martes, 7 de febrero de 2012

GRANDES HEROÍNAS DE LA LITERATURA UNIVERSAL

La historia de la literatura universal nos ha dejado un sinfín de relatos que nos han cautivado gracias a unos personajes sólidos y creíbles que han conseguido enamorarnos, cautivarnos o simplemente fascinarnos.

Entre ellos se encuentran diversas figuras femeninas que, por unas u otras razones, han sido consideradas como auténticas heroínas. Muchas serían las protagonistas del mundo de la ficción literaria que podrían tener este adjetivo pero aquí le señalamos algunas de las más simbólicas y significativas.

Ellas son nuestros espejos, nos representan: románticas, trágicas, humanas, originales, sensibles, luchadoras, inmorales, valientes, dichosas, infelices, talentosas. Este post es nuestro modesto homenaje a las heroínas de la literatura universal.

#1- EMMA BOVARY, Gustave Flaubert - "Madame Bovary" (1857)



"Pero, al mirarse en el espejo, se asombró de su cara. Nunca había tenido los ojos tan grandes, tan negros ni tan profundos. Algo de sutil derramado sobre su personalidad la transfiguraba.

Se repetía: "¡Tengo un amante! ¡Un amante", deleitándose en esta idea como en la de otra pubertad renacida".


#2- JANE EYRE, Charlotte Brontë - "Jane Eyre" (1847)




"Querido lector, espero que nunca padezcas lo que yo padecí entonces. Que nunca broten de tus ojos unas lágrimas tan tempestuosas, abrasadoras y dolorosas como las que brotaron de los míos. Que nunca clames al cielo con ruegos tan angustiosos y desesperanzados como los que salieron de mis labios. Que nunca temas ser la causa de la desgracia del que más amas".


#3- ESTHER GREENWOOD, Sylvia Plath - " La campana de cristal" (1963)


"El problema es que yo siempre había sido inadecuada, simplemente no había pensado en ello.

En lo único que destacaba era en ganar becas y premios, y esa época se acercaba a su fin. Me sentí como un caballo de carreras en un mundo sin pistas o como un campeón universitario de fútbol, súbitamente enfrentado con Wall Street y un traje de ejecutivo, sus días de gloria reducidos a una pequeña copa de oro sobre la repisa de su chimenea, con una fecha grabada en ella como la fecha de una lápida. Vi mi vida extendiendo sus ramas frente a mí como la higuera verde del cuento.

De la punta de cada rama, como un grueso higo morado, pendía un maravilloso futuro, señalado y rutilante. Un higo era un marido y un hogar feliz e hijos y otro higo era un famoso poeta, y otro higo era un brillante profesor, y otro higo era E Ge, la extraordinaria editora, y otro higo era Europa y Africa y Sudamérica y otro higo era Constantino y Sócrates y Atila y un montón de otros amantes con nombres raros y profesiones poco usuales, y otro higo era una campeona de equipo olímpico de atletismo, y más allá y por encima de aquellos higos había muchos más higos que no podía identificar claramente.

Me vi a mí misma sentada en la bifurcación de ese árbol de higos, muriéndome de hambre solo porque no podía decidir cuál de los higos escoger. Quería todos y cada uno de ellos, pero elegir uno significaba perder el resto, y, mientras yo estaba allí sentada, incapaz de decidirme, los higos empezaron a arrugarse y a tornarse negros y, uno por uno, cayeron al suelo, a mis pies."


“Y yo sabía que a pesar de todas las rosas y besos y cenas en restaurantes que un hombre hacía llover sobre una mujer antes de casarse con ella, lo que secretamente deseaba para cuando la ceremonia de boda terminase era aplastarla bajo sus pies como la alfombra de la señora Willard.

Así que empecé a pensar que tal vez fuera cierto que casarse y tener niños equivalía a someterse a un lavado de cerebro, y después una iba por ahí idiotizada como una esclava en un estado totalitario privado.”


#4- CLARISSA DALLOWAY, Virginia Woolf - "La señora Dalloway" (1925)



"¡Amor y religión!, pensó Clarissa, mientras volvía al salón, sintiendo un hormigueo por todo el cuerpo. ¡Qué cosas tan odiosas, tan terriblemente odiosas! Porque ahora que ya no tenía delante el cuerpo de la señorita Kilman, su idea de ella la abrumaba. El amor y la religión eran las cosas más crueles del mundo, pensó, cuando se las ve torpes, acaloradas, dominantes, hipócritas, indiscretas, celosas, infinitamente crueles y sin escrúpulos, recubiertas por un impermeable, en el descansillo. ¿Había tratado ella alguna vez de convertir a alguien? ¿Acaso no quería que todos fueran, sencillamente, ellos mismos? Y vio por la ventana cómo la anciana señora de enfrente subía las escaleras. Que suba las escaleras si es eso lo que quiere hacer; que se detenga; y luego que llegue a su dormitorio, como Clarissa se lo había visto hacer muchas veces, corra las cortinas y desaparezca de nuevo por el fondo. Por alguna razón, aquella sucesión de actos le inspiraba respeto: la anciana mirando por la ventana, sin saber en absoluto que alguien la contemplaba. Había algo solemne en ello, pero el amor y la religión destruirían aquella intimidad del alma, fuera lo que fuese. La odiosa Kilman lo destruiría. Y, sin embargo, al verlo sentía deseos de llorar.

