las mujeres y producir la suficiente lubricación para la penetración . El "juego previo" es un concepto creado para fines masculinos y trabaja en desventaja de muchas mujeres, ya que una vez que la mujer se encuentra excitada el hombre cambia a la estimulación vaginal, dejándola así tan excitada como insatisfecha.
También se sabe que las mujeres no necesitan de anestesia en el interior de la vagina durante la cirugía, lo que apunta al hecho de que la vagina no es un área altamente sensible.
Hoy, con un conocimiento amplio de anatomía, con Kelly, Kinsey y Masters y Johnson, por mencionar sólo algunas fuentes, ya no hay ignorancia en la materia . Hay, sin embargo, razones sociales por las que este conocimiento no ha sido popularizado. Estamos viviendo en una sociedad masculina que no ha buscado cambios en el rol de las mujeres.

Evidencia anatómica
En lugar de comenzar con lo que las mujeres debieran sentir, sería lógico
iniciar con los hechos anatómicos con respecto al clítoris y la vagina.
El clítoris es un equivalente pequeño del pene, excepto por el hecho de que la uretra no lo atraviesa como lo hace con el pene del hombre. Su erección es similar a la erección masculina, y la cabeza del clítoris tiene el mismo tipo de estructura y función que la cabeza del pene. G . Lombard Kelly, en Sexual Feeling in Married Men and Women, dice:
La cabeza del clítoris también está compuesta de tejido eréctil, y posee un epitelio o cubierta muy sensible, dotada de terminaciones nerviosas especiales llamadas corpúsculos genitales y particularmente adaptadas a la estimulación sensorial, que bajo condiciones mentales adecuadas termina en el orgasmo sexual. Ninguna otra parte del tracto reproductivo femenino posee dichos corpúsculos (p . 35). El clítoris no tiene otra función que la del placer sexual.
La vagina. Sus funciones están relacionadas con la función reproductiva. Principalmente, 1) menstruación, 2) recepción del pene, 3) retención del semen y 4) canal de parto. El interior de la vagina, que de acuerdo con los defensores del orgasmo vaginal es el centro y productor del orgasmo, está, "como casi todas las demás estructuras corporales internas, pobremente abastecida de órganos terminales sensoriales.
El origen endodérmico interno del recubrimiento vaginal la hace similar al recto y a otras partes del tracto digestivo" (Kinsey, Sexual Behavior in the Human Female, p . 580).
El grado de insensibilidad dentro de la vagina es tan alto que "Entre las mujeres que fueron examinadas en nuestra muestra ginecológica, menos del 14% estaba consciente de haber sido tocada" (Kinsey, p . 580).
Incluso la importancia de la vagina como un centro erógeno (en oposición a un centro orgásmico) es menor.
Otras áreas. Los labios menores y el vestíbulo de la vagina . Estas dos áreas sensibles pueden disparar un orgasmo clitoridiano, porque pueden ser efectivamente estimuladas durante el coito "normal"; aunque escasa, este tipo de estimulación se considera de manera incorrecta un orgasmo vaginal. De cualquier manera, es importante distinguir entre áreas que pueden estimular el clítoris, incapaces de producir un orgasmo por sí mismas, y el clítoris : "Sin importar qué medio de excitación se usa para llevar al individuo a un estado de clímax sexual, la sensación es percibida
por los corpúsculos genitales y se localiza donde ellos están situados: en la cabeza del clítoris o del pene (Kelly, p . 49).
El orgasmo psicológicamente estimulado. Además de las estimulaciones directas e indirectas del clítoris anteriormente mencionadas, existe una tercera forma en la que se puede disparar un orgasmo. Ésta es a través de la estimulación mental (cortical), donde la imaginación estimula a la mente, que a su vez estimula a los corpúsculos genitales del glande para producir un orgasmo.
Las mujeres que dicen tener orgasmos vaginales
Confusión. Debido a la falta de conocimiento de su propia anatomía, algunas mujeres aceptan la idea de que un orgasmo experimentado durante una relación sexual "normal" fue ocasionado por la vagina. Esta confusión se debe a la combinación de dos factores. El primero, la falla en la localización del centro del orgasmo, y el segundo, por un deseo de adecuar su experiencia a la idea masculina de normalidad sexual. Considerando que las mujeres saben poco de su anatomía, es fácil confundirse.
Engaño. La gran mayoría de las mujeres que aparentan tener un orgasmo vaginal ante su hombre, lo están fingiendo para "conseguir el trabajo". En un nuevo éxito de ventas danés, I Accuse, Mette Ejlersen trata de manera específica este problema común, al que llama "la comedia sexual" y que tiene muchas causas. Primero que nada, la mujer debe soportar una gran presión aportada por el hombre, quien considera que su habilidad como amante está puesta en juego. Así, para no ofender su ego, las mujeres obedecen el papel que se les designa y pasan por un éxtasis simulado. Otras de las danesas mencionadas, mujeres a las que se dejó frígidas e indiferentes al sexo, aparentaban tener orgasmos vaginales con el fin de apresurar el acto sexual. Algunas más admitían haber fingido orgasmos vaginales para atrapar a un hombre. En uno de
los casos, la mujer aparentó tener un orgasmo vaginal para hacer que el hombre dejara a su primera esposa, quién había admitido ser vaginalmente frígida. Más adelante le fue forzoso continuar el engaño, ya que no podía pedirle que la estimulara clitoridiamente.
Muchas otras mujeres simplemente temen establecer su derecho a la igualdad de goce, percibiendo el acto sexual como un beneficio principalmente para los hombres, y cualquier placer obtenido por la mujer como un extra.
Algunas mujeres, con ego suficiente para rechazar la idea masculina de necesitar atención psiquiátrica, se negaron a admitir su frigidez. No aceptaban autoculparse, pero no encontraban cómo solucionar el problema, no conociendo sus propias características fisiológicas, por lo que quedaron en un limbo especial.
Quizá uno de los resultados más enfadosos y dañinos de toda esta charada sea el que a mujeres sexualmente sanas les fue enseñado que no lo eran. Así que además de estar sexualmente privadas se las aleccionó para autoculparse, aun cuando no eran culpables . Buscar la cura para un problema que no la tiene puede conducir a una mujer a un
camino interminable de inseguridad y odio hacia sí misma, ya que su analista le dice que ni siquiera tiene éxito en el único papel que le permite la sociedad masculina: el papel de mujer. Se la pone a la defensiva, con datos falsos como evidencia de que debe intentar ser aún más femenina, pensar de manera más femenina, rechazar su envidia por los hombres . Es decir, muévele más duro, mi reina.
Por qué los hombres mantienen el mito
1 . Preferencia por la penetración sexual. El mejor estimulante físico para el
pene es la vagina de la mujer. Provee la fricción y lubricación necesarias . Desde un punto de vista estrictamente técnico esta posición ofrece las mejores condiciones físicas, aunque el hombre puede probar otras posiciones por variar.
