sábado, 25 de junio de 2016

"A los hombres les gustan los hombres..." por Virginie Despentes

"A los hombres les gusta hablar de las mujeres. Así no tienen que hablar sobre sí mismos. ¿Cómo se explica que en los últimos treinta años ningún hombre haya producido un texto innovador sobre la masculinidad? Ellos que son tan locuaces y tan competentes cuando se trata de disertar sobre las mujeres, ¿cómo se explica ese silencio con respecto a sí mismos? Porque sabemos que cuanto más hablan, menos dicen. Sobre lo esencial, lo que tienen realmente en la cabeza. ¿Quizás quieren que seamos ahora nosotras las que hablemos de ellos? ¿Querrán, por ejemplo, que digamos qué es lo que pensamos nosotras, desde fuera, de sus violaciones colectivas? Diremos que ellos quieren verse follando entre ellos, mirarse las pollas los unos a los otros, empalmarse juntos, diremos que tienen ganas de metérsela entre ellos por el culo. Diremos que de lo que tienen ganas, realmente, es de follar entre ellos. A los hombres les gustan los hombres. Nos explican todo el rato cuánto les gustan las mujeres, pero todas sabemos que no son más que palabras. Se quieren entre hombres. Se follan unos a otros a través de las mujeres, muchos de ellos piensan en sus amigos mientras la meten en un coño. Se miran a sí mismos en el cine, se dan los mejores papeles, se sienten potentes, fanfarronean, alucinan de ser tan fuertes, tan guapos y de tener tanto valor. Escriben unos para otros, se felicitan mutuamente, se apoyan. Tienen razón. Pero de tanto escucharles quejarse de que las mujeres no follan bastante, de que no les gusta tanto el sexo como haría falta, de que no entienden nada, acabarnos preguntándonos: ¿A qué esperan para darse por el culo los unos a los otros? Venga. Si eso os puede devolver la sonrisa, entonces es que está bien. Pero entre las cosas que les han inculcado bien está el miedo de ser marica, la obligación de que les gusten las mujeres. Así que se sujetan. Refunfuñan, pero obedecen. Y de paso, furiosos por tener que someterse, le dan un par de hostias a una o dos chicas. 