El amor también destruía. Todo lo que era delicado, todo lo que era auténtico desaparecía."


#5 - MONIQUE, Simone de Beauvoir- "La mujer rota" (1968)




"Ahora soy una muerta. ¿Una muerta que tiene todavía cuántos años para ir tirando? Una jornada, ya, cuando abro un ojo, por la mañana, me parece imposible llevarla hasta el fin. Ayer cuando me bañaba, nada más que levantar un brazo me planteaba un problema: ¿por qué levantar un brazo, por qué poner un pie delante del otro? Cuando estoy sola, me quedo inmóvil durante unos minutos sobre el borde de la acera, enteramente paralizada”.

"(...) es monstruoso: ha elegido para abandonarme el momento en que ya no tenía a mis hijas. Imposible admitir que consagre toda mi vida al amor de un hombre tan egoísta."

"porque hacer el gusto a los otros te hace gusto a ti. Yo me reía: "Sí, es una forma de egoísmo"

"¿Todo el mundo es tan ciego o soy una tonta entre las tontas? No solamente una tonta.Yo me mentía. ¡Cómo me he mentido! Me hacia el cuento de que Noellie no contaba, que Maurice me prefería, y sabía perfectamente que era falso. Retomé mi lapicera no para volver hacia atrás sino porque el vacío era tan inmenso en mí, a mi alrededor, que era preciso este gesto de mi mano para asegurarme que aún estaba viva."

"Es horrible pensar que mi propia historia ya no es detrás de mí otra cosa que tinieblas.-"

#6 - JO MARCH, Louisa May Alcott - "Mujercitas" (1868)



"Después de contar cómo había colocado sus cuentos Jo añadió:

- Cuando fui a recibir mi respuesta, el director me dijo que le gustaban ambas, pero que no pagaba a los principiantes; no hacía más que publicar las obras en su periódico para que se dieran a conocer. Era buena práctica, dijo, y cuando los principiantes progresaran, no faltarían editores que les pagaran sus trabajos. Le dejé, pues, las dos historias, y hoy por la mañana me ha enviado esto; Laurie me sorprendió con ello e insistió en verlo; lo dejé hacerlo, y dijo que era muy buena, de manera que escribiré más y él va a conseguir que me paguen la próxima; y ... estoy tan contenta, porque con el tiempo podré mantenerme y ayudar a las chicas.

Aquí le faltó el aliento y escondiendo la cabeza en el periódico, derramó algunas lágrimas ingenuas, porque ser independiente y ganar las alabanzas de las personas que amaba eran los deseos más ardientes de su corazón, y aquello parecía el primer paso hacia tan feliz meta."

#7- MIKAGE SAKURAI, Banana Yoshimoto – “Kitchen” (1991)



“Yo, Mikage Sakurai, soy huérfana. Mis padres murieron jóvenes. Me criaron mis abuelos. Mi abuelo murió en la época de mi ingreso en la escuela secundaria. Desde entonces, vivíamos solas mi abuela y yo. Hace poco murió mi abuela inesperadamente. Me asusté. La familia, esta familia que realmente he tenido, fue reduciéndose poco a poco a lo largo de los años, y ahora, cuando recuerdo que estoy aquí, sola, todo lo que tengo ante los ojos me parece irreal. Ahora, en la habitación en la que nací y crecí, me sorprende ver que el tiempo ha pasado y que estoy sola. Como en la ciencia ficción. Es la oscuridad del universo.”

(…)

“Creo que la cocina es el lugar del mundo que más me gusta. En la cocina, no importa de quién ni cómo sea, o en cualquier sitio donde se haga comida, no sufro.”


#8- ANA KARENINA, Leon Tolstoi- “Ana Karenina” (1877)




Capítulo XV

“…Aunque Ana rehusaba admitir con Wronsky que el estado de ambos era falso y poco honorable, no por eso dejó de comprender que éste tenía razón. Hubiera deseado vivamente salir de aquel estado deplorable, y cuando, bajo el imperio de su emoción, confesó todo a su marido al volver de las carreras, se sintió aliviada…

…Le pareció que el mundo entero no tendría piedad para ella, como aquel cielo frío y aquella vegetación marchita.

"Es inútil pensar -se dijo, al sentir como por la mañana, apoderarse de ella una dolorosa indecisión interior- ¡Hay que marchar! ¿Adónde? ¿Cuándo? ¿Con quién?… A Moscú por el tren nocturno. Sí, y llevaré a Annouchka y a Sergio. Llevaremos sólo lo estrictamente necesario; pero antes debo escribir a los dos." Y volviendo rápidamente al saloncito, se sentó ante una mesita para escribirle a su marido.