2 . La mujer invisible. Uno de los elementos del chauvinismo masculino es la negación o la inhabilidad de ver a las mujeres como seres humanos totales y separados. En su lugar, los hombres han escogido definir a las mujeres sólo en términos de cómo han beneficiado sus vidas. Sexualmente, una mujer no era vista como un individuo que
deseara compartir equitativamente el acto sexual, de la misma manera que no se la percibía como una persona con deseos independientes cuando realizaba cualquier otra actividad en la sociedad. Así, era fácil inventar lo que era conveniente sobre las mujeres; encima de esto, la sociedad ha sido una función de los intereses masculinos, y las mujeres no estaban organizadas para formar ni siquiera una oposición verbal
a la de los hombres expertos.
3 . El pene como epítome de la masculinidad . Los hombres definen su vida principalmente en términos de masculinidad. Es una forma universal de levantar el ego . Esto es, en toda sociedad, por muy homogénea que sea (por ejemplo, cuando no existen grandes diferencias raciales, étnicas o económicas) siempre hay un grupo que oprimir, las mujeres.
La esencia del chauvinismo masculino está en la superioridad psicológica que los hombres ejercen sobre las mujeres. Este tipo de definición superior-inferior del sí mismo, en lugar de una definición positiva basada en el propio desarrollo y los logros personales, ha encadenado tanto a la víctima como al opresor. Sin embargo, quien ha llevado la peor parte ha sido la víctima.
Una analogía es el racismo, en el que el racista de color blanco compensa sus sentimientos de desmerecimiento creando una imagen del hombre negro como biológicamente inferior a él (tal imagen obedece principalmente a una lucha masculina). Debido a su posición dentro de una estructura de poder blanca y masculina, el hombre blanco puede reforzar esta división mítica.
Mientras los hombres traten de racionalizar y justificar la superioridad masculina a través de la diferenciación física, la masculinidad podrá ser simbolizada por ser el más musculoso, el más velludo; por tener la voz más grave y el pene más grande . Las mujeres, por el contrario, son aprobadas (llamadas femeninas) si son débiles, pequeñas; se rasuran las piernas; tienen voces agudas y suaves.
Ya que el clítoris es casi idéntico al pene, se encuentra mucha evidencia de que hombres, de diversas sociedades, tratan de ignorar el clítoris y enfatizar la vagina, como lo hizo Freud, o como en algunos lugares de Medio Oriente en donde practican la clitoridectomía. Freud veía esta antigua y todavía vigente costumbre, como una manera de "feminizar" aún más a la mujer al removerle este vestigio cardinal de su
masculinidad . También cabe destacar que un clítoris grande es considerado feo y masculino . Algunas culturas se dan a la práctica de verter un químico sobre el clítoris para que se encoja al tamaño "adecuado".
Me queda claro que los hombres, de hecho, temen al clítoris como una amenaza a su masculinidad.

4 . El hombre sexualmente prescindible. Los hombres temen llegar a ser sexualmente prescindibles si la vagina es sustituida por el clítoris como el centro de placer para las mujeres. De hecho, esto es de gran validez si sólo consideramos la anatomía. La posición del pene dentro de la vagina, aunque perfecta para la reproducción, no estimula necesariamente un orgasmo en la mujer debido a que el clítoris está localizado en el exterior y más arriba. Las mujeres dependen de la estimulación
indirecta en la posición "normal".
La sexualidad lésbica podría constituir un excelente caso, basado en información anatómica, para la irrelevancia del orgasmo masculino.
Albert Ellis menciona algo en el sentido de que un hombre sin pene puede ser un excelente amante de una mujer.
Considerando que la vagina es de lo más deseable desde el punto de vista del hombre, solamente en términos físicos, una comienza a ver el dilema masculino. También nos fuerza a descartar muchos argumentos "físicos" que explican por qué las mujeres se van a la cama con los hombres. Lo que queda, me parece, son razones principalmente psicológicas para dar cuenta de por qué las mujeres eligen a los hombres, y
excluyen a las mujeres, como parejas sexuales.
5 . Control de las mujeres. Una razón que se da para explicar la práctica de la clitoridectomía en el Medio Oriente es que evitará que las mujeres se pierdan. Al remover el órgano sexual con capacidad para el orgasmo, debe suponerse que su impulso sexual disminuirá . Considerando que los hombres ven a las mujeres como una propiedad, particularmente en naciones muy atrasadas, debiéramos comenzar a considerar mucho más por qué es que no está en el interés de los hombres que las
mujeres sean totalmente libres sexualmente. La doble moral, que por ejemplo se practica en América Latina, está hecha para mantener a las mujeres como total propiedad del marido, mientras que él es libre de tener las aventuras que desee.
6 . Lesbianismo y bisexualidad . Además de las razones estrictamente anatómicas por las que las mujeres puedan igualmente buscar a otras mujeres como amantes, hay un miedo por parte de los hombres de que las mujeres buscarán la compañía de otras mujeres sobre una base completamente humana. De hecho, el reconocimiento del orgasmo clitoridiano amenazaría la institución heterosexual, puesto que indicaría que el
placer sexual es obtenible tanto de hombres como de mujeres, haciendo así de la heterosexualidad no un absoluto, sino una opción. El tema de las relaciones sexuales humanas se ampliaría de este modo para ir más allá de los presentes confines del sistema de roles masculino-femenino."

Traducción : Daniela Ramos Mingo
Libros mencionados en este ensayo
Bonaparte, Marie, 1953, Female Sexuality, Grove Press .
Caprio, Frank S ., 1953 y 1966, The Sexually Adequate Female, Fawcett Gold
Medal Books.
Ejlersen, Mette, 1968, 1 Accuse (leg Anklager), Chr. Erichsens Forlag (danés) .
Ellis, Albert, 1958 y 1956, Sex Without Guilt, Grove Press .
Ellman, Mary, 1968, Thinking About Women, Harcourt, Brace y World .
Kelly, G . Lombard, 1951 y 1965, Sexual Feelings in Married Men and Women,
Pocketbooks .
Kinsey, Alfred C ., 1953, Sexual Behavior in the Human Female, Pocketbooks .
Masters y Johnson, 1966, Human Sexual Response, Little Brown .
Tomado de: http://equidad.org.mx/ddeser/seminario/internas/lecturas/lect-sexual/elmitodelorgasmovaginal.pdf
domingo, 12 de agosto de 2012
VOLVERNOS A HACER DE MADRES DE NOSOTRAS MISMAS: LA CURACIÓN DE NUESTRA RELACIÓN CON LAS MUJERES Y LO FEMENINO
"Toda madre contiene a su hija en sí misma y cada hija a su madre."
C.G. Jung
"Debemos estar dispuestas a sufrir a nuestras madres dentro de nosotras, a ver las raíces de su comportamiento en nuestro interior, y a transformarlas y perdonarlas en nosotras mismas. También tenemos que ser capaces de ver a través de nuestra herencia común de mujeres, encontrando dentro de nuestra madre interior las respuestas a la falta de poder, las perversiones del espíritu, y los potenciales desviados. No basta con volvernos conscientes de los efectos negativos de nuestras madres en nuestras vidas; es como si tuviéramos que llevar psicológicamente a nuestras madres dentro de nosotras, al igual que ellas nos llevaron un día físicamente."