Hubo una revolución feminista. Se articularon discursos, a pesar del decoro y frente a la hostilidad. Y eso sigue en marcha. Pero, de momento, nada con respecto a la masculinidad. Un silencio aterrorizado de chavales frágiles. Ya basta. El sexo que se dice fuerte es precisamente el que hay que proteger sin cesar, el que hay que confortar, curar, cuidar. Al que hay que proteger contra la verdad. Las mujeres son tan cabronas como ellos y los hombres tan putos y tan madres como ellas, todos estamos en medio de la misma confusión. Hay hombres que están hechos para ocuparse del jardín, de la decoración interior y para llevar a los niños al parque; y mujeres con un cuerpo capaz de agujerear la cabeza de un mamut, de hacer ruido y de tender emboscadas. A cada cual su terreno. El eterno femenino es una tremenda broma. Cualquiera diría que la vida de los hombres depende de seguir ocultando esta mentira… mujer fatal, conejita, enfermera, lolita, puta, madre bondadosa o castradora. Eso son solo películas. Puesta en escena de signos y precisión de los disfraces. ¿De qué queremos tranquilizarnos con todo esto? No sabemos exactamente qué riesgo correrían si todos estos arquetipos construidos se vinieran abajo: las putas son individuos como cualquier otro; las madres no son intrínsecamente ni buenas ni valientes ni cariñosas, ni tampoco los padres, eso depende en cada caso, de la situación, del momento. Liberarse del machismo, esta trampa para bobos solo sirve para calmar a los idiotas. Admitir que no queremos respetar las reglas del reparto de cualidades. Ni el sistema de mascaradas obligatorias. ¿Cuál es la autonomía de la que los hombres tienen tanto miedo que prefieren seguir callándose y no inventar nada nuevo, ningún discurso nuevo, crítico, creativo acerca de su propia condición? ¿Para cuándo la emancipación masculina? A ellos, a vosotros, os toca ahora independizaros. «Sí, pero cuando somos amables, las mujeres prefieren los brutos», se quejan los antiguos privilegiados. Falso. A algunas mujeres les gusta la potencia, no les da miedo que otros sean potentes. Pero la potencia no es la brutalidad. Ambas nociones son bien distintas. LEMMY CANTONA BREILLAT PAM GRIER HANK BUKOWSKI CAMILLE PAGLIA DENIRO TONY MONTANA JOEY STARR ANGELA DAVIS ETA JAMES TINA TURNER MOHAMED ALI CHISTIANE ROCHEFORT HENRI ROLLINS AMELIE MORESMO MADONNA COURTNEY LYDIA LUNCH LOUISE MICHEL MARGUERITE DURAS CLINT JEAN GENET… Cuestión de actitud, de valentía, de insumisión. Existe una clase de fuerza, que no es ni masculina ni femenina, que impresiona, que enloquece, que da seguridad. Una capacidad de decir que no, de imponer una visión propia de las cosas, de no ocultarse. Me da lo mismo que el héroe lleve falda y tenga dos tetas como melones o que la tenga como un toro y fume puros. Claro que es penoso ser mujer. Miedos, obligaciones, imperativos de silencio, llamadas a un orden que es el mismo desde hace tiempo, festival de limitaciones imbéciles y estériles. Siempre como extranjeras, haciendo los peores trabajos, suministrando la materia prima y asumiendo un perfil bajo… Pero, frente a lo que significa ser un hombre, eso parece una broma… Porque, al final, no somos nosotras las que tenemos más miedo, ni las que estamos más desarmadas, ni a las que les ponen más trabas. El sexo del aguante, de la valentía, de la resistencia, siempre ha sido el nuestro. De todos modos, tampoco hemos tenido elección. El verdadero coraje. Confrontarse con lo nuevo. Posible. Mejor. ¿Fracaso en el trabajo? ¿Fracaso en la familia? Buenas noticias. Puesto que cuestiona, inmediatamente, la virilidad. Otra buena noticia. De estas tonterías, ya hemos tenido bastante. El feminismo es una revolución no un reordenamiento de consignas de marketing, ni una ola de promoción de la felación o del intercambio de parejas, ni tampoco una cuestión de aumentar el segundo sueldo. El feminismo es una aventura colectiva, para las mujeres pero también para los hombres y para todos los demás. Una revolución que ya ha comenzado. Una visión del mundo, una opción. No se trata de oponer las pequeñas ventajas de las mujeres a los pequeños derechos adquiridos de los hombres, sino de dinamitarlo todo. Y dicho esto, buena suerte chicas y mejor viaje… "




Virginie Despentes escribe poniendo el dedo en la llaga. Gritando, desnudándose, sufriendo, insultando y gozando, consigue no solo descolocarnos y hacernos reír, sino sobre todo, hacernos pensar: si su discurso nos interpela y nos llega, es porque viene de sus tripas y no de elucubraciones académicas o universitarias como hubiéramos podido esperar de una supuesta «teoría» feminista. Transgresora y deslenguada, Virginie Despentes (Nancy, 1969) pasó de ser una escritora marginal a convertirse en una de las voces más destacadas de su generación. Una dama de la literatura trash. La popularidad le llegó en 1993 con su novela Fóllame (Mondadori), después llevada al cine, que cuenta la violenta historia de dos prostitutas convertidas en asesinas en serie. Despentes extrae de su biografía —en la que figuran la violación, la prostitución y los trabajos basura— buena parte de su material de ficción y también de reflexión."



Fragmento del libro "TEORÍA KING KONG" Virginie Despentes

"Teoría King Kong"es un libro fundamental para cualquier lector contemporáneo que desee iniciarse de forma no académica en las discusiones y nuevas problemáticas que plantea el feminismo. Despentes recoge en este libro con ironía y humor el estado del arte de la cuestión y despliega una lectura novedosa sobre el trabajo sexual, la violación, la masculinidad, el sistema sexo/género, la homosexualidad, entre muchas otras materias cuyo interés y actualidad es indiscutible. Su estilo, hasta cierto punto slang, permite que el libro se lea fluidamente y, pese a la densidad de algunos temas tratados, la autora consigue encontrar un armonioso equilibrio entre la narración de la anécdota personal y la teoría académica. Virginie Despentes Teoría King Kong 

No hay comentarios:

Publicar un comentario