"Después de lo que ha pasado no puedo vivir más en su casa; parto y me llevo a mi hijo; no conozco las leyes; ignoro por consiguiente, con quien debe quedar, pero me lo llevo, porque no puedo vivir sin él, sea usted generoso, déjemelo."…

… La segunda carta era para Wronsky:
"He confesado todo a mi marido". Escribió; pero se detuvo, incapaz de continuar. ¡Era brutal, tan poco femenino! Por otra parte, ¿qué otra cosa podría escribirle?…”


#9- ANAïS NIN, “El diario de Anais Nin” (10 vols. 1966-83)



"A mí me pueden encontrar en una fiesta y se me puede ver bailar y reír; pero lo que escribo es muy serio. Sólo cuando muera llegaré a ser visible, y entonces algún editor se inclinará sobre mis manuscritos y hasta quizás pujará por ellos. Pero durante mi vida no hubo ningún escritor ni editor que diera un solo paso para prolongar mi vida o revelar mi obra."

"Me niego a vivir en el mundo ordinario como una mujer ordinaria. A establecer relaciones ordinarias. Necesito el éxtasis. Soy una neurótica, en el sentido de que vivo en mi mundo. No me adaptaré al mundo. Me adapto a mí misma".

"Siempre hubo en mí, al menos, dos mujeres una mujer desesperada y perpleja que siente que se está ahogando y otra que salta, como si fuera un escenario, disimulando sus verdaderas emociones porque ellas son la debilidad, la impotencia, la desesperación y presenta al mundo sólo una sonrisa, ímpetu, curiosidad, entusiasmo, interés".

"Cualquier forma de amor que encuentres, vívelo. Libre o no libre, casado o soltero, heterosexual u homosexual, son aspectos que varían de cada persona. Hay quienes son más expansivos, capaces de varios amores. No creo que exista una única respuesta para todo el mundo"

"Hay dos modos de llegar a mí, mediante los besos o la imaginación. Pero existe una jerarquía; los besos por sí solos no bastan."

#10- LOLITA, “Lolita” – Vladimir Nabokov



" Ahora creo llegado el momento de presentar al lector algunas consideraciones de orden general. Entre los límites de los nueve y los catorce años, surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o tres veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana, sino nínfica (o sea demoníaca); propongo llamar nínfulas a estas criaturas escogidas.
(...)
Entre esos límites temporales, ¿son nínfulas todas las niñas? No, desde luego. Tampoco es la belleza una piedra de toque; y la vulgaridad - o al menos lo que una comunidad determinada considera como tal- no daña forzosamente ciertas características misteriosas, la gracia letal, el evasivo, cambiante, anonadante, insidioso encanto mediante el cual la nínfula se distingue de esas contemporáneas suyas.
(...)
Era la misma niña: los mismos hombros frágiles y color de miel, la misma espalda esbelta, desnuda, sedosa, el mismo pelo castaño. Un pañuelo a motas anudado en torno al pecho ocultaba a mis viejos ojos de mono, pero no a la mirada del joven recuerdo, los senos juveniles. Y como si yo hubiera sido, en un cuento de hadas, la nodriza de una princesita, reconocí el pequeño lunar en su flanco.
(...)
Si pedimos a un hombre normal que elija a la niña más bonita en una fotografía de un grupo de colegialas o girl scouts, no siempre señalará a la nínfula. Hay que ser artista y loco, un ser infinitamente melancólico, con una burbuja de ardiente veneno en las entrañas y una llama de suprema voluptuosidad siempre encendida en su sutil espinazo, para reconocer de inmediato, por signos inefables - el diseño ligeramente felino de un pómulo, la delicadeza de un miembro aterciopelado y otros indicios que la desesperación, la vergüenza y las lágrimas me prohiben enumerar- al pequeño demonio mortífero ignorante de su fantástico poder.
(...)
Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta. Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita. "


#11- HOLIDAY ("HOLLY") GOLIGHTLY, Truman Capote - "Desayuno en Tiffany's" (1958)



“Si me siento culpable es porque dejé que él siguiera soñando cuando yo ya había dejado de soñar… Sabía muy bien que jamás llegaría a ser una estrella de cine. Es demasiado esfuerzo; y, si eres inteligente, da demasiada vergüenza. Me falta el suficiente complejo de inferioridad… No quiero decir que el ser rica y famosa fuera a fastidiarme. Esas son cosas que ocupan un lugar importante en mis planes, y algún día trataré de conseguirlas; pero, si las consigo, querría seguir gustándome a mí misma. Quiero seguir siendo yo cuando una mañana, al despertar, recuerde que tengo que desayunar en Tiffany´s”…