Kathie Carlson - In her image

El Mundo-Madre es el reino de la vida que contiene a las mujeres y a lo Femenino. Para las mujeres, éste incluye nuestras madres, hijas y hermanas respectivas, y tal vez hoy día podamos añadir nuestro sentido de hermandad con todas las mujeres. En otro nivel, este reino contiene el arquetipo de la Madre, en su aspecto positivo (nutridor, protector y amoroso), y en su aspecto negativo (seductor, devorador y destructivo). El arquetipo de la Gran Madre también aparece como nuestro origen corporal, la tierra, y como nuestro origen espiritual, la Diosa Divina. (Para los hombres, el Mundo-Madre también incluye esposas y ánima, o elemento inconsciente femenino en la psique del varón, a veces llamada alma.)
Para las mujeres, el Mundo-Madre es el mundo del origen, la fuente del conocimiento de nuestras identidades, nuestros cuerpos y nuestros futuros. En una temprana época de la psicología profunda, Erich Neumann escribió que todos los egos eran masculinos por naturaleza,mientras que el inconsciente se consideraba femenino. Hoy día es ampliamente aceptado que los egos de las mujeres son femeninos, que son un legado de nuestras madres.
Por esta razón, solucionar nuestras relaciones con nuestras madres (tanto con la persona real como con las imágenes que hemos ido recolectando durante años) es un primer paso hacia la creación de nuestras identidades distintas e independientes como mujeres. Podemos empezar intentando hacer conscientes esos aspectos de nosotras mismas que hemos absorbido de nuestras madres sin saberlo. Éstos pueden incluir rasgos creativos y útiles, como el sentido artístico, el amor por los hijos, los negocios y la naturaleza. También pueden abarcar los "aspectos-sombra", que constituyen un exceso de equipaje del que es mejor deshacerse, como la dependencia de los hombres, la adicción a ciertas cosas, o un sentimiento de inseguridad. Tenemos que volvernos conscientes de estos aspectos que hemos rechazado de ellas, que no nos gustan y con los que hemos luchado por no tener, que han podido entrar inconscientemente en nosotras, porque probablemente continúan influenciándonos más allá de las fronteras de nuestra conciencia.
Éstos son los primeros pasos para hacernos de madres de nosotras mismas, separando nuestras propias identidades como distintas de las de nuestras madres y del arquetipo.
Sólo entonces podemos proporcionarnos, como adultas, las cualidades esenciales que nos han podido faltar cuando éramos niñas, y que nutrirán y sostendrán nuestra evolución. De esta manera, podemos aprender a honrar los legados del Mundo-Madre, escogiendo los que queremos heredar. Kathie Carlson lo escribe en su libro In Her Image, de la siguiente manera:
Al volvernos hacia nuestra madre interior, en lugar de intentar liberarnos de su posesión indeseada en nosotras, ponemos a nuestras madres en un contexto diferente, en nuestra propia totalidad. Nos convertimos así en sus matrices; de alguna manera, nos embarazamos de nuestras madres y portamos dentro de nosotras la posibilidad de su transformación y renacimiento.
Hay tantas maneras de volvernos a hacernos de madres como mujeres individuales existen. Ninguna fórmula conviene a todas. Podemos intentar encontrar una relación enriquecedora y creativa con una madre suplente, como una amiga, una consejera, una abuela o una psicoterapeuta; podemos unirnos a grupos de mujeres que están iniciando y guiando a otras mujeres para despertar la conciencia Femenina; y podemos utilizar la escritura, la pintura y la imaginación creativa para expresar las partes latentes de nosotras mismas, para hablar con las voces que normalmente son silenciadas.
Algunas de nosotras podemos desarrollar una relación más consciente y revitalizada con nuestras madres reales. Es muy posible que esto suceda después de haber realizado un cierto trabajo interno y de haber liberado intensos sentimientos de rabia y vergüenza.
También creo que nuestra actual fascinación generalizada por la ecología profunda, y nuestros esfuerzos para reconectar con la tierra y nuestras raíces en el mundo natural, son un reflejo de la necesidad de volvernos a alinear con el arquetipo de la Madre. Para algunas mujeres, trabajar con los arquetipos de la Diosa cumplen también este objetivo, al proporcionarnos una fuente femenina que es mucho más vasta que nuestras madres individuales.
En los ensayos de esta Segunda parte se pueden encontrar una magnífica recopilación de ideas inspiradoras y orientaciones prácticas. Lo mismo que Riane Eilser planteaba cuándo la cultura del mundo fue desviada de estar centrada alrededor de las mujeres para centrarse en los hombres, Emily Hancock se pregunta cuándo ocurre este desvío de la identidad de cada niña. Propone que, para completar nuestra integración del pasado, podemos recuperar la pequeña niña que estaba en nosotras, antes de que se alinease con las expectativas y proyecciones de los demás. Alimentando y fortaleciendo esta parte del ser femenino, podemos hacerle de madre y conducirla hacia la totalidad.

La vasta descripción de Marion Woodman de los arquetipos de la madre, la virgen y la anciana resume nuestra visión del Mundo-Madre interior. En opinión de la autora, hacerse de madre es una consecuencia que aporta sabiduría al alma- del difícil trabajo de diferenciación psicológica y despertar espiritual. Explica cómo la función de madre inconscien te puede dar paso a hacerse de madre conscientemente, que despierta la virgen, el símbolo de la totalidad espiritual que Woodman percibe actualmente en los sueños de la gente. Sigue después del nacimiento de la anciana consciente, la sabia que surge como resultado de una vida plenamente vivida y que ofrece amor sin ataduras.
Kathleen Riordan Speeth describe con palabras muy plásticas la Madonna con niño, la madre y la virgen en unión física y espiritual. Ella cierra esta parte con una imagen que es al mismo tiempo intimidante e inspiradora.
Introducción a la segunda parte del libro Ser Mujer, Marion Woodman y otros autores, edición a cargo de Connie Zweig.
Se puede leer aquí:
Ilustraciones:Alba Gioia http://www.albanogioia.com/
C.G. Jung
"Debemos estar dispuestas a sufrir a nuestras madres dentro de nosotras, a ver las raíces de su comportamiento en nuestro interior, y a transformarlas y perdonarlas en nosotras mismas. También tenemos que ser capaces de ver a través de nuestra herencia común de mujeres, encontrando dentro de nuestra madre interior las respuestas a la falta de poder, las perversiones del espíritu, y los potenciales desviados. No basta con volvernos conscientes de los efectos negativos de nuestras madres en nuestras vidas; es como si tuviéramos que llevar psicológicamente a nuestras madres dentro de nosotras, al igual que ellas nos llevaron un día físicamente."