“Quiero seguir siendo yo cuando, una mañana, al despertar, recuerde que tengo que desayunar en Tiffany´s. No quiero poseer nada hasta que encuentre un lugar donde yo esté en mi lugar y las cosas estén en el suyo. Todavía no estoy segura de dónde está ese lugar. Pero sé que aspecto tiene. Es como Tiffany´s. Y no creas que me muero por las joyas. Los diamantes sí. Pero llevar diamantes sin haber cumplido los cuarenta en una horterada; y entonces todavía resulta peligroso. Sólo quedan bien cuando los llevan mujeres verdaderamente viejas… Pero no es eso lo que me vuelve loca en Tiffany´s… He comprobado que lo mejor que me sienta es tomar un taxi e ir a Tiffany´s. Me calma de golpe, ese silencio, esa atmósfera tan arrogante; en un sitio así, no podría ocurrirte nada malo, es imposible, en medio de esos hombres con los trajes tan elegantes y ese encantador aroma a plata y a billetero de cocodrilo. Si encontrara un lugar en la vida real donde me sintiera como me siento en Tiffany´s, me compraría unos cuantos muebles y le pondría nombre al gato."

#12- FRANKIE JASMINE, Carson McCullers – “Frankie y la boda” (1946)



“Por la mañana muy temprano salía a veces al jardín y se quedaba largo rato contemplando el cielo del amanecer. Y era como si su corazón hiciera una pregunta y el cielo no le diera contestación.”

“En junio, los árboles eran de un verde brillante y deslumbrador, pero más tarde las hojas se oscurecieron y el pueblo pareció ennegrecer y encogerse bajo la luz cegadora del sol. Al principio, Frankie paseaba haciendo una cosa u otra… Sus secretas congojas le valdrían quedarse en casa: y en casa sólo estaban Berenice Sadie Brown y John Henry West. Los tres se pasaban el tiempo sentados alrededor de la mesa de la cocina, diciendo una y otra vez las mismas cosas, de modo que, al llegar a agosto, las palabras empezaban a rimar unas con otras y a adquirir extrañas resonancias… Todas las tardes el mundo parecía morir y cesaba todo movimiento. Al fin, el verano era como un enfermizo sueño verde, o como una absurda jungla silenciosa bajo una campana de cristal”.

“La primavera de aquel año fue una extraña y larga estación. Las cosas empezaron a cambiar para Frankie… No sabía por qué estaba triste, pero a causa de aquella extraña trsiteza empezó a darse cuenta de que debía marcharse del pueblo. Aquel año, Frankie empezó a pensar en el mundo. No lo veía como el globo terráqueo de la escuela, con los países bien definidos y de diferentes colores. Pensaba en el mundo como en algo enorme, suelto y resquebrajado, que giraba a mil seiscientos kilómetros por hora”

“Frankie estaba aguardando la noche. Y precisamente en aquel momento, empezó a oírse una trompeta. En algún sitio del pueblo, no muy lejos, una trompeta empezó a tocar un blues. La música era triste y honda… En aquella música había algo que le traía de nuevo todo lo de la primavera: flores, los ojos de la gente desconocida, lluvia.. Pero la música no volvió y la melodía quedó rota e inacabada. Y ella no podía soportar aquel nudo tan apretado”…


#13- BRIDGET JONES, Helen Fielding -" El diario de Bridget Jones"



“Buenos propósitos de año nuevo:

NO:
Beber más de catorce copas a la semana.
Fumar.
Gastar dinero en: máquinas para hacer pasta, máquinas para hacer helados, u otros aparatos culinarios que nunca utilizaré; libros de autores ilegibles para colocar presuntuosamente en las estanterías; ropa interior exótica, ya que, al no tener novio, carece de sentido.
Pasear por la casa como una zarrapastrosa, sino imaginar que otros me están mirando.
Gastar más de lo que gano.
Permitir que la bandeja de entrada del correo electrónico esté incontroladamente saturada.
Enamorarme de: alcohólicos, adictos al trabajo, fóbicos al compromiso, tipos con novias o esposas, misóginos, megalómanos, chovinistas, sexistas, gorrones emocionales, pervertidos.
Enfadarme con mamá, con Una Alconbury o con Perpetua.
Disgustarme con los hombres, sino ser, en cambio, la amable y distante reina de hielo.
Enamorarme de hombres, pero establecer, en cambio, relaciones basadas en una madura evaluación del carácter.
Criticar a todo el mundo a sus espaldas, sino ser positiva con todos.
Obsesionarme con Daniel Cleaver, ya que es patético estar enamorada del jefe, como si fuese Miss Moneypenny o algo así.
Enfurruñarme por no tener novio, sino desarrollar una elegancia interior y un sentido de la autoridad y de mí misma, como si fuera una mujer de peso, o completa incluso sin novio, como mejor manera de conseguir uno.

SI:
Dejar de fumar.
Beber menos de catorce copas a la semana.
Reducir la circunferencia de mis muslos 7,5 cm (3,75 cm cada uno), con una dieta anticelulítica.
Purgar el piso de los trastos inútiles acumulados.
Dar toda la ropa que no he llevado desde hace dos años o más a los necesitados.
Mejorar mi carrera y encontrar un nuevo empleo con futuro.
Ahorrar dinero. Empezar quizás un plan de jubilación.
Tener más confianza en mí misma.
Ser más autoritaria.
Hacer mejor uso del tiempo.
No salir todas las noches, sino quedarme en casa y leer libros y escuchar música clásica.
Dar una parte de mis ganancias a la beneficencia.
Ser más amable y ayudar más a los demás.
Comer más legumbres.
Levantarme por las mañanas en cuanto me despierte.
Ir al gimnasio tres veces por semana, y no sólo para comprar un bocadillo.
Colocar las fotografías en álbumes de fotos.
Grabar una serie de casetes de «música ambiental», para tener a mano toda mi música favorita/romántica/bailable/sensual/feminista, etc., montadas de tal manera que no suenen al estilo de un disc-jockey empapado de alcohol y rodeado de cintas tiradas por todas partes.
Establecer una relación positiva con un adulto responsable.
Aprender a programar el vídeo."


#14- MISS JANE MARPLE- Agatha Christie "Miss Marple y trece problemas" (1920)



Con la publicación en 1928 de "Miss Marple y trece problemas", Agatha Christie -la "Reina del Crimen"- (1891-1976), que había iniciado su carrera en 1920, introdujo en su universo literario la entrañable figura de la anciana solterona que iba, desde entonces, a rivalizar en ingenio y perspicacia con el otro gran personaje creado por la autora, el detective Hércules Poirot.

Es una apacible solterona inglesa, que vive en el pueblo de St. Mary Mead. Ella no es detective, pero siempre tiene éxito donde la policía falla. Usa su instinto y su conocimiento de la naturaleza humana. Como ella ha dicho muchas veces: "la naturaleza humana es igual en todas partes".


#15- ALICIA, Lewis Carrol - "Alicia en el país de las Maravillas" (1865)



“¡Qué sensación más extraña! –dijo Alicia–. Me debo estar encogiendo como un telescopio.

Y así era, en efecto: ahora medía sólo veinticinco centímetros, y su cara se iluminó de alegría al pensar que tenía la talla adecuada para pasar por la puertecita y meterse en el maravilloso jardín. Primero, no obstante, esperó unos minutos para ver si seguía todavía disminuyendo de tamaño, y esta posibilidad la puso un poco nerviosa.(…). Mientras decía estas palabras, le resbaló un pie, y un segundo más tarde, ¡chap!, estaba hundida hasta el cuello en agua salada. Lo primero que se le ocurrió fue que se había caído de alguna manera en el mar. (…) Sin embargo, pronto comprendió que estaba en el charco de lágrimas que había derramado cuando medía casi tres metros de estatura. “


#16- ELIZABETH BENNET, Jane Austen - "Orgullo y prejuicio" (1813)




"Sólo estoy dispuesta a actuar de la manera más acorde, en mi opinión, con mi futura felicidad, sin tener en cuenta lo que usted o cualquier otra persona igualmente ajena a mí, piense."

"A poca gente quiero de verdad, y de muy pocos tengo buen concepto. Cuanto más conozco el mundo, más me desagrada, y el tiempo me confirma mi creencia en la inconsistencia del carácter humano y en lo poco que se puede uno fiar de las apariencias de bondad o inteligencia".


#17- NANÁ, Émile Zola - "Naná" (1879)



“–Santo Dios, esto no es justo. La sociedad está mal hecha. Se acusa a las mujeres, cuando los hombres son quienes exigen las cosas… Mira, y ahora puedo decírtelo: cuando estaba con ellos, ¿comprendes?, no me hacían gracia, ni placer me daban. Eso me fastidiaba, palabra de honor… Entonces, yo pregunto si tengo algo que ver con todo eso. Y me han aplastado. Sin ellos, querido, sin lo que ellos han hecho de mí, estaría en un convento rezando a Dios, porque siempre he sido religiosa… ¡Y basta! Después de todo, si han dejado su dinero y su piel, es culpa suya. Yo no tengo nada que ver”