Kathie Carlson - In her image

El Mundo-Madre es el reino de la vida que contiene a las mujeres y a lo Femenino. Para las mujeres, éste incluye nuestras madres, hijas y hermanas respectivas, y tal vez hoy día podamos añadir nuestro sentido de hermandad con todas las mujeres. En otro nivel, este reino contiene el arquetipo de la Madre, en su aspecto positivo (nutridor, protector y amoroso), y en su aspecto negativo (seductor, devorador y destructivo). El arquetipo de la Gran Madre también aparece como nuestro origen corporal, la tierra, y como nuestro origen espiritual, la Diosa Divina. (Para los hombres, el Mundo-Madre también incluye esposas y ánima, o elemento inconsciente femenino en la psique del varón, a veces llamada alma.)
Para las mujeres, el Mundo-Madre es el mundo del origen, la fuente del conocimiento de nuestras identidades, nuestros cuerpos y nuestros futuros. En una temprana época de la psicología profunda, Erich Neumann escribió que todos los egos eran masculinos por naturaleza,mientras que el inconsciente se consideraba femenino. Hoy día es ampliamente aceptado que los egos de las mujeres son femeninos, que son un legado de nuestras madres.
Por esta razón, solucionar nuestras relaciones con nuestras madres (tanto con la persona real como con las imágenes que hemos ido recolectando durante años) es un primer paso hacia la creación de nuestras identidades distintas e independientes como mujeres. Podemos empezar intentando hacer conscientes esos aspectos de nosotras mismas que hemos absorbido de nuestras madres sin saberlo. Éstos pueden incluir rasgos creativos y útiles, como el sentido artístico, el amor por los hijos, los negocios y la naturaleza. También pueden abarcar los "aspectos-sombra", que constituyen un exceso de equipaje del que es mejor deshacerse, como la dependencia de los hombres, la adicción a ciertas cosas, o un sentimiento de inseguridad. Tenemos que volvernos conscientes de estos aspectos que hemos rechazado de ellas, que no nos gustan y con los que hemos luchado por no tener, que han podido entrar inconscientemente en nosotras, porque probablemente continúan influenciándonos más allá de las fronteras de nuestra conciencia.
Éstos son los primeros pasos para hacernos de madres de nosotras mismas, separando nuestras propias identidades como distintas de las de nuestras madres y del arquetipo.
Sólo entonces podemos proporcionarnos, como adultas, las cualidades esenciales que nos han podido faltar cuando éramos niñas, y que nutrirán y sostendrán nuestra evolución. De esta manera, podemos aprender a honrar los legados del Mundo-Madre, escogiendo los que queremos heredar. Kathie Carlson lo escribe en su libro In Her Image, de la siguiente manera:
Al volvernos hacia nuestra madre interior, en lugar de intentar liberarnos de su posesión indeseada en nosotras, ponemos a nuestras madres en un contexto diferente, en nuestra propia totalidad. Nos convertimos así en sus matrices; de alguna manera, nos embarazamos de nuestras madres y portamos dentro de nosotras la posibilidad de su transformación y renacimiento.
Hay tantas maneras de volvernos a hacernos de madres como mujeres individuales existen. Ninguna fórmula conviene a todas. Podemos intentar encontrar una relación enriquecedora y creativa con una madre suplente, como una amiga, una consejera, una abuela o una psicoterapeuta; podemos unirnos a grupos de mujeres que están iniciando y guiando a otras mujeres para despertar la conciencia Femenina; y podemos utilizar la escritura, la pintura y la imaginación creativa para expresar las partes latentes de nosotras mismas, para hablar con las voces que normalmente son silenciadas.
Algunas de nosotras podemos desarrollar una relación más consciente y revitalizada con nuestras madres reales. Es muy posible que esto suceda después de haber realizado un cierto trabajo interno y de haber liberado intensos sentimientos de rabia y vergüenza.
También creo que nuestra actual fascinación generalizada por la ecología profunda, y nuestros esfuerzos para reconectar con la tierra y nuestras raíces en el mundo natural, son un reflejo de la necesidad de volvernos a alinear con el arquetipo de la Madre. Para algunas mujeres, trabajar con los arquetipos de la Diosa cumplen también este objetivo, al proporcionarnos una fuente femenina que es mucho más vasta que nuestras madres individuales.
En los ensayos de esta Segunda parte se pueden encontrar una magnífica recopilación de ideas inspiradoras y orientaciones prácticas. Lo mismo que Riane Eilser planteaba cuándo la cultura del mundo fue desviada de estar centrada alrededor de las mujeres para centrarse en los hombres, Emily Hancock se pregunta cuándo ocurre este desvío de la identidad de cada niña. Propone que, para completar nuestra integración del pasado, podemos recuperar la pequeña niña que estaba en nosotras, antes de que se alinease con las expectativas y proyecciones de los demás. Alimentando y fortaleciendo esta parte del ser femenino, podemos hacerle de madre y conducirla hacia la totalidad.

La vasta descripción de Marion Woodman de los arquetipos de la madre, la virgen y la anciana resume nuestra visión del Mundo-Madre interior. En opinión de la autora, hacerse de madre es una consecuencia que aporta sabiduría al alma- del difícil trabajo de diferenciación psicológica y despertar espiritual. Explica cómo la función de madre inconscien te puede dar paso a hacerse de madre conscientemente, que despierta la virgen, el símbolo de la totalidad espiritual que Woodman percibe actualmente en los sueños de la gente. Sigue después del nacimiento de la anciana consciente, la sabia que surge como resultado de una vida plenamente vivida y que ofrece amor sin ataduras.
Kathleen Riordan Speeth describe con palabras muy plásticas la Madonna con niño, la madre y la virgen en unión física y espiritual. Ella cierra esta parte con una imagen que es al mismo tiempo intimidante e inspiradora.
Introducción a la segunda parte del libro Ser Mujer, Marion Woodman y otros autores, edición a cargo de Connie Zweig.
Se puede leer aquí:
Ilustraciones:Alba Gioia http://www.albanogioia.com/
La niña interior: piedra de toque de la identidad femenina por Emily Hancock

Emily Hancock plantea una cuestión clave: ¿Cuándo empieza la influencia invisible de la cultura centrada en lo masculino a imprimirse en una niña, frenando su evolución natural femenina? Hancock, psicoterapeuta de Berkeley, ha descubierto que las niñas entre ocho y diez años son todavía inocentes y alegres, pero que a partir de esa edad se vuelven autocontroladas y responsables. Y aunque puedan comportarse como chicos, a esa edad no actúan todavía en reacción a ellos o a los hombres.
En su libro The Girl Within, Hancock describe detalladamente el proceso mediante el que se desvía el sentio femenino de la niña. Hacia la pubertad, es típico que su madre se alíe con la cultura oficial para enseñarle como convertirse en una "dama". Si esto ocurre al mismo tiempo que el padre desaparece de la escena, sus vías naturales quedan cortadas y se ve obligada a entrar en el molde cultural.
Hancock afirma que, mediante la recapitulación de los recuerdos tempranos de la niña interior, podemos recuperar el sentido del ser que éramos antes de que se impregnaran en nosotras las proyecciones y las expectativas de los demás; posee su propio estilo, sensibilidad, alegrías y miedos. Como el niño interior, ampliamente tratado en los círculos psicológicos actuales, la niña interior nos proporciona a las mujeres una fuente de renovación, un medio de brindar una nueva madre a la pequeña niña que todavía vive en nosotras.
Emily Hancock, autora de The Girl Within, inició sus investigaciones sobre la evolución de las mujeres en la Universidad de Harvard, en donde se doctoró en desarrollo humano, en 1981. Enseña actualmente desarrollo de adultos en el Centro de Estudios Psicológicos de Albany, California, y tiene consulta privada en Berkeley.

Ahora que los roles de las mujeres se multiplican, empezamos finalmente a preguntarnos como quién y como qué puede ser definida una mujer conforme a su sentido interno de ser, en lugar de serlo conforme a las leyes del patriarcado. Con el aumento de la toma de conciencia de que la fuerza de la mujer ha sido sometida a las necesidades y objetivos de los demás, por fin nos hemos dedicado a esbozar, afirmar y expresar el ser. Pero la cultura ha sido muy presionada para proclamar que estas metas, completamente nuevas para las mujeres, pueden conseguirse en términos propios a las mujeres. Actualmente, un hombre puede seguir las huellas de su padre para ejercer las antiguas prerrogativas "masculinas", pero la "mujer nueva" puede contar difícilmente con la experiencia de su madre para orientarla. Atrapada en un momento histórico peculiar, se aparta de un pasado aparentemente inútil, para atravesar un territorio desconocido, sin contar con mapas de sus antecesoras ni el consejo de sus mayores que la guíe.
Ante estos hechos, la cultura contemporánea se presenta aparentemente para apoyar sus metas, abriendo el mundo de los logros al nuevo desafío de la mujer. Pero por debajo de esta aparente liberación, existe una gran variedad de fuerzas que amenazan cercenar su feminidad e impedir la verdadera autorrealización que ella está buscando.
La libertad respecto a los roles restrictivos del pasado -y de los límites psicológicos que esos roles imponían- ha abierto la puerta a la conciencia de las mujeres. Pero las leyes del patriarcado, insidiosas porque están disfrazadas de libertad equivalente, siguen funcionando para moldear el desarrollo de una mujer.
Muchas mujeres que intentan por ejemplo romper los límites de los roles domésticos, al verse forzadas a adaptarse al modelo masculino, pierden su búsqueda de una existencia natural y femenina, que abarque tanto el propósito de su vida como su capacidad de cuidar. Este modelo exige que deje de lado preocupaciones de mujer, se despoje de sus aptitudes naturales y se encaje en la red empresarial. Demasiado cambio cultural producido en nombre del feminismo nos ha llevado a aplaudir las cualidades "masculinas" que exhibe la mujer moderna, animándola a que se comporte como un hombre. Virtualmente obligada a establecerse en el "mundo real", la nueva mujer compromete -sin saberlo- su destino con el patriarcado, bajo la bandera de querer escapar del mismo.
La nueva mujer vive así en un mundo de hombres, en el que se rebela contra las propias fuerzas femeninas que se hallan en el corazón de su identidad. Poco sospecha que la inmensidad de posibilidades ofrecidas hoy día a la mujer constituye una ilusión. Engañada por la promesa de que lo puede tener todo en lugar de ello es obligada a hacer todo por una cultura que ofrece a sus miembros una única vía de ser alguien. Cautivada por la mascarada del patriarcado, pierde conciencia del corte existente entre lo que ella es "realmente" y lo que parece que es. Esta desconexión de su identidad primordial la hace tomar una curva peligrosa cuando llega al desarrollo de su auténtico ser femenino.
¿Cómo puede una hija inconsciente del patriarcado continuar su búsqueda hacia la individuación? Careciendo de un modelo de identidad, ¿cómo puede una mujer llegar a realizar su verdadero ser?
Según un estudio que hice sobre el desarrollo del ego de las mujeres, las respuestas a estas preguntas se hallan en "la niña interior", la niña animosa, juguetona y satisfecha, de ocho, nueve, o diez años, que toda mujer lleva en la memoria como piedra de toque de la mujer que puede llegar a ser. En las generaciones anteriores, las experiencias restrictivas que nos vinculaban al ideal femenino nos hicieron perder nuestra conexión con esta niña. Hoy día, el comportamiento opuesto -la mujer actuando como un hombre- amenaza desviarla. Sin embargo, a pesar de estos factores negativos, algunas mujeres están redescubriendo esta primera identidad de la infancia. Las que llegan a hacer el círculo completo hacia ésta encuentran en la niña olvidada una llave para desbloquear el ser esencial de mujer.
¿Quién es esta "niña interior"? ¿De qué profunda verdad está en posesión? Suspendida entre el ensueño de la edad preescolar y la esclavitud de la adolescencia, una niña de esta edad ocupa una zona intermedia de la infancia, un espacio interino entre la fantasía y la realidad que alimenta la pertenencia creativa a sí misma. Juguetona, aunque ya con objetivos, ha abierto la puerta de la edad de la razón. Con un pie todavía en la escuela, lee y calcula, participa en juegos de grupo, desarrolla sus facultades atléticas, y absorbe las reglas de su joven sociedad. Cuando tiene la buena suerte de crecer dentro de una familia que fomenta la independencia y celebra los logros, una niña de esta edad se enfrenta al mundo con su propia perspectiva. Combina entonces una inmensa imaginación con ciertas capacidades y un anhelo aventurero que le lleva muy lejos del hogar, tanto en su fantasía como en la realidad. Todas las culturas del mundo reconocen el rápido desarrollo de la mente de las niñas, la aceleración de sus capacidades prácticas y el cambio de su manera de pensar. La naturaleza y la sociedad conspiran para permitir que las niñas florezcan a esta edad; abundan la armonía y la integridad al disfrutar de la totalidad del ser, la unidad con el cosmos y una irradiación natural.
En medio de una crisis matrimonial, Megan, una mujer de treinta y un años (que está incluida en mi estudio), recuperó a esta niña. Conmocionada por una aventura de su marido, inmediatamente después del nacimiento de su primer bebé, de repente se dio cuenta de que no tenía identidad propia. Había contado con el matrimonio en sí mismo para que le proporcionase un sentido de ser. Aterrorizada al comprobar que esta presunción le había conducido a abandonar su propia búsqueda, enfrentó la difícil tarea de construir una identidad. Lo hizo tomando opciones y decisiones que surgían del sentido recién encontrardo de quién o qué era ella. Durante el proceso de autodefinición, recordó una experiencia crucial que le había sucedido a los nueve años, cuando su familia se trasladó del centro de Nueva York a los alrededores, interrumpiendo sus estudios. Sin la ayuda de sus padres, se las arregló con los profesores para poderles enviar por correo los deberes, de manera que pudo finalizar los estudios por sí misma.