“Pavoneándose, la risa fuerte, con miradas hacia atrás a los hombres que volvían la cabeza, estaban allí como en su casa. Sus rostros blancos, pintados de rojo los labios y de negro los párpados, adquirían en la sombra el encanto turbador de un Oriente de pacotilla abandonado en medio de la calle. Hasta las once, entre los empujones de la muchedumbre, permanecían alegres, soltando de vez en cuando un ‘valiente cochino’ a las espaldas de los necios cuyos talones les arrancaban un volante; cambiaban pequeños saludos familiares con los camareros, se paraban a charlar delante de una mesa, aceptaban consumiciones, que bebían lentamente, como personas felices de sentarse para esperar la salida de los teatros. Pero a medida que avanzaba la noche, si no habían hecho uno o dos viajes a la calle de La Rochefoucauld, se volvían malas zorras y la cacería se hacía más áspera. Al pie de los árboles, a lo largo de los bulevares sombríos que se vaciaban, tenían lugar los regateos feroces, las palabrotas y los golpes, mientras las familias honestas, el padre, la madre y las hijas, habituadas a tales encuentros, pasaban tranquilamente y sin apresurar el paso. Luego, después de haber ido diez veces de la Opera al Gimnasio, cuando decididamente los hombres se desasían y marchaban más rápidos en la oscuridad creciente, Nana y Satin permanecían en las aceras del arrabal Montmartre. Allí, hasta las dos de la madrugada, los restaurantes, las cervecerías y las salchicherías resplandecían, mientras un hormigueo de mujeres se obstinaba frente a las puertas de los cafés, último rincón iluminado y viviente del París nocturno, último mercado abierto a los acuerdos de una noche, donde los tratos se hacían entre los grupos, crudamente, de un extremo al otro de la calle, como en el pasillo abierto de una casa pública. Y las noches en que regresaban de vacío, las dos amigas disputaban. La calle de Notre-Dame de Lorette se extendía oscura y desierta, y las sombras de las mujeres se arrastraban arriba y abajo; era el regreso retrasado del barrio, las pobres prostitutas exasperadas por una noche de paro forzoso, obstinándose, discutiendo todavía con voz enronquecida con algún borracho perdido, que retenían en la esquina de la calle Breda o de la calle Fontaine”

"Éste fue el periodo de su existencia en que la muchacha iluminó a todo Paris con un redoble de esplendor.
Fue más prepotente en el horizonte del vicio, dominando a la villa con la insolente ostentación de su lujo, de su desprecio por el dinero, que la llevaba a derretir públicamente las fortunas.
En su palacete parecía haber un resplandor de fragua. Sus incesantes caprichos ardían allí; el más leve soplo de sus labios trocaba el oro en finísima ceniza que el viento barria a todas horas. Nunca se había visto un frenesí de derroche semejante. El hotelito parecía edificado sobre una cima donde se hundían, sin dejar huella del menor polvo, los hombres con su hacienda, sus cuerpos y hasta sus nombres.
Aquella joven, de gusto de cotorra, que se alimentaba apenas de algún rábano y alguna peladilla, y quizá un mordisco de carne, necesitaba mensualmente, para la mesa, cinco millares de francos...

...Ni los hombres amontonados unos sobre otros, ni el oro vaciado a carretadas conseguían cegar el socavón que crecía más y más bajo el embaldosado de su palacete, entre los crujidos del lujo."


#18 - DOROTHY GALE, Lyman Frank Baum - "El Maravilloso Mago de Oz" (1900)



“Dorothy se sentó en la cama y notó que la casa no se movía; tampoco estaba oscuro, pues el sol entraba por la ventana e inundaba de luz la pequeña habitación. Entonces saltó de la cama y, con Totó pisándole los talones, fue corriendo a abrir la puerta.”

"El Maravilloso Mago de Oz", Capítulo II. L. Frank Baum


#19- MEDEA, Eurípides – “Medea” (431 a.C.)



“Oh, mujeres corintias! Salgo de casa por que
reproches no me hagáis; pues, mientras sé que muchos
hombres, tanto en privado como en el trato externo,
orgullosos realmente se vuelven, a otros hace
pasar por indolentes su tranquilo vivir.
Que no son siempre justos los ojos de la gente
y hay quien, no conociendo bien la entraña del prójimo,
le contempla con odio sin que haya habido ofensa.
Y, si debe el de fuera cumplir con la ciudad,
no alabo al ciudadano que amargo y altanero
con los demás se muestra por su falla de tacto.
Pero a mí este suceso que inesperado vino
me ha destrozado el ánimo; perdida estoy, no tengo
ya a la vida afición; quiero morir, amigas.
Porque mi esposo, el que era todo para mí, como
sabe él muy bien, resulta ser el peor de los hombres.
De todas las criaturas que tienen mente y alma
no hay especie más mísera que la de las mujeres.
Primero han de acopiar dinero con que compren
un marido que en amo se torne de sus cuerpos,
lo cual es ya la cosa más dolorosa que hay.
Y en ello es capital el hecho de que sea
buena o mala la compra, porque honroso el divorcio
no es para las mujeres ni el rehuir al cónyuge.
Llega una, pues, a nuevas leyes y usos y debe
trocarse en adivina, pues nada de soltera
aprendió sobre cómo con su esposo portarse.
Si, tras tantos esfuerzos, se aviene el hombre y no
protesta contra el yugo, vida envidiable es ésta;
pero, si tal no ocurre, morirse vale más.
El varón, si se aburre de estar con la familia,
en la calle al hastío de su humor pone fin;
nosotras nadie más a quien mirar tenemos.
Y dicen que vivimos en casa una existencia
segura mientras ellos con la lanza combaten,
mas sin razón: tres veces formar con el escudo
preferiría yo antes que parir una sola.
Pero el mismo lenguaje no me cuadra que a ti:
tienes esta ciudad, la casa de tus padres,
los goces de la vida, trato con los amigos,
y en cambio yo el ultraje padezco de mi esposo,
que de mi tierra bárbara me raptó, abandonada,
sin patria, madre, hermanos, parientes en los cuales
pudiera echar el ancla frente a tal infortunio.
Mas, en fin, yo quisiera de ti obtener sólo esto,
que, si un medio o manera yo encuentro de vengar
el mal que mi marido me ha hecho, callada sepas
estar. Pues la mujer es medrosa y no puede
aprestarse a la lucha ni contemplar las armas,
pero, cuando la ofenden en lo que toca al lecho,
nada hay en todo el mundo más sanguinario que ella.”