Este acto de independencia se instaló en la imagen que Megan tenía de sí misma. Se acordaba de "haber caminado a los nueve años sobre un muro hasta dar la vuelta completa a un parque, pensando que realmente me gustaba tener nueve años y que no me hubiera importado tenerlos para siempre; estaba averiguando todo sobre el mundo, sin hacer nada trascendental, simplemente pensando para mí misma de ese modo mientras caminaba sobre el muro. Recuerdo haber tenido un auténtico sentimiento de alegría y de confianza por el hecho de poder enfrentarme al mundo por mí misma. La imagen que tenía era la de una niña con una cuerda muy larga a la que podía agarrarme, una cuerda de largo alcance para poder moverme libremente. Me sentía segura y completa en mí misma. Tenía la sensación de poderme defender en el mundo, aunque esto significase estar sola. Sabía que tenía mi manera de arreglármelas en él, que podía hacerlo".
Vulnerable en su nueva maternidad, y afligida por su crisis matrimonial, Megan volvió a escuchar a esa niña que tenía dentro y a recuperar el sentido de la vida que había encarnado en su infancia. Volvió a descubrir la autonomía e iniciativa olvidadas que necesitaba para su independencia como adulta. La niña de nueve años conservaba esas cualidades en su memoria, aunque Megan las había olvidado a medida que había ido creciendo. Ahora, esa niña le servía de piedra de toque a la mujer en que se habia convertido. El seguir sus huellas y el haber encontrado dentro de sí una niña en la que podía confiar habían conducido a Megan a las raíces femeninas de su fuerza como mujer.
¿Qué es lo que obstaculiza a la niña interior?¿Cómo se llega a negar el tenerla dentro? ¿Qué se hace de su impulso vital?
A pesar de que no exista una experiencia única de infancia femenina, las respuestas de las mujeres con las que he hablado proporcionan una visión sorprendentemente uniforme de lo que significa creceer y perder la niña interior. Recuerdan esta niña como aquella que hace el mundo suyo. Liberada de los límites impuestos por la familia, está orgullosa de su capacidad recién encontrada de ordenar y dirigir su vida. De repente, "ocupada en sus propios asuntos", aumenta su capacidad en casa y en la escuela como una ola imparable. Admirada por ser inteligente y fuerte, llega a ser la mejor en todo.
Aunque sus circunstancias sean limitadas, una niña a esta edad puede aspirar a alcanzar altas metas en su imaginación -nuevo reino privado en interno al que nadie tiene acceso-.
Ahí, como en ninguna otra parte, el cielo es su único límite, sus anhelos y objetivos son infinitos; absolutamente todo es posible. Las contradicciones no la frenan: futura arqueóloga y abogada, practicará durante el invierno la abogacía e irá a hacer excavaciones arqueológicas al llegar el verano. Tanto si sueña ser oceanógrafa como astronauta, gobernadora, neurocirujana, directora de orquesta, presidenta de Banco, o juez, es apoyada idealmente por los demás en la visión que tiene de sí misma en el futuro. Rara vez sus metas son sometidas a críticas; sus decisiones no comportan todavía pérdidas; sólo más adelante una elección supondrá dejar otra de lado. Su experiencia de niña abarca hombre y mujer, trabajo y juego, independencia y dependencia, sin que ningún término esté subordinado al otro. Libre de las convenciones femeninas, ¡puede pensar, planificar y hacer!
Siendo una niña masculina en su corazón, es la época en la vida de una mujer en la que con más frecuencia está aliada con su padre y, paradójicamente sin embargo, es el período en que está menos definida por el patriarcado. La cultura le proporciona el punto de unión entre las bragas de encaje y la Mary Janes de sus primeros años, por un lado, y el gentil decoro que ella exige a medida que crece, por otro, permitiéndole un breve respiro en la construcción de su mujer adulta. En el centro de un universo perfectamente armonioso, es la dueña de su destino, la capitana de su alma. Es la protagonista de su propia experiencia.
Pero de repente, bastante antes de la pubertad, llega la cultura con sus recortes, cercenando despiadadamente su espíritu. Los adultos que la habían dejado hasta entonces hacer lo que quería, se anticipan ahora a su floreciente feminidad y podan su expansión en el mismo brote. A medida que la cultura traza la línea divisoria entre pequeño y grande, juego y trabajo, hembra y varón, sus agentes se ven obligados a intervenir. Persisten los patrones tradicionales de la mujer como nutridora, haciendo que las iniciativas de la joven resulten amenazantes. con demasiada frecuencia, el maestro que la había animado a hacerse arqueóloga, le advierte ahora que para ello necesita saber cinco lenguas. A la pequeña ranchera a la que se le había regalado un lazo por su cumpleaños, se le informa, tal vez con palabras amables, que sólo los hombres pueden ser cowboys. Los libros de anatomía que despertaban su interés por la medicina son sutilmente reemplazados por el reloj de una enfermera para tomar el pulso. Se someten a valoraciones y juicios las visiones de la adolescente, que hasta entonces se toleraban como algo sin importancia. Sus mayores desinflan sus ideas "grandiosas", considerándolas irrealistas. Se encuentran mil maneras de "hacerla aterrizar" y de moldearla.
El conformismo caracteriza la época de la joven, a pesar de que los tiempos están cambiando. Si antes se le permitía en raras ocasiones comportarse como un chico, ahora sus acciones comienzan a madurar, ya que se espera de ella que se "comporte como una señorita". Arrancada de su casa-árbol de sus primeros años, se introduce a la niña en el entorno humano y se espera de ella que cultive sus dones sociales. Tras este barniz moderno, persiste el mandato femenino de cuidar a los demás, sofocando su impulso de saltar, correr, escalar el pico de una montaña y, en general, de seguir activamente sus metas. Mientras que sus capacidades infantiles no tenían límites, cuando se acerca a la pubertad, se canaliza su eficacia en las relaciones sociales. Mientras que se anima a su hermano para que desarrolle su iniciativa y ejerza su independencia, a ella se le encamina hacia la sumisión. Mientras que antes estaba afuera en el mundo de la naturaleza, ahora la antigua niña debe entrar.
Cuando cambia sus pantalones vaqueros por una falda, su padre, que hasta el día anterior mismo había sido su partidario más firme, la echa de sus brazos y la empuja de nuevo al dominio de su madre. Durante esos días, tal vez también la madre moldee sutilmente sus actividades para que se ajusten a los estereotipos femeninos, enseñándole los mismos roles que la definieron a ella como esposa y madre. La cultura oficial -una cultura patriarcal que coloca su propia cerradura en su madre, tías, primas, profesores, y en su padre- la define como una "hembra" cuando es devuelta al mundo de las mujeres, en lugar de definirla como una "persona". Se rompe el vínculo, que ya no es directo, entre lo que ella hace y lo que es. Abandona el "hacer", en aras del "ser" una buena chica. En vez de centrarse en sí misma, intenta agradar a todos los que la rodean. Impresionada por la importancia de las opiniones ajenas, se moldea a sí misma conforme a lo que los demás quieren que sea.