#20-LAS TRES BRUJAS DE MACBETH, Shakespeare – “Macbeth” (1606)



Las tres brujas que se le aparecen a Macbeth en la tragedia de Shakespeare le predicen su ascenso y caída. En el texto así aparecen caracterización de las brujas: “Deberíais ser mujeres y empero vuestras barbas me impiden que concluya que lo sois”, declara Banquo (acto I, escena I).

"En torno al caldero girad;
tripas venenosas echad.
Sapo que bajo piedra fría
lleva treinta noches y días
durmiendo y sudando veneno,
serás el que hierva primero
en este encantado caldero."

(Parlamento de la Bruja Primera, Shakespeare, Macbeth, acto IV)


#21- BLANCHE, Amélie Nothomb - "Antichrista" (2003)



Blanche, la joven solitaria, tímida e insegura conoce de un día para otro -en la Universidad- a la seductora, descarada e invasiva Christa. Este libro trata de cómo una total desconocida se convierte de a poco en tu mejor amiga, pasa a vivir con tus padres, comienza a ser el centro de tu vida, a mandonearte y manipularte hasta que te saca tu lugar y se convierte en tu peor pesadilla...


"Hasta conocer a Christa, uno de los placeres de mi vida de adolescente había consistido en leer: me tumbaba en mi cama con un libro y me convertía en el texto. Si la novela era buena, el libro hacía que yo me convirtiera en él. Si era mediocre, no por ello dejaba de compartir horas maravillosas, deleitándome en lo que no me gustaba, sonriendo por las ocasiones fallidas.
La lectura no es un placer sustitutivo. Vista desde fuera, mi existencia era esquelética; vista desde dentro, inspiraba lo mismo que inspiran los apartamentos cuyo único mobiliario consiste en una biblioteca suntuosamente llena: la envidia admirativa por quien no carga con lo superfluo y rebosa de lo necesario.
Nadie me conocía desde dentro: nadie sabía que no tenía por qué quejarme, sólo yo, y eso me bastaba. Me aprovechaba de mi invisibilidad para leer durante días sin que nadie se diera cuenta.
Aparte de mis padres, no había nadie más para percatarse de aquel comportamiento. Era blanco de sus sarcasmos. La bióloga de mi madre se ofendía de que descuidara mi físico; mi padre la secundaba con gran acompañamiento de citas latinas o griegas, mens sana in corpore sano, etcétera, me hablaba de Esparta e imaginaba sin duda que existían gimnasios a los que podía haber acudido a entrenarme como discóbolo. Incluso habría preferido tener como retoño a un Alcibíades antes que a aquella chica prendada de la literatura, soñadora y solitaria.
Yo no intentaba defenderme. ¿Para qué intentar explicarles que era invisible? Creían que yo era altiva, que despreciaba los placeres propios de mi edad: me habría encantado hallar el manual de instrucciones de mi adolescencia, pero resultaba imposible sin la mirada de alguien. Mis padres no me miraban, puesto que ya habían decidido que era "demasiado buena, carente de vitalidad, etcétera". Una mirada auténtica carece de ideas preconcebidas. Si unos ojos auténticos se hubieran posado en mí, habrían visto una pila atómica, un arco tensado al máximo, pidiendo sólo una flecha o un blanco, y proclamando a gritos su deseo de recibir ambos tesoros.
Sin embargo, mientras aquellas gracias me fueran negadas, no me produciría ninguna frustración florecer en los libros: esperaba a que llegara mi hora, tejía mis pétalos con Stendhal y Radiguet, que no me parecían los peores ingredientes de este mundo. No me conformaba con cualquier cosa.
Con la llegada de Christa, la lectura tenía algo de coitus interruptus: si me sorprendía leyendo, empezaba por echarme una reprimenda ("¡tú siempre con tus libros!") y luego se ponía a hablarme de miles de cosas sin interés alguno, que repetía invariablemente cuatro veces; como me aburría tanto cuando ella charlataneaba, no tenía más remedio que contar sus inútiles repeticiones y sorprenderme de aquel ciclo cuaternario.
- Y Marie-Rose va y me dice...Entonces voy y le digo a Marie-Rose...Increíble, eh, lo que me ha dicho Marie-Rose...Bueno, y ya puedes imaginarte lo que le he dicho a Marie-Rose, que...
A veces, por cortesía, me obligaba a mí misma a fingir una reacción, como:
- ¿Quién es Marie Rose?
En mala hora. Christa se exasperaba.
-¡Te lo he contado mil veces!
En resumen, más valía que me callara y la mirara hablar puntuando su discurso con repetidos "mmm" o cabeceos. Sin embargo, me preguntaba por qué se comportaba así: no era idiota, no podía parecerle divertido narrarme todos aquellos cotilleos que constituían su relato. Había llegado a la conclusión de que Christa sufría una envidia patológica: cuando me veía feliz en compañía de un libro, tenía que destruir aquel instante de felicidad como fuera o, en su defecto, apropiarse de él. Había conseguido acaparar a mis padres y la casa, ahora tenía que conseguir acaparar mis alegrías. Sin embargo, yo estaba dispuesta a compartirlas.
- Si me dejas acabar de leer, te prestaré este libro.
Ella no podía esperar, me lo arrancaba de las manos, lo abría por cualquier página, ya fuera por el medio o el final (no me atrevía a expresarle el desprecio que me inspiraban semejantes prácticas), se instalaba allí con una mueca de duda; yo iba a buscarme otro libro y apenas el texto conseguía envolverme con sus brazos ya volvía ella a hablar de Marie-Rose o de Jean-Michel. Era insoportable."