Muchas niñas que son ágiles atletas a los nueve años, a los once se convierten en "jóvenes señoritas", cuando los distintivos femeninos empiezan a estorbar sus proezas físicas: pechos abultados, caderas que se ensanchan, suaves contornos empiezan a poblar de manera desordenada el cuerpo terso y esbelto de su juventud andrógina. La pubertad de las chicas conlleva un retraso en el crecimiento; la de los chicos, un aumento de masa física. Cuando éstos las alcanzan y las sobrepasan en altura, peso, fuerza física, por primera vez son más grandes y más fuertes que ellas. Mientras que ellos se vuelven más fuertes, listos y empiezan a hablar más alto, ellas se sienten más débiles e inseguras. Sus cuerpos se ablandan al tiempo que el de ellos se endurece. Las dicotomías sexuales escinden a una joven, poniéndola en contra de sí misa, al etiquetar sus fuerzas y sus intereses como "no femeninos". Las capacidades que le aseguraban un lugar entre sus iguales ahora boicotean su popularidad. Un cuerpo vigoroso, un peso impresionante y la fuerza física pertenecen a los chicos. Mientras que los cambios de la adolescencia en éstos anuncian un dominio creciente, los de ellas implican, de manera recurrente, el mandato de nutrir y la exigencia de retraerse. La experiencia de la adolescencia en ellos es la de un aumento de poder; en ellas, la de una ampliación de riesgos. Las libertades de ellos son espectacularmente incrementadas; las de ellas son coartadas. A ellos se les anima a explorar; de ellas, advertidas de su vulnerabilidad femenina, se espera que estén siempre cerca. A ellos se les empuja en donde a ellas se les limita. Diminutas en comparación con los varones de su edad, ya no pueden repeler un ataque. Para ellos, los nuevos territorios se llenan de conquistas; para ellas, la seguridad reside en el hogar. El mundo es una ostra con una perla eventual para ellos; para ellas contiene peligros. El mundo de la niña de ocho o nueve años se convierte así, bien antes de la adolescencia, en un mundo dividido por el sexo.

La niña mayor sucumbe a la imagen cultural de la fémina, objeto para el varón que es el sujeto. Su manifestación infantil le permite esconder sus capacidades, méritos, aspiraciones y partes de sí misma, en primer lugar, de lo demás para complacerles y, después, también de sí misma. No siendo ya libre para proyectarse en el futuro con el egocentrismo propio de su edad, actúa para reprimir sus capacidades. El afán de competición intensifica las conquistas de su hermano; en ella se convierte en una actitud de compromiso. La competencia fortalece al varón, pero todavía "asexualiza" a la mujer. La unidad de sus actividades de deshace cuando las metas propias de la niña son lanzadas en medio de la vida "de mujer". Los roles femeninos le afectan y los estereotipos toman el control. No puede menos que sentirse atrapada en medio de imperativos contradictorios: aunque todavía se esté poniendo el uniforme de colegiala, la publicidad de desodorantes le incitan: "Nunca les dejes ver que sudas".
Cuando una niña se juzga conforme a cómo la ven los demás, su confianza en sí misma queda subvertida por la imagen que tiene de su propia persona, que se compara con un ideal femenino imposible. Para alcanzar este ideal, debe separarse de muchas partes de sí misma. Deja de ser como una niña, para ser como una dama. Pierde su propia posición de ser, y siente que ahora es "otra".
En la estructura general del mundo, incluso todavía hoy día, una niña tiene muy pocas posibilidades, salvo tomar su lugar como miembro del Segundo Sexo, como Simone de Beauvoir lo llamó hace casi cuarenta años. Es una ironía que lo que ella escribió siga siendo todavía igual: a pesar de la última ola del movimiento feminista, las mujeres de todas las edades son consideradas como objetos y están desvalorizadas. La publicidad ha multiplicado una infinidad de invitaciones para explotar la sensualidad de la mujer, ya sea comiendo yogur, bebiendo un licor de lujo, o volando de vacaciones a la playa de cualquier isla. Constituyen abrevaderos yuppies a los que la mujer puede dirigirse tras una jornada de trabajo, y que brindan deslumbrantes brebajes con nombres como "las bragas de seda".
De hecho, las mujeres se están sexualizando cada vez más, a una edad asombrosamente joven. Junto con las vampiresas que llevan sostenes negros de encaje y monobiquinis, los catálogos publicitarios de los grandes almacdnes despliegan imágenes de niñas de siete años anunciando braguitas de satén y camisones de noche, con sus caritas chocantemente provocativas cuando están maquilladas y tienen los labios pintados de rojo chillón. Estas niñas sirenas están abocadas a convertirse en femmes fatales. Controladas, adaptadas y sexualizadas y domesticadas cuando su espontanedidad natural cede el paso a las construcciones patriarcales de la mujer. Al ponerse las máscaras proporcionadas por la cultura, una niña pierde fácilmente de vista quién y qué es, más allá de la fachada femenina que adopta en su juventud.
¿Cómo pueden las mujeres volver a implantar la feminidad esencial que la niña de ocho o nueve años encarna, dadas las fuerzas sociales que la desconectan de su poder natural? Las mujeres que aparecen en mi ensayo que recuperaron un auténtico sentido femenino de ser, lo hicieron ahondando en el territorio interno de la memoria y de la imaginación en donde se esconde la niña interior. Ellas han detallado las experiencias que les dividieron en contra de ellas; que les hicieron conducir a la niña esencial al reino en el que permanece escondida, incluso de sí misma. Han descrito las presiones culturales que negaban su identidad femenina durante la juventud; han expresado el impacto que esto había ejercido en ellas, cuando descubrieron -mucho después de haber hecho compromisos adultos que las vinculaban a los destinos de los demás-, que las identidades que habían asumido desde su infancia estaban unidas a cimientos construidos por el hombre y no por ellas mismas. Y lo más importante es que habían sacado a la niña de debajo de los escombros en los que la habían enterrado el patriarcado, y habían reconstruido una identidad de mujer a partir de los materiales naturales preservados a lo largo del tiempo. Cuando las mujeres ponían a prueba su experiencia interna, cundo recorrían el camino de vuelta de su identidad naciente -la que tenían antes de haber sido desviadas de ella por la exaltación cultural de lo Masculino y la denigración de lo Femenino-, cuando volvían a habitar el territorio interno que albergaba a la niña interior, recuperaban la auténtica niña y recobraban sus fuerzas femeninas.
Estas mujeres han llamado a la puerta de su territorio interno, han anclado las imágenes de su ser en un paisaje fértil. En el terreno de las imágenes y de la imaginación en el que estaban libres de las construcciones patriarcales de la hembra, han encontrado metáforas para expresar su evolución, que surgió espontáneamente de una fuente orgánica y natural. Anita, por ejemplo, que lleva a cabo terapias a través de la danza, dice: "Mi evolución me recuerda a una hoja flotando en un estanque. Su superficie está en calma: no hay ondas, no sucede nada, sólo agua gris. Y después brota un géiser. Surge un gran géiser de una fuente y la pequeña hoja de la superficie ¡sale disparada muy arriba!". Para Anita, las largas décadas que separaron su niñez de los cuarenta años fueron estáticos, "años latentes y durmientes". La ola feminista de los años sesenta proporcionó el habitat adecuado para su germinación: "Y entonces leí The Feminine Mystique y fui arrastrada por el movimiento general. Cuando el clima se hizo suficientemente cálido, empecé a crecer como una semilla que ha estado encapsulada en hielo". Encadenada por un matrimonio largo e infeliz, fue ayudada a "sacudir una maraña de cadenas" por el renacimiento que suscitó el movimiento.
Katerine, una pediatra de unos treinta y cinco años, captó la esencia generadora femenina al comparar a sus hijos con un jardín que tenía que atender para cultivar su potencial: "Es como un jardín. Tiene flores y semillas", decía; "veo que mi trabajo como madre es el de intentar obtener que las flores crezcan en la personalidad de los niños; y lo que se quiere es alimentar y embellecer el potencial que se encuentra en ellos."
Miriam, una consultora de unos cincuenta y cinco años, comparaba su evolución con "un brote a punto de abrirse y desarrollarse". Destacaba un rasgo importante de la flor: "Existen algunas flores, como las begonias y las camelias, cuyas capas de pétalos se abren lentamente. Lo más importante son los pétalos desplegándose en espiral". Este despliegue sincronizado fue estimulado en la vida de Miriam por el movimiento de potencial humano y el replanteamiento de la relación con su hja.
Liz proporcionó otra imagen vívida, una imagen que reflejaba su triunfo femenino sobre fuerzas que casi llegaron a dominarla. Había crecido con una madre abrumada por el sufrimiento en el hogar. Liz tuvo un hijo antes de casarse y continuó viviendo en casa. Convencida de que su fracaso como hija era la causa de la desesperación de su madre, empezó a sufrir depresiones. Al final, salió de la "jaula de los quehaceres domésticos" que habían podido con su madre, entablando una amistad con una mujer que era completamente diferente de su madre, una mujer bondadosa y optimista que adoraba la maternidad y el hogar. Esta relación fundamental de mujer a mujer ayudó a Liz a rechazar la visión triste y rígida de su madre y la condujo a "despertar y florecer". Después de haberse situado a una distancia segura de la influencia depresiva que arrastraba a su madre, mediante la identificación con su amiga, Liz se casó y tuvo tres hijos. Tras haber derrotado el pesimismo negativo, sentía que su ser "había hecho eclosión". Y añadía a su autodescripción metafórica: "Está haciéndose un jardín!".

Entre las imágenes de estas mujeres, tal vez la más sorprendente fuese la metáfora de Rosabeth,una mujer de treinta años; sorprendente por su profunda afirmación de cómo una mujer debe reconciliar y forjar, momento a momento, el tejido orgánico de su vida mediante la confianza en su propia iniciativa, capacidad de respuesta y autodeterminación: "Una línea costera implica un equilibrio, un trazar formas que yo he logrado", decía Rosabeth mientras tomaba un folio en blanco y trazaba con tinta una línea con su pluma de oro. La forma de la tierra constantemente cambiante, creada por el movimiento incesante del mar contra "las duras orillas" de su naturaleza, empezaba a parecerse a la costa del estado de Maine a medida que la dibujaba acercándose a la parte inferior del folio. "Es rocosa. La veo con el agua azul y la tierra verde cuando se encuentran entre sí. El océano es de un maravilloso azul y la tierra está hecha de montañas verde-amarronadas y de rocas que suben y bajan. La línea es desigual. Esto representa toda clase de experiencias que han sido desagradables, apasionantes, desilusionantes y que, a veces, me han enorgullecido".
La línea describiría una unión de ser y de experiencia vital más que una división entre ellas. Representaba el ser en evolución permanente de Rosabeth, una abstracción que contenía un encuentro de elementos, así como la grieta a lo largo de la que había caminado Megan. "Lo que tienes delante es un encuentro de fuerzas, y mi vida ha sido el sendero entre ellas", me dijo Rosabeth.
Su metáfora de la línea costera ilustra muy bien la autonomía llena de sentido de la niña interior. En la capacidad de esta niña es equilibrar lo conocido y lo desconocido, el océano y la roca, la competencia y el cuidado, el consciente y el inconsciente, lo masculino y lo femenino, en su compromiso voluntario de tensión dinámica entre vínculo y autonomía, hombre y mujer, trabajo y amor, reside la reconciliación de las dicotomías que nos dividen en contra de nosotras mismas.
Desenterradas de su reino interior, la niña tiene mucho que enseñar a la mujer sobre cómo ocupar el espacio subjetivo que se halla en el corazón del poder generador. Ella sintetiza de manera natural la dualidad hombre-mujer en su androginia, funde trabajo y juego en su actividad llena de sentido, reconcilia amor y odio en su ausencia de contradicción. Utiliza la dependencia y la independencia en la persecución tenaz de sus propios intereses. Encarna ambos lados de la aptitud abarcando el dominio social y de las relaciones junto con capacidades concretas. Separada y, sin embargo, conectada, es autónoma, pero mantienen vínculos. Competitiva con el espíritu adecuado, es conducida por la maestría, no para dominar y conseguir el poder sobre los demás, sino para captar los misterios y desafíos del mundo mismo. Como la línea costera de Rosabeth, reconcilia elementos de la naturaleza humana en lugar de separarlos.
Las imágenes orgánicas de las mujeres hablan al cambio crítico que necesitamos para restaurar el equilibrio de esos valores: el cambio del objeto al sujeto. Al recuperar el sentido de la niña de sí misma como sujeto, al contrarrestar la posición de la mujer como objeto, al lograr recuperar la niña que encarna una identidad femenina primordial, las mujeres pueden seguir siendo auténticas respecto al potencial del fértil mundo femenino que sobrevive separado de la esterilidad de los valores patriarcales.
Las mujeres han atendido durante mucho tiempo los jardines de los demás. Mientras que ofrecían el contexto para el desarrollo de los demás, históricamente han descuidado el suyo. Cuando una mujer lleva consigo la niña virginal a través del umbral de la mujer adulta, cuando habla su propio idioma con la misma naturalidad con que mimetiza el lenguaje del patriarcado, cuando penetra en la verdad más profunda acerca de quién es y cuenta su historia de haber llegado a ser completa, gana el acceso a un mundo que es tan fértil y abundante como los más verdes jardines. Sólo cuando casamos la autonomía de la niña con la fecundidad de la mujer y reconocemos la conexión entre la semilla y el suelo, restauramos nuestra creatividad como cultura, prosperamos y florecemos.
En la alianza entre la niña que posee la iniciativa y la mujer que conoce su potencialidad de generar, reside la fuerza creativa que necesitamos para llegar a ser plenamente nosotras mismas, y para hacer de esta cultura lo que tan desesperadamente se necesita. La realización de la evolución humana depende de que seamos capaces de recorrer el circuito hacia la niña interior y de conducirla hasta la mujer adulta.
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