#22- ORLANDO, Virginia Woolf - "Orlando" (1928)



"Afortunadamante la diferencia de los sexos es más profunda. Los trajes no son otra cosa que símbolos de algo escondido muy adentro. Fue una transformación de la misma Orlando la que determinó su elección del traje de mujer y sexo de mujer. Quizá al obrar así, ella sólo expresó un poco más abiertamente que lo habitual - es indiscutible que su caracterísitica primordial era la franqueza- algo que les ocurre a muchas personas y que no manifiestan. Por diversos que sean los sexos, se confunden. No hay ser humano que no oscile de un sexo a otro, y a menudo sólo los trajes siguen siendo varones o mujeres, mientras que el sexo oculto es lo contrario del que está a la vista."

"Porque parece -su caso era una prueba- que escribimos, no con los dedos, sino con todo nuestro ser. El nervio que gobierna la pluma se enreda en cada fibra de nuestro ser, entra en el corazón, traspasa el hígado."



#23- MADAME DE RENAL, Stendhal - "Rojo y negro" (1829)



"Cuando tenía 14 años me identificaba con Julien Sorel, cuanto tenía 20 amaba a Mathilde de la Mole; y cuando tuve 30 me dí cuenta que Madame de Renal fue una de las más maravillosas mujeres en la historia de la literatura."

Michael Dirda (crítico literario del Washington Post)

Ella es una rica e inocente heredera que vive aburrida, casada desde los 16 años con un respetable caballero alcalde de Verrieres. Para ella el amor es algo inmoral (influida por su confesor, el padre Chenal) o simplemente el tema de novelas de soñadores hasta que se encuentra de repente enamorada del atractivo y ambicioso joven tutor de sus hijos, Julien Sorel. El libro dice sobre ella: “fue en sus tiempos la perla del país.” Sin embargo no era vanidosa: “tampoco quiero ocultar que pasaba por necia a los ojos de las señoras, porque jamás procuró que su marido le trajese de París o de Besançon las creaciones de las modistas de sombreros. Con que la dejasen pasear sin tasa por las avenidas de su hermoso jardín, estaba contenta.”. A pesar de todo ella respetaba a su esposo: "“en una palabra, la señora de Rênal encontraba a su marido mucho menos fastidioso que a cualquiera de los demás hombres a quienes conocía.”

"Una o dos veces, durante aquella escena, la señora de Renal estuvo a punto de sentir algo de simpatía por la desgracia real de aquel hombre que, durante doce años, había sido su amigo. Pero las verdaderas pasiones son egoístas. Además, estaba esperando a cada instante que él le confesara haber recibido también una carta anónima el día anterior y aquella confesión no llegó. Faltaba, para que la señora de Renal se sintiera completamente segura, conocer qué ideas habían podido sugerir al hombre de quien dependía su suerte. Porque, en provincias, los maridos son los dueños de la opinión. Un marido que se queja de haber sido engañado se cubre de ridículo, pero su mujer, si él no le da dinero, tendrá que trabajar de obrera a quince sueldos al día y eso, si tiene suerte, ya que las personas "decentes" sentirán escrúpulos y no querrían darle trabajo. Una odalisca, en el harén, tiene que amar al sultán a la fuerza; es todopoderoso y ella no puede quitarle su autoridad mediante toda una serie de pequeñas finezas. La venganza del amo es terrible, sangrienta, pero también militar y generosa: una puñalada acaba con todo."

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